domingo, 13 de junio de 2010

Lecturas y homilias de la undécima semana del tienpo ordinario

Undécima semana del Tiempo Ordinario (del 14/6/2010 al 19/6/2010)

Introducción a la semana - Lunes - Martes - Miércoles - Jueves - Viernes - Sábado
Introducción a la semana

En esta semana todos los días, son desde el punto de vista litúrgico “de feria”. Las eucaristías nos ofrecen por ello todos los días lectura continua. La primera lectura sigue siendo del primer libro de los Reyes. Los primeros días el protagonismo es el de Elías. Ha de intervenir en el crimen del poderoso, que no contento con lo que tiene, acaba con la vida del pobre para hacerse con su viña. La intervención de Elías, como no puede ser menos, es dura. Luego nos encontramos con el momento en que Eliseo recoge el relevo de Elías, dos tercio de su espíritu. El miércoles la lectura es del Eclesiástico, pero porque ofrece un texto referido a Elías. Los días siguientes muestra el terrible espectáculo de mortales enfrentamientos palaciegos y de cómo los poderosos se separan de Yahvé. El evangelio de san Mateo va desgranando las catequesis de Jesús a sus discípulos que pertenece al Sermón de la Montaña. Son textos que van configurando la enseñanza moral de Jesús. Quien quiera conocer el pensamiento de Jesús ha de ir a ese sermón.

Fray Juan José de León Lastra, OP
Coordinador de "La Palabra al día"
Lunes, 14/6/2010
“No hagáis frente al que os agravia”.

I. Contemplamos la Palabra
Lectura del primer libro de los Reyes 21, 1-16

Por aquel tiempo, Nabot, el de Yezrael, tenia una viña pegando al palacio de Ajab, rey de Samaria. Ajab le propuso: -«Dame la viña para hacerme yo una huerta, porque está al lado, pegando a mi casa; yo te daré en cambio una viña mejor o, si prefieres, te pago en dinero.» Nabot respondió: -«¡Dios me libre de cederte la heredad de mis padres!» Ajab marchó a casa malhumorado y enfurecido por la respuesta de Nabot, el de Yezrael, aquello de: «No te cederé la heredad de mis padres. » Se tumbó en la cama, volvió la cara y no quiso probar alimento. Su esposa Jezabel se le acercó y le dijo: -«¿Por qué estás de mal humor y no quieres probar alimento?» Él contestó: -«Es que hablé a Nabot, el de Yezrael, y le propuse: "Véndeme la viña o, si prefieres, te la cambio por otra." Y me dice: "No te doy mi viña." » Entonces Jezabel dijo: -«¿Y eres tú el que manda en Israel? ¡Arriba! A comer, que te sentará bien. ¡Yo te daré la viña de Nabot, el de Yezrael!» Escribió unas cartas en nombre de Ajab, las selló con el sello del rey y las envió a los ancianos y notables de la ciudad, paisanos de Nabot. Las cartas decían: «Proclamad un ayuno y sentad a Nabot en primera fila. Sentad en frente a dos canallas que declaren contra él: "Has maldecido a Dios y al rey." Lo sacáis afuera y lo apedreáis hasta que muera. » Los paisanos de Nabot, los ancianos y notables que vivían en la ciudad, hicieron tal como les decía Jezabel, según estaba escrito en las cartas que hablan recibido. Proclamaron un ayuno y sentaron a Nabot en primera fila; llegaron dos canallas, se le sentaron enfrente y testificaron contra Nabot públicamente: -«Nabot ha maldecido a Dios y al rey.» Lo sacaron fuera de la ciudad y lo apedrearon hasta que murió. Entonces informaron a Jezabel: -«Nabot ha muerto apedreado.» En cuanto oyó Jezabel que Nabot había muerto apedreado, dijo a Ajab: -«Hala, toma posesión de la viña de Nabot, el de Yezrael, que no quiso vendértela. Nabot ya no vive, ha muerto.» En cuanto oyó Ajab que Nabot había muerto, se levantó y bajó a tomar posesión de la viña de Nabot, el de Yezrael.
Sal 5, 2-3. 5-6. 7 R. Atiende a mis gemidos, Señor.

Señor, escucha mis palabras, atiende a mis gemidos, haz caso de mis gritos de auxilio, Rey mío y Dios mío. R. Tú no eres un Dios que ame la maldad, ni el malvado es tu huésped, ni el arrogante se mantiene en tu presencia. R. Detestas a los malhechores, destruyes a los mentirosos; al hombre sanguinario y traicionero lo aborrece el Señor. R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 38-42

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Habéis oído que se dijo: "Ojo por ojo, diente por diente". Yo, en cambio, os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehuyas.»

II. Compartimos la Palabra

El pasaje del Evangelio que nos narra este lunes Mateo es la interpretación o el cambio de sentido que hace Jesús del clásico aforismo judaico del “ojo por ojo, diente por diente”.
La pregunta a la que se nos remite por medio de este aforismo es clara: ¿Que hacer cuando alguien nos hace un mal? ¿Qué hacer cuando nos sentimos ofendidos?.

Esta es la pregunta y la respuesta judía nos llevan a la dimensión del hacer: “ojo por ojos, diente por diente”. La respuesta cristiana no nos lleva a la dimensión del hacer, ¿qué hacer ante la ofensa?, sino a la dimensión del ser: ¿Cómo ser yo frente a la ofensa? Cuando nos ofenden creemos que nos han tocado en las raíces de nuestra persona y, en consecuencia, tendemos a reaccionar para defendernos.Y, si nos fijamos, justamente hemos sido dominados por la persona que creemos que nos ha ofendido, ya que reaccionamos a ella. La respuesta que nos propone Jesús, en este evangelio, se mueve en otra dirección: ante la ofensa no me dejo dominar por ella ni por el otro, sino que soy yo, libremente y en conciencia, el que respondo poniendo la otra mejilla. E incluso más: la ofensa me puede llevar a una pregunta vital: ¿por qué me ha producido tanto dolor esto que me ha hecho o dicho tal persona? ¿Qué se revuelto en mi fuero interno? La respuesta es personal, pero sin querer poner Luz y Verdad en mi vida, nunca podré responder a la pregunta. Jesús, en definitiva, ha transformado una respuesta en el nivel del hacer por una respuesta en el nivel del ser. La frase de Jesús podríamos completarla diciendo: No hagáis frente al que os agravia, porque sino perderéis la libertad y la Verdad.


Fray José Rafael Reyes GonzálezFray José Rafael Reyes González
Casa Natalicia de San Vicente Ferrer - Valencia
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Martes, 15/6/2010
“Amad a vuestros enemigos… así seréis hijos de vuestro Padre”.

I. Contemplamos la Palabra
Lectura del primer libro de los Reyes 21, 17-29

Después de la muerte de Nabot, el Señor dirigió la palabra a Ellas, el tesbita: -«Anda, baja al encuentro de Ajab, rey de Israel, que vive en Samaria. Mira, está en la vifía de Nabot, adonde ha bajado para tomar posesión. Dile: "Así dice el Señor: '¿Has asesinado, y encima robas?' Por eso, así dice el Señor: 'En el mismo sitio donde los perros han lamido la sangre de Nabot, a ti también los perros te lamerán la sangre.» Ajab dijo a Elías: -«¿Conque me has sorprendido, enemigo mío?» Y Elías repuso: -«¡Te he sorprendido! Por haberte vendido, haciendo lo que el Señor reprueba, aquí estoy para castigarte; te dejaré sin descendencia, te exterminaré todo israelita varón, esclavo o libre. Haré con tu casa como con la de Jeroboán, hijo de Nabat, y la de Basá, hijo de Ajías, porque me has irritado y has hecho pecar a Israel. También ha hablado el Señor contra Jezabel: "Los perros la devorarán en el campo de Yezrael. " A los de Ajab que mueran en poblado los devorarán los perros, y a los que mueran en descampado los devorarán las aves del cielo.» Y es que no hubo otro que se vendiera como Ajab para hacer lo que el Sefior reprueba, empujado por su mujer Jezabel. Procedió de manera abominable, siguiendo a los ídolos, igual que hacían los amorreos, a quienes el Señor había expulsado ante los israelitas. En cuanto Ajab oyó aquellas palabras, se rasgó las vestiduras, se vistió un sayal y ayunó; se acostaba con el sayal puesto y andaba taciturno. El Señor dirigió la palabra a Ellas, el tesbita: -«¿Has visto cómo se ha humillado Ajab ante mí? Por haberse humillado ante mi, no lo castigaré mientras viva; castigaré a su familia en tiempo de su hijo. »
Sal 50, 3-4. 5-6a. 11 y 16 R. Misericordia, Señor: hemos pecado.

Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado. R. Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra ti,contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces. R. Aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa. Líbrame de la sangre, oh Dios, Dios, Salvador mío, y cantará mi lengua tu justicia. R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 43-48

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto.»

II. Compartimos la Palabra

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“Amad a vuestros enemigos… así seréis hijos de vuestro Padre”

Aunque conocemos las dos lecturas de hoy, después de haberlas escuchado muchos años, no dejan, una vez más, de causarnos una cierta perplejidad y sorpresa. La sorpresa de ver que tienen contenidos y enseñanzas diferentes. La primera reacción del Señor ante el terrible crimen que cometió Ajab, ayudado por su mujer Jezabel… no deja de chocarnos a los que hemos oído a Cristo Jesús. “Aquí estoy para castigarte; te dejaré sin descendencia, te exterminaré todo israelita varón, esclavo o libre” (aunque su reacción final es algo distinta ante el arrepentimiento y humillación de Ajab). Cristo Jesús en el evangelio va en otra dirección: “Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os aborrecen y rezad por los que os persiguen y calumnian”. Y la razón que nos da para ello es que ese es el comportamiento de “nuestro Padre que está en el cielo”.

Lo del evangelio de hoy no fue un desliz que tuvo Jesús. Va en la línea de su constante actuación y de todas sus palabras. Porque era Dios, porque era Amor, guió toda su vida por el Amor y perdonó a todos los que se acercaron a él con el corazón arrepentido, perdonó incluso a los que le clavaron en la cruz, y tuvo que defenderse de quienes le achacaban que tenía la mano demasiado ancha y que perdonaba a todos: “Id y aprended qué significa misericordia quiero y no sacrificio. Porque no he venido yo a llamar a los justos, sino a los pecadores”.

Fray Manuel Santos SánchezFray Manuel Santos Sánchez
La Virgen del Camino
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Miércoles, 16/6/2010
"Tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará"

I. Contemplamos la Palabra
Lectura del segundo libro de los Reyes 2. 1. 6-14

Cuando el Señor iba a arrebatar a Ellas al cielo en el torbellino, Ellas y Elíseo se marcharon de Guilgal. Llegaron a Jericó, y Ellas dijo a Elíseo: -«Quédate aquí, porque el Señor me envía solo hasta el Jordán. » Eliseo respondió: -«¡Vive Dios! Por tu vida, no te dejaré.» Y los dos siguieron caminando. También marcharon cincuenta hombres de la comunidad de profetas y se pararon frente a ellos, a cierta distancia. Los dos se detuvieron junto al Jordán; Ellas cogió su manto, lo enrolló, golpeó el agua, y el agua se dividió por medio, y as! pasaron ambos a pie enjuto. Mientras pasaban el río, dijo Elías a Elíseo: -«Pídeme lo que quieras antes de que me aparten de tu lado.» Eliseo pidió: -«Déjame en herencia dos tercios de tu espíritu.» Elías comentó: -« ¡No pides nada! Si logras verme cuando me aparten de tu lado, lo tendrás; si no me ves, no lo tendrás.» Mientras ellos seguían conversando por el camino, los separó un carro de fuego con caballos de fuego, y Elías subió al cielo en el torbellino. Eliseo lo miraba y gritaba: -«¡ Padre mío, padre mío, carro y auriga de Israel! » Y ya no lo vio más. Entonces agarró su túnica y la rasgó en dos; luego recogió el manto que se le había caído a Elías, se volvió y se detuvo a la orilla del Jordán; y agarrando el manto de Elías, golpeó el agua diciendo: -«¿Dónde está el Dios de Elías, dónde?» Golpeó el agua, el agua se dividió por medio, y Eliseo cruzó.
Sal 30, 20. 21. 24 R. Sed fuertes y valientes de corazón, los que esperáis en el Señor.

Qué bondad tan grande, Señor,reservas para tus fieles, y concedes a los que a ti se acogen a la vista de todos. R. En el asilo de tu presencia os escondes de las conjuras humanas; os ocultas de tu tabernáculo, frente a las lenguas pendencieras. R. Amad al Señor, fieles suyos; el Señor guarda a sus leales, y a los soberbios les paga con creces. R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 6, 1-6- 16-18

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; os aseguro que ya han recibido su paga.Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará. Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará. Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los hipócritas que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará.»

II. Compartimos la Palabra

Hoy se nos narra el final de Elías y el comienzo de Eliseo. En medio de imágenes simbólicas, Elías es arrebatado misteriosamente al cielo. De forma tan misteriosa que, incluso en tiempo de Jesús, la gente preguntará al Bautista: “¿Eres tú Elías?” (Jn 1,21).

Y Jesús, en el Evangelio, instruirá a sus discípulos, diciéndoles: Cuidad de no practicar vuestra justicia, vuestra religión, delante de los hombres para que vean lo buenos que sois. No os servirá de nada en visión de eternidad.

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¿Cómo recoger hoy el manto de Elías?

Eliseo tomó el manto de Elías, es decir, encarnó su espíritu profético y continuó el papel y la misión que éste había tenido antes. Y, en ese sentido, Elías no había muerto, continuaba profetizando, escuchando a Dios y yendo, en su nombre, a intentar restablecer la Alianza eterna entre Dios y los hombres.

Inmediatamente antes de Jesús, san Lucas dice de Juan Bautista: “Estará con él el espíritu y el poder de Elías” (1,17). ¿Con quién está hoy su espíritu y su poder? ¿Quiénes son hoy los Eliseos y Bautistas que ostentan su espíritu, escuchan a Dios como ellos y hablan a los hombre de su alianza con Dios?

Al igual que Eliseo, tampoco nosotros podemos exigir el espíritu profético de Elías. Es algo que pertenece a Dios. Pero, sí podemos y debemos aspirar a que Dios pueda contar con nosotros, como contó con Elías y Eliseo, para que su Alianza con los hombres puede ser hoy una realidad, aunque necesitemos que Elías nos anime en nuestro Tabor particular como lo hizo con Pedro, Santiago y Juan (Mt 17,3).

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Autenticidad sin apariencias ni ostentación

Jesús pide y exige a sus discípulos y seguidores autenticidad. No aparentar lo que no somos ni ocultar lo que somos. Mirar a Dios cuando hacemos las cosas mandadas, no a los hombres para ser vistos por ellos.

Buena es la limosna, pero cuando la hacemos para presumir, para que nos vean los demás, degradamos lo más bello que tiene la entrega a los demás por nuestra ostentación y afán de exhibición.

Imprescindible la oración, pero cuando la hacemos para que vean los demás lo piadosos que somos, en lugar de encuentro con Dios es encuentro con nosotros mismos y con los demás.
Inexcusable el ayuno, pero cuando ayunamos de cara a la galería, en lugar de ser renuncia al exceso, al consumismo, se convierte en pretexto y disfraz para buscarnos a nosotros mismos.
Evitar la hipocresía y buscar la integridad. Lo que al final cuenta es lo que Dios piense de nosotros. “Y tu Padre, que ve en lo escondido, te premiará”.


Fray Hermelindo Fernández RodríguezFray Hermelindo Fernández Rodríguez
La Virgen del Camino
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Jueves, 17/6/201
“Vuestro Padre el cielo sabe lo que os hace falta”.

I. Contemplamos la Palabra
Lectura del libro del Eclesiástico 48, 1-15

Surgió Elías, un profeta como un fuego, cuyas palabras eran horno encendido. Les quitó el sustento del pan, con su celo los diezmó; con el oráculo divino sujetó el cielo e hizo bajar tres veces el fuego. ¡Qué terrible eras, Elías!; ¿quién se te compara en gloria? Tú resucitaste un muerto, sacándolo del abismo por voluntad del Señor; hiciste bajar reyes a la tumba y nobles desde sus lechos; ungiste reyes vengadores y nombraste un profeta como sucesor. Escuchaste en Sinal amenazas y sentencias vengadoras en Horeb. Un torbellino te arrebató a la altura; tropeles de fuego, hacia el cielo. Está escrito que te reservan para el momento de aplacar la ira antes de que estalle, para reconciliar a padres con hijos, para restablecer las tribus de Israel. Dichoso quien te vea antes de morir, y más dichoso tú que vives. Elías fue arrebatado en el torbellino, y Eliseo recibió dos tercios de su espíritu. En vida hizo múltiples milagros y prodigios, con sólo decirlo; en vida no temió a ninguno, nadie pudo sujetar su espíritu; no hubo milagro que lo excediera: bajo él revivió la carne; en vida hizo maravillas y en muerte obras asombrosas.
Sal 96, 1-2. 3-4. 5-6. 7 R. Alegraos, justos, con el Señor.

El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables. Tiniebla y nube lo rodean, justicia y derecho sostienen su trono. R. Delante de él avanza fuego, abrasando en torno a los enemigos; sus relámpagos deslumbran el orbe, y, viéndolos, la tierra se estremece.R. Los montes se derriten como cera ante el dueño de toda la tierra; los cielos pregonan su justicia, y todos los pueblos contemplan su gloria. R. Los que adoran estatuas se sonrojan, los que ponen su orgullo en los ídolos; ante él se postran todos los dioses. R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 6, 7-15

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes que lo pidáis. Vosotros rezad así: "Padre nuestro del cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy el pan nuestro de cada día, perdónanos nuestras ofensas, pues nosotros hemos perdonado a los que nos han ofendido, no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno." Porque si perdonáis a los demás sus culpas, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas.»

II. Compartimos la Palabra

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“Surgió Elías, un profeta como un fuego, cuyas palabras eran horno encendido”

El jueves pasado, veíamos como , Santiago, en su carta, ponía a Elías como modelo de oración,, hoy es el libro del Sirácida o Eclesiástico, el que hace el elogio de este gran profeta. Dice de él que sus palabras eran horno encendido, es que el celo que Elías tenía por Yhaveh le hacía clamor para restaurar la Alianza de su pueblo con el Dios vivo.

Dios lo condujo hasta el monte Horeb y allí se le manifestó, en el mismo lugar en el que Moisés vio a Yhaveh de espaldas. Elías, como Moisés, es el paladín de la gloria de Dios y fuente de santidad para su pueblo:”Estoy lleno de ardiente celo por Yhaveh Sabaoth” (Reyes 19,10).

La lectura de hoy cuenta los grandes prodigios que Elías realizó, su coraje, su valentía al cantar la gloria de Dios y defender a los oprimidos por los grandes de la tierra.
Podemos ver reflejado en Elías el espíritu dominicano: “Contemplar, dar a los demás lo contemplando y vivir una profunda compasión con los pobres y necesitamos.
¿Lo vivimos así?. Trabajemos por conseguirlo.



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“Vuestro Padre el cielo sabe lo que os hace falta”

Para orar, que es encuentro de Dios con el hombre y de este con Dios, encontramos en Cristo Camino para llegar al Padre, el mejor maestro. El nos enseña cómo debemos dirigirnos al Padre “Que sabe lo que necesitamos”, y nos aconseja a no hablar mucho, a abrir confiadamente el corazón a nuestro Padre Dios. El evangelio de hoy proclama, la mejor de todas las oraciones, enseñada por el mismo Cristo.

Los santos Padres, han dicho maravillas sobre el Padre nuestro, a ellos me remito si queremos profundizar en su grandeza.

Hoy vamos a resaltar cómo, esta oración, nos lleva a la plenitud del Reino que es el Amor de Dios; nos conduce al Padre para alabarlo y pedir que cumplamos su voluntad como verdaderos hijos, pero, también nos lleva al amor de los hermanos pidiendo el pan y el perdón del Padre y de los hermanos para el restablecimiento de la Filiación y de la Fraternidad.

Oremos confiadamente, para que el Reino de Dios sea una realidad en nuestros corazones y sepamos, con nuestra vida, proclamarlo al mundo entero.


Hna. Maria Pilar Garrúes El CidHna. Maria Pilar Garrúes El Cid
Misionera Dominica del Rosario

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Viernes, 18/6/2010
"Donde está tu tesoro, allí está tu corazón"

I. Contemplamos la Palabra
Lectura del segundo libro de los Reyes 11, 1-4.9-18. 20

En aquellos días, cuando Atalía, madre del rey Ocozías, vio que su hijo había muerto, empezó a exterminar a toda la familia real. Pero cuando los hijos del rey estaban siendo asesinados, Josebá, hija del rey Jorán y hermana de Ocozías, raptó a Joás, hijo de Ocozías, y lo escondió con su nodriza en el dormitorio; así, se lo ocultó a Atalía y lo libró de la muerte. El niño estuvo escondido con ella en el templo durante seis años, mientras en el país reinaba Atalía. El año séptimo, Yehoyadá mandó a buscar a los centuriones de los caria s y de la escolta; los llamó a su presencia, en el templo, se juramentó con ellos y les presentó al hijo del rey. Los centuriones hicieron lo que les mandó el sacerdote Yehoyadá; cada uno reunió a sus hombres, los que estaban de servicio el sábado y los que estaban libres, y se presentaron al sacerdote Yehoyadá. El sacerdote entregó a los centuriones las lanzas y los escudos del rey David, que se guardaban en el templo. Los de la escolta empuñaron las armas y se colocaron entre el altar y el templo, desde el ángulo sur hasta el ángulo norte del templo, para proteger al rey. Entonces Yehoyadá sacó al hijo del rey, le colocó la diadema y las insignias, lo ungió rey, y todos aplaudieron, aclamando: -«¡Viva el rey!» Atalía oyó el clamor de la tropa y se fue hacia la gente, al templo. Pero, cuando vio al rey en pie sobre el estrado, como es costumbre, ya los oficiales y la banda cerca del rey, toda la población en fiesta y las trompetas tocando, se rasgó las vestiduras y gritó: -«¡Traición, traición!» El sacerdote Yehoyadá ordenó a los centuriones que mandaban las fuerzas: -«Sacadla del atrio. Al que la siga lo matáis.» Pues no quería que la matasen en el templo. La fueron empujando con las manos y, cuando llegaba a palacio por la puerta de las caballerizas, allí la mataron. Yehoyadá selló el pacto entre el Señor y el rey y el pueblo, para que éste fuera el pueblo del Señor. Toda la población se dirigió luego al templo de Baal; lo destruyeron, derribaron sus altares, trituraron las imágenes, y a Matán, sacerdote de Baal, lo degollaron ante el altar. El sacerdote Yehoyadá puso guardias en el templo. Toda la población hizo fiesta, y la ciudad quedó tranquila. A Atalía la habían matado en el palacio.
Sal 131, 11. 12. 13-14. 17-18 R. El Señor ha elegido a Sión, ha deseado vivir en ella.

El Señor ha jurado a David una promesa que no retractará: «A uno de tu linaje pondré sobre tu trono.» R. «Si tus hijos guardan mi alianza y los mandatos que les enseño, también sus hijos, por siempre, se sentarán sobre tu trono.» R. Porque el Señor ha elegido a Sión, ha deseado vivir en ella: «Ésta es mi mansión por siempre, aquí viviré porque la deseo.» R. «Haré germinar el vigor de David, enciendo una lámpara para mi Ungido. A sus enemigos los vestiré de ignominia, sobre él brillará mi diadema.» R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 6, 19-23

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«No atesoréis tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen, donde los ladrones abren boquetes y los roban. Atesorad tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que se los coman ni ladrones que abran boquetes y roben. Porque donde está tu tesoro allí está tu corazón. La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero tendrá luz; si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero estará a oscuras. Y si la única luz que tienes está oscura, ¡cuánta será la oscuridad! »

II. Compartimos la Palabra

*
" Ungió a Joás, y todos aclamaron: ¡Viva el rey!".

El pueblo de Israel se ha contaminado con los cultos idolátricos de los pueblos vecinos, y se ha olvidado de la Alianza pactada con Dios. Responsables de este desvío son sus reyes. Los profetas Elías y Eliseo son los portavoces del Dios verdadero que anuncian los males que sobrevendrán.

La lectura de hoy nos presenta a la reina Atalía, que ha usurpado el trono haciendo matar a toda la familia real. Pero Dios salvó la vida de un vástago de David: Joas, un hijo del rey Ocozías. El niño estuvo escondido en el templo bajo la tutela y educación del sacerdote Yehoyadá. El rey de Israel debía ser un rey teocráctico, que regía al pueblo en nombre de Yahveh.

El sacerdote unge a Joas y lo proclama rey; y el pueblo, a su vez, lo acoge con gozo. Joas fue fiel a la Alianza, aunque no consiguió que desaparecieran totalmente los altares donde se daba culto a otros dioses.

El Señor ha jurado a David: a uno de tu linaje pondré sobre tu trono, y sobre él brillará mi diadema.

El mensaje, la lección actualizada de esta lectura puede ser el reconocimiento por nuestra parte que Dios tiene sus planes, que no siempre coinciden con los nuestros. Dios es siempre fiel a su Palabra. Y nosotros sólo podemos serle fieles en su misma Fidelidad.

*
" Donde está tu tesoro, allí está tu corazón".

El evangelio de Mateo recoge una serie de dichos o sentencias que Jesús enseñaba a las gentes que le seguían. Hoy nos dice: “no amontonéis tesoros…”. Se trata de tesoros perecederos, que roe la polilla o se llevan los ladrones.

Hay un tesoro, el de la felicidad, que precisamente brota de nuestro mismo corazón. “No es más rico el que más tiene, sino el que de menos necesita” (S. Agustín). Porque Dios nos ha colmado de unos valores, de unos dones de gracia y de naturaleza que nos capacitan para SER, que es lo esencial; lo de “tener”, vale poco.

El hombre fue creado con una capacidad infinita para poseer al mismo Dios. Pero si se empeña en ambicionar las cosas de la tierra, embadurna su espíritu, se le nubla la vista y ya no descubre a Dios en lo que le rodea.

El poeta canta: “¡Qué bello es vivir para amar! ¡Qué grande es tener para dar! Dar alegría, felicidad, darse uno mismo, ¡eso es amar!”. Y… ¿qué más queremos? Y… ¿para qué?



MM. Dominicas Monasterio Ntra. Sra. de la PiedadMM. Dominicas Monasterio Ntra. Sra. de la Piedad Valencia
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Sábado, 19/6/2010
"Sobre todo buscad el reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura".

I. Contemplamos la Palabra
1ª Lectura: 2ª Crónicas 24, 17-25

Después de la muerte de Yehoyadá vinieron los jefes de Judá a postrarse delante del rey, y entonces el rey les prestó oído. Abandonaron la Casa de Yahveh, el Dios de sus padres, y sirvieron a los cipos y a los ídolos; la cólera estalló contra Judá y Jerusalén a causa de esta culpa suya. Yahveh les envió profetas que dieron testimonio contra ellos para que se convirtiesen a él, pero no les prestaron oído. Entonces el espíritu de Dios revistió a Zacarías, hijo del sacerdote Yehoyadá que, presentándose delante del pueblo, les dijo: “Así dice Dios: ¿Por qué traspasáis los mandamientos de Yahveh? No tendréis éxito; pues por haber abandonado a Yahveh, él os abandonará a vosotros”. Mas ellos conspiraron contra él, y por mandato del rey le apedrearon en el atrio de la Casa de Yahveh. Pues el rey Joás no se acordó del amor que le había tenido Yehoyadá, padre de Zacarías, sino que mató a su hijo, que exclamó al morir: “¡Véalo Yahveh y exija cuentas!”. A la vuelta de un año subió contra Joás el ejército de los arameos, que invadieron Judá y Jerusalén, mataron de entre la población a todos los jefes del pueblo, y enviaron todo el botín al rey de Damasco, pues aunque el ejército de los arameos había venido con poca gente, Yahveh entregó en sus manos a un ejércitomuy grande; porque habían abandonado a Yahveh, el Dios de sus padres. De este modo los arameos hicieron justicia con Joás. Y cuando se alejaron de él, dejándole gravemente enfermo, se conjuraron contra él sus servidores, por la sangre del hijo del sacerdote Yehoyadá, le mataron en su lecho y murió. Le sepultaron en la Ciudad de David, pero no le sepultaron en los sepulcros de los reyes.
Sal 88, 4-5. 29-30. 31-32. 33-34 R. Le mantendré eternamente mi favor.

Sellé una alianza con mi elegido, jurando a David, mi siervo: «Te fundaré un linaje perpetuo, edificaré tu trono para todas las edades.» R. «Le mantendré eternamente mi favor, y mi alianza con él será estable; le daré una posteridad perpetua y un trono duradero como el cielo. » R. «Si sus hijos abandonan mi ley y no siguen mis mandamientos, si profanan mis preceptos y no guardan mis mandatos.» R. «Castigaré con la vara sus pecados y a latigazos sus culpas; pero no les retiraré mi favor ni desmentiré mi fidelidad.» R.
Evangelio: Mateo 6,24-34

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque despreciará a uno y querrá al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero. - Por eso os digo: No estéis agobiados por la vida, pensando qué vais a comer o beber, ni por el cuerpo, pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad a los pájaros: ni siembran, ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos? ¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida? ¿Por qué os agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos. Pues, si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe? No andéis agobiados, pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los gentiles se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre del cielo que tenéis necesidad de todo eso. Sobre todo buscad el reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le bastan sus disgustos. »

II. Compartimos la Palabra

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El carpe diem de Dios: una apuesta por la Providencia

Nos encontramos ante un evangelio, mezcla de hermosura, literatura, realismo y lección magistral.

En los tiempos que vivimos son cotidianas frases del tipo: “Hay que vivir al día”, “disfruta el momento”, “vive el presente”. Vivimos en una cultura del ya, del ahora, de lo inmediato; como si el mañana no existiera, o no nos importara, sin ser conscientes que si no hay mañana desaparece la esperanza, motor de la vida del ser humano.

Pero también es verdad que muchas veces, aun con estas frases tan cotidianas, nos situamos en el extremo opuesto. Vivimos todos nuestros proyectos en el mañana, programamos y planeamos todo de tal manera que no dejamos lugar a la sorpresa. Proyectamos nuestro mañana sobre las claves que sabemos que podemos manejar y manipular: dinero, vestido… pero no programamos desde el sentido, desde la felicidad porque no están al alcance de nuestra manipulación, así no solo matamos la esperanza, sino que matamos la propia vida.

¿Acaso el ser humano no puede vivir desde el equilibrio? ¿Dónde se encuentra este equilibrio?

Jesús nos ofrece en el evangelio de hoy una respuesta original y atrevida, bien podríamos llamarla el “Carpe Diem de Dios”. Sin duda, Jesús nos invita a vivir en el presente, pero a vivir en el presente con la esperanza del mañana puesta en manos del Padre.

Quien ha experimentado el amor sabe que no hay posibilidad de programación, el enamorado disfruta del momento presente, sabiendo que su máxima esperanza reside en permanecer mañana junto al amante, ahí es dónde reside el sentido de su presente y de su futuro. En este amor no caben medias tintas, no cabe servir a dos señores, solo cabe la exclusividad de quien sabe que en el amor está el sentido y fin último de su ser. ¿Acaso la experiencia de Dios no es una experiencia de Amor en su más profunda y pura esencia?

No se trata de despreocuparnos del mañana, y mucho menos de despreocuparnos del prójimo, como si el sufrimiento de quien está a nuestro lado fuera voluntad de Dios. Nuestra fe ha de llevarnos a centrar nuestra preocupación en la realización de todo ser humano, en buscar y construir el Reino de Dios, en hacer de nuestro mundo un espacio de justicia, en definitiva, en construir caminos y cauces de sentido para todo ser humano, sea cual sea su realidad y condición; caminos que nacen en el hoy y se proyectan hacia el mañana, pero que se proyectan en las manos del Padre, del Dios de Jesús, para quién cada ser humano es centro y objeto de su amor más profundo.

Jesús nos invita a no preocuparnos por el mañana, sino a ocuparnos del mañana. A dejar nuestra vida en manos del Padre, y esto no es otra cosa que dejar que el Padre y el evangelio se conviertan en centro y guía de nuestra existencia, a hacer del Reino de Dios nuestra máxima prioridad. Busquemos, pues el Reino de Dios y todo lo demás se nos dará por añadidura.


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Comentario de Nuestro Director con relación al Celibato Sacerdotal

El celibato, técnicamente entendido, es la opción de no contraer matrimonio. Pero más allá de tecnicismos es una riqueza que muchos hombres han abrazado como una convicción personal de entregarse plenamente al servicio de Dios y de la Iglesia. Es una consagración en cuerpo y alma. La Iglesia, para ordenar sacerdotes, elige de entre esos hombres. Por lo cual no debe verse el celibato como un requisito para la ordenación sacerdotal sino como una opción previa de vida cristiana.
Por otra parte, no sería lícito ni verosímil que un presbítero pase a ser Diácono Permanente. En primer lugar porque es Presbítero, en segundo lugar porque la Iglesia permite ordenarse de Diáconos a hombres ya casados (si son célibes deben permanecer así) y en tercer lugar porque no se trata de funcionalidad sino de entrega. El Diaconado no puede usarse como premio consuelo.
P. Juan Morre
diaconos.permanentes@gmail.com