domingo, 30 de marzo de 2008

Funciones del Diácono Permanente

Hermanos todos:
Quiero compartir con ustedes las reflexiones en torno al ser y la acción pastoral
de los diáconos permanentes hechas por el Arzobispo de Concepción(Chile), Mons Ricardo Ezzati Andrello, S.D.B.,en la Arquidiócesis de Santiago.
Aquí transcribo sólo una parte de lo que expuso. Si lo desean, puedo mandarles el texto completo.

"A menudo, me encuentro con Diáconos Permanentes puestos a la cabeza de pequeñas comunidades, como colaboradores directos de sus párrocos, comprometidos con la catequesis, la pastoral familiar o social, o dedicados a otras tareas pastorales en hospitales, escuelas, empresas, etc. Otras veces, me encuentro con hermanos diáconos que parecen ser "guardias de honor" del sacerdote o del Obispo, en las celebraciones litúrgicas, sin desempeñar otras tareas eclesiales.

Como Obispo, he recibido y recibo constantes testimonios acerca de la vida y del ministerio de los diáconos permanentes:

- Son testimonios de aprecio por su labor pastoral: comunidades eclesiales, autoridades laicas, simples personas que reconocen el trabajo inteligente y generoso de diáconos: se trata de personas que se sienten escuchadas, acompañadas y atendidas en sus necesidades.

- He recibido también algunas quejas, ordinariamente ligadas a temas económicos (que tal diácono cobra por las exequias... o que tal otro se pasea por un cementerio ofreciendo responsos (pagados); otras observaciones giran en torno a la dimensión comunitaria, a su espesor formativo (no dan espacio a la participación; poca profundidad en la evangelización, la predicación es deficitaria, no participan en el colegio diaconal..., etc).

- También he escuchado expresiones de descontentos de parte de los mismos diáconos (que los sacerdotes no aprecian suficientemente su vocación y misión específica; que el ejercicio del ministerio depende mucho del criterio del párroco de turno ("yo no necesito diáconos... los quiero solo para..."; algunos presbíteros "mandan como patrones"). Observan que los párrocos no favorecen la sinergia pastoral o la pastoral orgánica...; que los consideran "niños de mandados", etc... Otras quejas dicen relación con la comprensión que los laicos tienen de la vocación y misión de los diáconos (sienten al diácono como ministro de segunda o de tercera... etc.).

A estas, ustedes podrán añadir muchas otras expresiones de aprecio o de quejas, que vienen del día a día de la experiencia eclesial. Nuestro propósito no es alargar la lista de quejas, sino favorecer el proceso que lleva a optimizar la comprensión de la vocación y de la misión del diácono permanente, en la Iglesia Particular de Santiago, en las diferentes comunidades eclesiales de las Zonas y en los ambientes pastorales.

Creo firmemente que todo don de Dios es para el bien y el crecimiento de la comunidad eclesial. En el diaconado permanente, la Iglesia reconoce un don de Dios para su vida y misión, no quiere desperdiciarlo, muy por el contrario, se propone acogerlo, apreciarlo y hacerlo fructificar convenientemente.
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El diácono permanente se ubica al interior de la Iglesia; es 'pueblo de Dios', con una vocación - misión específica, puesta al interior del pueblo de Dios, ordenada a la edificación de la misma Iglesia. Una vocación-misión que debe ser apreciada, querida, acogida y desempeñada fecundamente.

En este sentido, puede ser útil recordar que el Diaconado nació de una necesidad particular de la Iglesia de los comienzos (Hechos 6,1-7), es decir, cuando los Apóstoles se vieron impedidos de ejercer convenientemente el conjunto de la misión eclesial ("No parece bien que nosotros abandonemos la Palabra de Dios, por servir a las mesas ... 6,2).
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El Concilio Vaticano II restablece el Diaconado Permanente, y en LG. 29, sistematiza el ministerio diaconal con la tríada: "ministerio (diaconía) de la Liturgia, de la Palabra y de la Caridad". De esta manera, expresa la participación diaconal en el único y triple "munus" de Cristo, en los ministros ordenados. El carisma del Diácono Permanente es ser signo sacramental de Cristo Siervo, que es también "maestro... santificador"... y "guía" de la "Diaconía" de la Iglesia.

El Concilio recoge dos datos fundamentales de la tradición eclesial:

- El diaconado es un verdadero grado del sacramento del Orden. Lo recuerda la oración consecratoria de la Ordenación: " has establecido tres órdenes de ministros encargados de tu servicio".

- Su función no es "presidencial", sino "auxiliar" ("auxiliares suyos, de los apóstoles en el ministerio cotidiano"). Su identidad ministerial se define en relación al Obispo, en perspectiva de dependencia y colaboración (y al presbítero en cuanto es partícipe del ministerio episcopal).

Las breves e incompletas pinceladas que he presentado, permiten reconocer mejor la vocación y la misión del diácono permanente. En otra ocasión se pueden profundizar y completar estas reflexiones.
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¿Cómo se ejerce este ministerio?
En Sacrum Diaconatus Ordinem, Pablo VI señaló once tareas específicas del Diácono: nueve vienen de Lumen Gentium y dos son especificadas por el mismo Pontífice:

1. administración solemne del Bautismo;
2. conservación y distribución de la Santa Eucaristía;
3. asistencia y bendición de matrimonios;
4. llevar el viático a los moribundos;
5. leer la Sagrada Escritura a los fieles;
6. instruir y exhortar a los fieles;
7. presidir el culto y la oración de los fieles;
8. presidir los ritos de funerales y sepelios;
9. ejercer los oficios de caridad y administración;
10. guiar legítimamente, en nombre del párroco o del Obispo, las comunidades cristianas dispersas;
11. promover las actividades apostólicas de los laicos.
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El diácono permanente está llamado a desempeñarlas todas, de manera equilibrada, complementaria y orgánica (es decir de acuerdo con la pastoral de conjunto), privilegiando, sin embargo, la prioridad del servicio de la caridad y aquellas que le encomienda el Obispo ("Solo el Obispo impone las manos... para que el Diácono haga lo que él le mande y para lo cual ha pedido para él la gracia de la entrega y de la solicitud al servicio de la Iglesia"(o.c.)."

¡Jesús ha resucitado! Como la primera comunidad cristiana, esperemos unidos el Paráclito prometido. Compartamos nuestra oración y la vida misma aprovechando este medio y la radio, que nos liga a toda la Iglesia.
Es cierto que el tiempo a veces parece poco, pero necesitamos estrechar fuertemente los lazos de hermandad a través de la comunicación.

¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN!
Armando