martes, 16 de marzo de 2010

>MARIA EN CUARESMA II

I.- Anunciación del Señor

1.- Sentido de esta solemnidad

Durante largos siglos se la llamó “Fiesta de la Anunciación de la Bienaventurada Virgen María”.
El nuevo Calendario romano (Concilio Vaticano II) ha vuelto a dar a esta fecha un marcado carácter cristológico. Con todo, Jesucristo y María aparecen como protagonistas “a partes iguales”, aunque el punto central de la celebración descansa en la Palabra que se hace carne (Ver Oración de la Asamblea).
La Exhortación apostólica Marialis cultus de Pablo VI dice: “Para la solemnidad de la Encarnación del Verbo, en el calendario romano, con decisión motivada, se ha restaurado la antigua denominación –Anunciación del Señor--, pero la celebración era y es una fiesta conjunta de Cristo y de la virgen: del Verbo que se hace “hijo de María”, de la Virgen que se convierte en Madre de Dios.
Con relación a Cristo, el Oriente y el occidente, es las inagotables riquezas de sus liturgias, celebran dicha solemnidad como memoria del fiat salvador del Verbo encarnado, que entrando en el mundo dijo : “Aquí estoy , oh Dios, para hacer tu voluntad” (Heb. 10, 7); como conmemoración del principio de la redención y e la indisoluble y esponsal unión de la naturaleza divina con la humana en la única Persona del Verbo. Por otra parte, con relación a María, como fiesta de la nueva Eva, virgen fiel y obediente, que con su fiat generoso (cf. Lc. 1,38) se convirtió, por obra del Espíritu, en Madre de Dios y también en verdadera Madre de los vivientes, y se convirtió, también, al acoger en su seno al único Mediador (cf. 1 Tim. 2,5) en verdadera Arca de la Alianza y verdadero templo de Dios, como memoria de un momento culminante del diálogo de salvación entre Dios y el hombre y conmemoración del libre consentimiento de la Virgen y de su concurso al plan salvífico” (n. 6)

Sugerencia
Esta solemnidad no es “de precepto”. Y nunca se celebrará en “domingo”. (Cuando así ocurre, por ser Cuaresma, prevalece la liturgia dominical). En consecuencia se “desdibuja” su importancia: Es la fiesta cristológica y mariana de mayor densidad. Sobre todo este año, a “un pasito de Semana Santa, conviene que no pase como “una Misa más”. Ofrecemos el guión para la Misa y una posible homilía

“Significativa coincidencia”
La fiesta de la Anunciación, compartida entre cristianos y musulmanes.
El Gobierno libanés decretó que el 25 de marzo sea celebración nacional en ese país para ambos credos, al destacar que estos conceden a la Virgen María un lugar importante en sus devociones, así en la Biblia como en el Corán (CRISTO HOY, 18 al 24 de febrero 2010)

2.- Guión para la Santa Misa

1.- Orientación de la celebración
Hermanos y hermanas:
Cerca de concluir nuestro “recorrido cuaresmal” hacia la Pascua festejamos “conjuntamente” a Jesús y a María en el común acontecimiento de la Anunciación. El anuncio del ángel a María trae consigo, la concepción virginal de Jesús: la Palabra eterna de Dios comienza a hacerse hombre en el seno de María.
Hermanos: esta es la fiesta de Jesús y su Madre, de María y su Hijo.
Nos ponemos de pie. Recibimos al padre N.N. que presidirá nuestra Eucaristía, y uniendo nuestros corazones y nuestras voces, cantamos.
2.- Acto penitencial
- Tú quisiste nacer de Santa María Virgen.
+ Señor, ten piedad.
- Tú te hiciste hombre para salvar a los hombres.
+ Cristo, ten piedad.
- Tú hiciste de María tu primera discípula.
+ Señor, ten piedad.
3.- Liturgia de la Palabra
Única monición:
Mientras la primera lectura relata la profecía de Isaías, a cerca de la virgen que dará a luz, la segunda lectura y el evangelio muestran “en paralelo” a Jesús y a María diciendo ¡Sí! a la voluntad de Dios. Escuchemos atentamente.
4.- Oración de los fieles
A cada intención, pedimos:
Por el misterio de la Anunciación, te lo pedimos, Señor.
- Para que la Iglesia tenga libertad para anunciar a Jesucristo, Redentor de los hombres.
OREMOS.
- Para que las leyes y los gobiernos protejan la vida desde el instante de la concepción.
OREMOS.
- Para que los acosados por culpas morales confíen en la misericordia de Dios y la
intercesión de María. OREMOS.
- Para que la celebración de Semana Santa atraiga a los hermanos alejados. OREMOS.
- Para que este Día del Niño por nacer sacuda la conciencia de cuantos están a favor del
aborto. OREMOS.
5.- Presentación de los dones
Sugiero no realizar la procesión de “ofrendas”.
6.- Prefacio (propio)
La Virgen María recibió con fe el anuncio celestial. Por eso, junto al celebrante, glorifiquemos a Dios que colmó ampliamente la esperanza de la humanidad.
7.- Comunión
Hermanos:
El Jesús que nació de santa María Virgen ahora se nos ofrece en la Eucaristía. Con alegría vayamos a recibir el Pan de Vida. Cantamos…
8.- Canto Final
Queridos amigos: Con alegría y confianza porque María nos cuida con amor materno como cuidó a Jesús, nos retiramos, cantando…

3.- Homilía
Es sorprendente cómo ha quedado “relegada” esta SOLEMNIDAD: cuesta encontrar una homilía entre los muchos y sólidos autores del género. Sin embargo es la fiesta “del día más grande después de la creación del hombre”, según algunos Santos Padres. Esta apreciación se refuerza y completa en la Vigilia Pascual: la creación del mundo hecha al comienzo, no es obra de mayor grandeza que el sacrificio pascual de Cristo”. (Oración después de la primera lectura).
Aquí va una posible homilía. En cualquier caso es necesario destacar que la anunciación del Señor es una fiesta “conjunta” de Jesús y su Madre, de María y su Hijo; de Dios que se hace hombre y de María que presta su concurso como “servidora del Señor” , de ambos –Jesús y María- que dicen fiat a la voluntad del Padre.

* La eficacia de una servidora
“Dijo María: He aquí la servidora del Señor;
hágase en mí según tu palabra (Lc 1, 38)

Ya en las últimas semanas del itinerario cuaresmal, la liturgia de la Iglesia pareciera que hace un paréntesis y nos propone la celebración de la Anunciación del Señor, una fiesta solemne en medio de la sobriedad de la liturgia cuaresmal: cantaremos el himno del “Gloria”, el sacerdote preside con ornamentos blancos, y todo el tono de la celebración es una festiva alabanza a Dios por el insondable misterio de la Encarnación del Hijo, Palabra eterna de Dios: “Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros…”.
Sin embargo esta solemne fiesta no es ningún paréntesis, sino que nos lleva a profundizar en el sentido del itinerario cuaresmal que estamos viviendo. Nos anuncia la iniciativa salvadora de Dios y la eficacia de una vida entregada a la realización de esa voluntad salvífica.
* Un exceso de amor
Nunca acabaremos de comprender lo que significa la Encarnación del Hijo de Dios en el seno de la Virgen María, y nunca hemos de dejar de contemplar el excesivo amor de Dios a este mundo que lo lleva a hacerse uno de nosotros.
La Encarnación del Verbo es un acontecimiento único en el plan de salvación que Dios tiene para este mundo. Es un acontecimiento que no pertenece a las “lógicas” de este mundo: su razón no es de orden histórico-político, ni su explicación es de orden biológico; sino que pertenece a la “lógica” del amor por el que Dios toma la iniciativa de manifestarse en la humanidad de Jesús.
Todo es un exceso de amor: “Tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo único… para que el mundo se salve por Él (Jn 3, 16-17). Dios ama entrañablemente a este mundo herido y distorsionado por el pecado, y está dispuesto a todo para que nada se pierda y… acontece lo inaudito: Dios se hace hombre para que el hombre conozca el amor de Dios y viva en Él.
Toda la iniciativa es de Dios, todo es regalo, todo es gracia. Y el que nace de María viene de Dios, “porque ninguna cosa es imposible para Dios” (Lc 1, 37)
* La verdadera eficacia
En este mundo todos andamos buscando eficacia en nuestra vida y en lo que hacemos, y en esta búsqueda de eficacia –a menudo- nos neurotizamos y siempre sale perdiendo la gratuidad.
La Anunciación del Señor a María nos revela la fuente de la verdadera eficacia en una vida entregada al designio de salvación. Sólo Dios conoce la verdadera eficacia y nos la ha revelado: “El grano de trigo que cae en tierra y muere da mucho fruto” (cf. Jn 12, 23-25), esto significa la vida entregada de Jesucristo. Allí nos anuncia que los frutos provienen de Él y de la libre colaboración humana: “El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque separados de mí no pueden hacer nada” (Jn 15, 5)
La presencia viva de Jesucristo en nuestro mundo es el fruto de la acción de Dios y de la libre colaboración humana de María. Por eso es que proclamamos una afirmación escandalosa para las “eficacias” de este mundo: la Virgen María es la persona humana más eficaz de toda la historia, es la que con su libre colaboración acoge la eficacia de Dios y entrega al mundo el fruto: Jesucristo
La eficacia que Dios da a la vida de María es posible porque ella vive totalmente entregada a la Palabra en la obediencia de la fe. María se define a sí misma como “la servidora del Señor” para que “se haga en mí según tu palabra” (Lc 1, 38).
La Virgen María vive en una desapropiación de sí misma, renuncia a su propio espíritu para acoger el Espíritu de Dios y ser la “llena de gracia, renuncia a sus planes y proyectos para ser introducida en el plan de Dios, renuncia a su propio futuro para acoger el de Dios.

Porque vive y permanece en la adhesión de fe, totalmente entregada a la palabra, la Virgen María es la persona más eficaz de toda la historia humana y “todas las generaciones la llaman bienaventurada” (cf. Lc 1, 48), y cada vez que rezamos el “Ave María” le decimos: “Bendita eres entre todas las mu-jeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús”
* Y el Verbo se hizo carne
“…”Y habitó entre nosotros”. La Anunciación del Señor a María y su respuesta confiada en la obediencia de la fe hacen posible la mayor Novedad de toda la historia: Dios se hacen uno de nosotros en Jesús, y en la vida entregada del Hijo nos manifiesta el excesivo amor que nos tiene: “Tanto amó Dios al mundo…” (Jn 3, 16). En la solemne fiesta de la Anunciación contemplemos admirados ese “tanto” del amor que Dios nos tiene.
(M. Buvinic Martinic. ¡Tu Palabra me da Vida!. Comentario al Evangelio dominical A- B- C.San Pablo. Chile)

II.- La Virgen María junto a la cruz del Señor
De acuerdo al Misal, el viernes de la 5ª semana de Cuaresma “se puede” rezar esta Misa en lugar de la correspondiente a la feria. Parece coherente optar por la Virgen.
Para facilitar su ejecución adjunto el formulario de la Misa y las lecturas.
El P. Muñoz brinda un amplio comentario en su libro “María. Proclamada por la Palabra. Celebrada por la Liturgia” . San Pablo.
Sugerencia para la Homilía
+ Hermanos: Trataré de ser cortito y preciso.
Ya estamos en la “antesala” del acontecimiento más grande de nuestra fe: la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. Y la Iglesia nos presenta a María junto a la cruz del Señor. ¿Querrá la Iglesia que participemos de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús con los sentimientos, la fe, la entrega, la confianza, la valentía de la Virgen?
Efectivamente es así. Esta es la propuesta. Acompañar a Jesús esta semana –y toda nuestra vida – con los sentimientos, la fe, la entrega, la confianza, la valentía de la Virgen.
+ ¿Cómo hacerlo? La Oración Colecta nos señala el camino presentándonos dos situaciones presentes en la vida de todos nosotros.
A.- “Las infinitas penas de la vida”
B.- “Los hermanos que sufren”
(Leer nuevamente la Oración enfatizando estas expresiones)
A.- Las infinitas penas de la vida.
Las vivió María y las vivimos también nosotros. ¿Quién no las tiene? Aquí están todos los sufrimientos “grandes y pequeños”, los dolores, contratiempos y problemas de “cada día”. De ellos habló Jesús: de “la cruz de cada día”. Cada uno examine su “cruz cotidiana” y comience a vivirla no con amargura sino unido al sufrimiento de Cristo, crucificado, y al valiente sufrimiento de la Virgen, junto a su hijo moribundo. Recordémoslo: la vida de la Virgen no fue un “entretenido paseo” por este mundo…
La fe y el amor, hermanos, no suprimen el dolor, pero le dan sentido, lo hacen valioso si lo unimos al sufrimiento redentor de Jesús y de María.
B.- Los hermanos que sufren
No hay que “dar muchas vueltas” para encontrarnos con ellos o con las instituciones que los atienden.
“Que imitando a la Virgen permanezcamos junto a los hermanos que sufren”, pide la oración. ¿Queremos consolar a la Virgen? Consolemos a tantos hermanos que sufren. ¿Queremos amar a María? Amemos, ayudemos, a tantos “hijos de María” que necesitan ayuda. ¿A qué madre no le agrada que alguien se preocupe por las necesidades de su hijo?
+ Termino porque empiezo a ser largo. ¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo? Exclamaba san Pablo. También la Virgen gritó en su corazón ¿Quién podrá apartarme del amor a Jesús? Y “como Virgen intrépida, sin temer las amenazas ni quebrarse en las persecuciones, guardó íntegra la fidelidad prometida a Dios” (Prefacio)
(Si es posible “se vuelve” hacia una imagen de la Virgen)
¡Virgen del Calvario! ¡Virgen de la agonía! ¡Virgen valiente e intrépida! Haz nuestro corazón semejante al tuyo. Amén
LA VIRGEN MARÍA
Misal JUNTO A LA CRUZ DEL SEÑOR
A medida que avanza el tiempo de Cuaresma, que está organizado a semejanza del camino de Jesús hacia la ciudad santa de Jerusalén, lugar de su oblación, se hace más frecuente la contemplación del misterio de la pasión de Cristo; de ahí que se haga más frecuente también, en el corazón de los fieles, el recuerdo del sufrimiento compartido de santa María Virgen.
En los Propios tanto de las Iglesias particulares como de los Institutos religiosos encontramos varios formularios que celebran a la Madre participado en la pasión de su Hijo. El formulario que aquí se propone proviene, a excepción del prefacio, del Propium missarum Ordinis Fratum Servorum beatae Mariae Virginis, Curia general OSM, Roma 1972, pp. 24-27.
Los textos de la misa ilustran el misterio de la pasión de Cristo, que, de un modo misterioso, continúa completándose en “infinitas penas de la vida de sus miembros” (Co); por eso son adecuadas a esta celebración aquellas palabras del Apóstol: “Completo en mi carne los dolores de Cristo, sufriendo por su cuerpo que es la Iglesia” (Ant com, Col 1, 24).
Santa María, “Reina del cielo y Señora del mundo” (Ver ev), estuvo junto a la cruz de su Hijo (cf. Ant entr, Ev, Jn 19, 25- 27) “dolorosa” (Co), “sufriendo” (Ver ev), “intrépida” y “fiel” (Pf), cumpliendo diversas funciones de salvación y “para dar cumplimiento a las figuras antiguas” (Pf). En efecto, la santísima Virgen estuvo junto al Hijo moribundo en la cruz:
-- como cooperadora de la redención (cf. So), asociada por sus dolores de madre al sacrificio del Hijo, sumo sacerdote (cf. Dc)
-- como nueva Eva, en la que se cumplió la profecía sobre la función salvadora de la “Mujer” (f. Gn 3, 15; Jn 19, 26; Ap 12, 1): así como la primera mujer había contribuido “a la muerte”, así la segunda -María- contribuyó “a la vida” (cf. Pf, LG 56)
--como la Sión Madre, a la que saludan todos los pueblos diciendo; “Todas mis fuentes están en ti” (Sal 86 (87), 7), ya que recibe con amor materno “a los hombres dispersos, reunidos por la muerte de Cristo” (Pf, cf. Jn 11, 52);
-- como modelo de la Iglesia, que, contempládola como “Virgen intrépida”, “guarda íntegra la fidelidad prometida al Esposo (Pf, cf. L.G 64)

Antífona de entrada
Junto a la cruz de Jesús estaba su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena

Oración colecta

Señor, Dios nuestro,
por un designio misterioso de tu providencia
completas lo que falta a la pasión de Cristo
con las infinitas penas de la vida de sus miembros;
concédenos que,
a imitación de la Virgen Madre dolorosa
que estuvo junto a la cruz de su Hijo moribundo,
así nosotros
permanezcamos junto a los hermanos que sufren
para darle consuelo y amor
Por nuestro Señor Jesucristo.

Oración sobre las ofrendas

Recibe, Señor, las ofrendas de tu pueblo,
y conviértelas en el sacramento de nuestra redención,
en la que cooperó generosamente la Virgen,
permaneciendo intrépida junto al altar de la cruz.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio

JUNTO A LA CRUZ DEL HIJO
LA MADRE PERMANECIÓ FIEL

V.- El Señor esté con vosotros.
R.- Y con tu espíritu

V.- Levantemos el corazón.
R.- Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V.- Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R.- Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.

Porque en tu providencia estableciste
que la Madre permaneciera fiel
junto a la cruz de tu Hijo,
para dar cumplimiento a las antiguas figuras,
y ofrecer un ejemplo nuevo de fortaleza.

Ella es la Virgen santa
que resplandece como nueva Eva,
para que así como una mujer contribuyó a la muerte
así también la mujer contribuyera a la vida.

Ella es la misteriosa Madre de Sión
que recibe con amor materno
a los hombres dispersos,
reunidos por la muerte de Cristo.

Ella es el modelo de la Iglesia Esposa,
que, como Virgen intrépida,
sin temer las amenazas
ni quebrarse en las persecuciones,
guarda íntegra la fidelidad prometida al Esposo.

Por eso,
unidos a los coros angélicos,
te aclamamos llenos de gracia:

Santo, santo, Santo…



Antífona de comunión

Completo en mi carne los dolores de Cristo, sufriendo por su cuerpo que es la Iglesia.

Oración después de la comunión

Después de recibir la prenda de nuestra salvación,
te pedimos, Señor,
que, por los méritos del sacrificio de Cristo, sumo sacerdote,
y de los dolores de la Virgen,
el Espíritu Santo, presente con plenitud en la Iglesia,
inunde con su amor el mundo entero.
Por Jesucristo nuestro Señor.

























Lecturas

LA VIRGEN MARIA
JUNTO A LA CRUZ DEL SEÑOR

PRIMERA LECTURA
No perdonó a su propio Hijo

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 31b- 39

Hermanos:
Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará todo con él?
¿Quién acusará a los elegidos de Dios? ¿Dios, el que justifica? ¿Quién condenará? ¿Será acaso Cristo, que murió, más aún, resucitó y está a la derecha de Dios, y que intercede por nosotros?
¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo?: ¿la aflicción? ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada?, como dice la Escritura: “Por tu causa nos degüellan cada día, nos tratan como a ovejas de matanza”
Pero en todo esto vencemos fácilmente por aquel que nos ha amado. Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro.

Palabra de Dios

Salmo responsorial. Sal 17, 2-3. 5-6. 7. 19-20 (R.: 7ª)

R.- En el peligro invoqué al Señor

Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza;
Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador,
Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío,
mi fuerza salvadora, mi baluarte. R.

Me cercaban olas mortales,
torrentes destructores me aterraban,
me envolvían las redes del abismo,
me alcanzaban los lazos de la muerte. R.

En el peligro invoqué al Señor,
grité a mi Dios:
desde su templo él escuchó mi voz,
y mi grito llegó a sus oídos. R.

Me acosaban el día funesto,
pero el Señor fue mi apoyo:
me sacó a un lugar espacioso,
me libró porque me amaba. R.

Versículo antes del evangelio

Estaba santa María,
Reina del cielo y Señora del mundo,
sufriendo junto a la cruz del Señor.

EVANGELIO

Junto a la cruz de Jesús estaba su madre.

+ Lectura del santo evangelio según san Juan 19, 25 – 27

En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaba su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena…
Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre:

-- “Mujer , ahí tienes a tu hijo.”
Luego, dijo al discípulo:
-- “ Ahí tienes a tu madre”
Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.

Palabra del Señor