lunes, 20 de septiembre de 2010

Vigésima quinta semana del Tiempo Ordinario (del 20/9/2010 al 25/9/2010)

Las lecturas y homilias de la semana
Brilla de modo especial en la semana la fiesta de san Mateo apóstol y evangelista. ¡Qué agradecidos hemos de estar a quien nos ha transmitido con tanta profundidad las palabras y lo hechos de Jesús! Se hace memoria en ella de mártires de Corea, el lunes, día 20, y de la figura sorprendente y tan venerada en algunos lugares de san Pio de Pietralcina.

En las primeras lecturas volvemos al Antiguo Testamento. En concreto a libros sapienciales. A Proverbios y Eclesiastés. Libros no esencialmente religiosos, que buscan el modo de bien vivir. La primera y elemental “sabiduría” queda reflejada en proverbios. Así se recoge en el libro de ese nombre. El autor del Eclesiastés se manifiesta desorientado por situaciones que no entiende, como la prosperidad de los malos y el fracaso de los buenos. De ahí viene a deducir que todo es vanidad. Pero en fin, humilde, cree que no tiene que pedir cuentas a Dios. Que Él sabrá por qué las cosas son así.

Los textos evangélicos de san Lucas exponen enseñanzas y episodios muy diversos en la vida de Jesús. Desde valorar más escuchar la palabra de Dios y ponerla en práctica que los lazos de sangre, incluidos la maternidad, hasta la necesidad que tienen los apóstoles de manifestar lo aprendido, no guardárselo para sí. Y así los envía a proclamar el Reino de Dios. Todo ello ante la pregunta de cercanos y lejanos sobre quién es él. El reconocimiento de su autoridad, de la grandeza de su enseñanza y de sus hechos sorprendentes no van a evitar la persecución. ¡Que los apóstoles tomen buena nota de ello!

Lunes, 20/9/2010 San Andrés Kim Taegon y S. Pablo Chong Hasang y compañeros, mártires
“No niegues un favor a quien lo necesita”.

I. Contemplamos la Palabra
Lectura del libro de los Proverbios 3,27-34:

Hijo mío, no niegues un favor a quien lo necesita, si está en tu mano hacérselo. Si tienes, no digas al prójimo: «Anda, vete; mañana te lo daré.» No trames daños contra tu prójimo, mientras él vive confiado contigo; no pleitees con nadie sin motivo, si no te ha hecho daño; no envidies al violento, ni sigas su camino; porque el Señor aborrece al perverso, pero se confía a los hombres rectos; el Señor maldice la casa del malvado y bendice la morada del honrado; se burla de los burlones y concede su favor a los humildes; otorga honores a los sensatos y reserva baldón para los necios.
Sal 14 R/. El justo habitará en tu monte santo, Señor

El que procede honradamente y practica la justicia, el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua. R/. El que no hace mal a su prójimo ni difama al vecino, el que considera despreciable al impío y honra a los que temen al Señor. R/. El que no presta dinero a usura ni acepta soborno contra el inocente. El que así obra nunca fallará. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 8,16-18:

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «Nadie enciende un candil y lo tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama; lo pone en el candelero para que los que entran tengan luz. Nada hay oculto que no llegue a descubrirse, nada secreto que no llegue a saberse o a hacerse público. A ver si me escucháis bien: al que tiene se le dará, al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener.»

II. Compartimos la Palabra

El fragmento evangélico lucano que nos presenta la Palabra de Dios este lunes es, cuanto, menos desconcertante. Desconcertante sobre todo por la última sentencia de Jesús: “Al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener”. Esto contrasta fuertemente no sólo con la experiencia que tenemos del Evangelio, sino también con el propio contenido de la primera lectura del libro de los proverbios: “No niegues un favor a quien lo necesita” Nuestra razón parece presentar resistencias a escuchar, aparentemente, palabras de injusticia en los labios de Jesús: ¿Cómo va a ser posible que a los que no tienen nada, a los pobres, encima se les quite lo poco que tienen? ¿Cómo es posible encontrar esto en el Evangelio?

Para entender este último “dicho contradictorio” de Jesús hemos de considerar como mínimo todo el fragmento en el cual aparece. Encender una vela y esconderla, ¿qué sentido tiene?. Un verdad escondida, oculta, ¿qué utilidad tiene? Ninguna, porque no es útil, porque no se utiliza. Jesús, simplemente, advierte de una realidad, por todos comprobable: cuanto menos utilizamos una cosa menos sentido tiene. Cuidado porque parecería que se está cayendo en un utilitarismo; No. Lo que se quiere poner de relieve es que el Evangelio es la Luz, es la Verdad de nuestra vida. Cuanto menos nos refiramos al Evangelio (a la Luz y Verdad de nuestra vida) más lo iremos perdiendo, más nos iremos olvidándolo, hasta que lo hayamos perdido de vista. En este momento, todos tenemos la experiencia, nos sentimos perdidos, nos sentimos si norte, sin rumbo... hay desorden en nuestra vida, no nos comprendemos a nosotros mismos... Comienza un circuito que nos lleva a la “muerte”, a la infelicidad. Entonces, la vida la habremos perdido, nos la habremos quitado. Por eso, a quien vive a la luz de la Palabra de Dios recibirá más Vida; y al contrario: el que conociendo la Palabra de Dios no vive en base a ella, pues dejará pasar la Vida.

Hay una cuestión implícita en el Evangelio que cierra toda la idea del fragmento: la luz se enciende para que los otros vean, la verdad sale a la luz para que los otros la comprendan y la gusten... pero hay que encender la luz... hay que predicar la Verdad para que eso sea posible. Pablo lo dijo de otra manera más clara: la fe viene por la predicación. La predicación es el presupuesto necesario para que los otros sean iluminados por la luz de Dios y por la Verdad del Evangelio. Sin predicación no florece la fe.

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Martes, 21/9/2010 San Mateo, apóstol y evangelista
"Sígueme. Él se levantó y lo siguió”

I. Contemplamos la Palabra
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 4,1-7.11-13:

Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vinculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo. A cada uno de nosotros se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo. Y él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros, evangelizadores, a otros, pastores y maestros, para el perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud.
Sal 18 R/. A toda la tierra alcanza su pregón

El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos: el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra. R/. Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz, a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los limites del orbe su lenguaje. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 9,9-13:

En aquel tiempo, vio Jesús al pasar a un hombre llamado Mateo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme.» Él se levantó y lo siguió. Y, estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: «¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?» Jesús lo oyó y dijo: «No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa "misericordia quiero y no sacrificios": que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.»

II. Compartimos la Palabra

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“Para la edificación del cuerpo de Cristo”

Con frecuencia, se ha exaltado a los cardenales, obispos, sacerdotes… por encima de los fieles cristianos. Algunos afirman que los viejos tratados sobre la Iglesia se centraban en la jerarquía, eran una auténtica “jerarcología”, un tratado sobre la jerarquía y desde ahí se estudiaba todo lo demás. El Vaticano II corrigió esta orientación. Colocó el capítulo del “pueblo de Dios”, el de todos los seguidores de Jesús, antes que el de la jerarquía. Todo, también la jerarquía, está en función y al servicio del pueblo de Dios. Ésta es también la orientación de San Pablo. Es cierto que “Cristo ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros, evangelizadores, a otros, pastores y maestros”, pero todos ellos “para el perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo”. La jerarquía, incluidos los apóstoles como san Mateo, no tiene más dignidad que el resto de cristianos y al final de sus vidas no van a poder presentar sus cargos, su ministerio como un seguro para traspasar la entrada a la eternidad gozosa. Se les va a hacer la misma pregunta que a todos, la pregunta sobre el amor: “¿Tuve hambre y me disteis de comer…?”. El amor es la gran dignidad del cristiano y todo en la iglesia, en “el cuerpo de Cristo”, los apóstoles, sus sucesores y los fieles cristianos, tiene que estar al servicio del amor.

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Sígueme. Él se levantó y lo siguió”

Jesús, a la hora de elegir a sus apóstoles, a sus sucesores, parece que no tiene buen ojo. Probablemente, hablando en lenguaje de hoy, ninguno de los doce pasaría “un examen de admisión” para cualquier empresa comercial. Para extender su proyecto del reino de Dios elige a pescadores, a hombres “sin estudios”, a un recaudador de hacienda con mala fama… incluso a uno que al final le iba a traicionar.

Eligió a “los doce” porque, en principio tuvieron un corazón generoso a su propuesta, como Mateo: “Sígueme. Él se levantó y lo siguió”. Estaban dispuestos a cambiar su corazón de piedra por un corazón a lo Cristo, un corazón que se dejó empapar por los sentimientos de Jesús, un corazón dispuesto a confiar más en la fuerza amatoria que Jesús les regalaba que en sus propias fuerzas… Y Mateo, en medio de sus debilidades como las de Pedro, las de Tomás… le siguió hasta el final. Hasta nos regaló el evangelio de la vida, muerte y resurrección de Jesús… algo que todos los cristianos debemos agradecerle.
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Miércoles, 22/9/2010
“Ellos se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando la Buena Noticia y curando en todas partes” .

I. Contemplamos la Palabra
Lectura del libro de los Proverbios 30,5-9:

La palabra de Dios es acendrada, él es escudo para los que se refugian en él. No añadas nada a sus palabras, porque te replicará y quedarás por mentiroso. Dos cosas te he pedido; no me las niegues antes de morir: aleja de mi falsedad y mentira; no me des riqueza ni pobreza, concédeme mi ración de pan; no sea que me sacie y reniegue de ti, diciendo: «¿Quién es el Señor?»; no sea que, necesitando, robe y blasfeme el nombre de mi Dios.
Sal 118 R/. Lámpara es tu palabra para mis pasos, Señor

Apártame del camino falso, y dame la gracia de tu voluntad. R/. Más estimo yo los preceptos de tu boca que miles de monedas de oro y plata. R/. Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo. R/. Aparto mi pie de toda senda mala, para guardar tu palabra. R/. Considero tus decretos, y odio el camino de la mentira. R/. Detesto y aborrezco la mentira, y amo tu voluntad. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 9,1-6:

En aquel tiempo, Jesús reunió a los Doce y les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades. Luego los envió a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos, diciéndoles: «No llevéis nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero; tampoco llevéis túnica de repuesto. Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si alguien no os recibe, al salir de aquel pueblo sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.» Ellos se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando el Evangelio y curando en todas partes.

II. Compartimos la Palabra

La Buena Noticia es la Palabra de Dios de que nos habla el libro de los Proverbios. Felices los que escuchan y, más todavía, los que practican esta Palabra de Dios, esta Buena Noticia, que nos puede llegar por los Libros Sagrados, por los sacramentos, por la oración, por medio del sacerdote, de un amigo, de una amiga. Dios se puede servir de todo para hacernos llegar su Noticia siempre buena.

Lucas reseña dos veces consignas para los enviados, para los misioneros, para la misión. Hoy se dirige a los Doce. En el capítulo siguiente lo hará a los “setenta y dos”. Las diferencias son mínimas. Lo que dice a los Doce es aplicable a los “setenta y dos”, o sea, a todos.

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Anunciar la Buena Noticia

“Habiendo convocado Jesús a los Doce les dio poder para proclamar el reino de Dios”. La orden es clara. La dificultad entonces y ahora es el cómo hacerlo. Es cierto que Jesús no hizo otra cosa durante su vida que enseñar a sus discípulos el modo según el cual tenían que proclamarlo: sin oro, sin pan, sin alforja, sin túnica de repuesto, sin nada. Sin pedir al cielo fuego sobre los que no escuchen o sobre los que, escuchando, no quieran hacer caso. Cuanto se consiga con estos medios será algo que no tendrá nada que ver con el Reino.
Pero, tampoco “sin nada”. Con mucha ilusión, con el optimismo propio de los sencillos. Si a esto se añade ciencia, oratoria, erudición, experiencia, miel sobre hojuelas. Pero lo fundamental es creer, estar convencidos, ser testigos. Que nadie pueda decir de nosotros lo que un político –en este caso, una-, espetó a otro en medio de una discusión: “¿Eso lo dice Vd. por convicción o por estrategia?”

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Expulsar demonios y curar enfermedades

“Habiendo convocado Jesús a los Doce les dio poder para expulsar los demonios y curar las enfermedades”. No podemos contentarnos con hablar, por más convicción que pongamos en nuestras palabras. La compasión tiene que llevarnos, como a Jesús, al amor samaritano. No se trata de unas veces hablar, otras obrar. Ambas cosas son simultáneas. Hay que hablar y validar cuanto decimos con actos que humanicen, que liberen de cualquier clase de atadura, sea del demonio o de la injusticia.

Un modelo de cuanto decimos lo tenemos en el Beato Francisco de Posadas, un dominico del siglo XVIII cuya fiesta celebramos hoy. Supo encarnar en su persona ambos cometidos. Tuvo un estilo de vida evangelizador, de tal forma que fue apopado el nuevo San Vicente Ferrer. Brilló por su virtud, por su talento y, muy en particular, por su predicación persuasiva y ejemplar. Proclamó el reino de Dios, curó enfermedades y expulsó los demonios de la ignorancia, la injusticia, el pecado y cualquier atisbo de inhumanidad.
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Jueves, 23/9/2010 San Pío de Pietralcina
"¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas?"

I. Contemplamos la Palabra
Lectura del libro del Eclesiastés 1,2-11:

¡Vanidad de vanidades, dice Qohelet; vanidad de vanidades, todo es vanidad! ¿Qué saca el hombre de todas las fatigas que lo fatigan bajo el sol? Una generación se va, otra generación viene, mientras la tierra siempre está quieta. Sale el sol, se pone el sol, jadea por llegar a su puesto y de allí vuelve a salir. Camina al sur, gira al norte, gira y gira y camina el viento. Todos los ríos caminan al mar, y el mar no se llena; llegados al sitio adonde caminan, desde allí vuelven a caminar. Todas las cosas cansan y nadie es capaz de explicarlas. No se sacian los ojos de ver ni se hartan los oídos de oír. Lo que pasó, eso pasará; lo que sucedió, eso sucederá: nada hay nuevo bajo el sol. Si de algo se dice:«Mira, esto es nuevo», ya sucedió en otros tiempos mucho antes de nosotros. Nadie se acuerda de los antiguos y lo mismo pasará con los que vengan: no se acordarán de ellos sus sucesores.
Sal 89 R/. Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación

Tú reduces el hombre a polvo, diciendo: «Retornad, hijos de Adán.» Mil años en tu presencia son un ayer que pasó; una vela nocturna. R/. Los siembras año por año, como hierba que se renueva: que florece y se renueva por la mañana, y por la tarde la siegan y se seca. R/. Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato. Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo? Ten compasión de tus siervos. R/. Por la mañana sácianos de tu misericordia, y toda nuestra vida será alegría y júbilo. Baje a nosotros la bondad del Señor y haga prósperas las obras de nuestras manos. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 9,7-9:

En aquel tiempo, el virrey Herodes se enteró de lo que pasaba y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado, otros que habla aparecido Elías, y otros que habla vuelto a la vida uno de los antiguos profetas. Herodes se decía: «A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es éste de quien oigo semejantes cosas?» Y tenla ganas de ver a Jesús.

II. Compartimos la Palabra

*
“Nada hay nuevo bajo el sol”

Al leer este pasaje, solo queda decir: Sólo Dios es permanece inmutable.
Israel, tiene en la Biblia, por su fe, un gran sentido del valor de la creación, pero también sabe de la precariedad de la misma, lo cual, aunque doloroso, no le lleva a la resignación ante el fracaso, sino que conserva la absoluta certeza de una victoria definitiva.

El Eclesiastés observa estos cambios continuos de la naturaleza y empieza recordando:”Vanidad de vanidades y todo vanidad” y pegunta: ¿que saca el hombre de todas sus fatigas?

La Palabra de Dios, siempre nos deja una lección, nosotros también nos afanamos para alcanzar las cosas, pero, al final, nada y vacío, nos cansamos de todo.
Bueno es recordar la frase de San Agustín:”Nos hiciste Señor para ti y nuestro corazón, no descansa, mientras no descanse en Ti”.
Sólo Dios puede saciar nuestros anhelos, lo demás vuelve a ser “Vanidad e Vanidades…”

*
¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas?

Herodes, que había mandado decapitar a Juan el Bautista, vive obsesionado con su figura; por eso, cuando oye hablar de Jesús y de sus milagros, piensa en Juan, tiene miedo de perder su poder político, ese hombre , que hace tantos milagros, puede quitárselo, la gente se va tras de él, y, ¿Si fuera Juan?

Aprendamos la lección, muchas veces, tenemos miedo de perder nuestros derechos (poder), que vengan otros y nos quiten el puesto, nuestros privilegios…pensamos e inventamos las cosas más inverosímiles, como Herodes, que quiere cerciorarse,” quiere ver a Jesús”. También nosotros queremos ver, enfrentarnos, con quienes” creemos” que nos desafían, a veces, sin ningún fundamento, sólo en nuestra imaginación.

Ojala queramos ver a Jesús, no como Herodes, sino, como aquellos griegos que se acercaron a Felipe y le dijeron “Queremos ver a Jesús” Veamos a Jesús en nuestros hermanos, en ellos está reflejo la bondad de Dios . Lo demás como hemos visto en la primera lectura :”Vanidad de vanidades”

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Viernes, 24/9/2010
"¿Y vosotros quién decís que soy yo? ”

I. Contemplamos la Palabra
Lectura del libro del Eclesiastés 3,1-11:

Todo tiene su tiempo y sazón, todas las tareas bajo el sol: tiempo de nacer, tiempo de morir; tiempo de plantar, tiempo de arrancar; tiempo de matar, tiempo de sanar; tiempo de derruir, tiempo de construir; tiempo de llorar, tiempo de reír; tiempo de hacer duelo, tiempo de bailar; tiempo de arrojar piedras, tiempo de recoger piedras; tiempo de abrazar, tiempo de desprenderse; tiempo de buscar, tiempo de perder; tiempo de guardar, tiempo de desechar; tiempo de rasgar, tiempo de coser; tiempo de callar, tiempo de hablar; tiempo de amar, tiempo de odiar; tiempo de guerra, tiempo de paz. ¿Qué saca el obrero de sus fatigas? Observé todas las tareas que Dios encomendó a los hombres para afligirlos: todo lo hizo hermoso en su sazón y dio al hombre el mundo para que pensara; pero el hombre no abarca las obras que hizo Dios desde el principio hasta el fin.
Sal 143 R/. Bendito el Señor, mi Roca

Bendito el Señor, mi Roca, mi bienhechor, mi alcázar, baluarte donde me pongo a salvo, mi escudo y mi refugio. R/. Señor, ¿qué es el hombre para que te fijes en él?; ¿qué los hijos de Adán para que pienses en ellos? El hombre es igual que un soplo; sus días, una sombra que pasa. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 9,18-22:

Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos, les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?» Ellos contestaron: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.» Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Pedro tomó la palabra y dijo: «El Mesías de Dios.» Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y añadió: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día.»

II. Compartimos la Palabra

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"¿Qué saca el obrero de sus fatigas? ”

El sabio Quoelet sabía que Dios había hecho todo hermoso y a su tiempo. En consonancia con la sabiduría hebrea está el salmo de hoy que canta: ¿qué es el hombre para que te fijes en él?; ¿qué saca el obrero de sus fatigas?.

En otro libro sapiencial dice: “Todas las cosas van en pareja, una frente a la otra, y nada lo ha hecho incompleto (Ecles 42, 24). Una cosa asegura el bien de la otra; frente al mal está el bien y frente a la muerte, la vida (Ecles 33,14).

Si hay tiempo para todo lo que tenemos que hacer en esta vida, no hemos de obrar precipitadamente, ni adelantarnos a lo que tendremos que hacer dentro de un rato, pues de ahí viene la pre-ocupación. Estamos en las manos del Señor para una misión, Él nos ha llamado a trabajar en su viña, no seamos perezosos en la labor que nos toca, ni tampoco demasiado activistas, que también son necesarios los tiempos de reposo.

"¿Y vosotros quién decís que soy yo? ”

Jesús se encuentra orando como intercesor entre su Padre y sus discípulos que están allí presentes. Frente a la curiosidad de Herodes del evangelio de ayer, hace una pregunta a sus discípulos sobre lo que la gente piensa de él.

Por supuesto que Jesús no tiene dudas de identidad, ni tampoco le importa lo que digan de su persona; ni siquiera aclara las respuestas que le dan sus discípulos. A Jesús le interesa que sus amigos le conozcan bien y por eso cuando Pedro responde a su pregunta, Jesús se lo aclara explicando el tipo de mesianismo que anuncia con su persona y a continuación impone secreto porque aún no ha llegado su Hora y no es fácil de entender.

A nosotros también nos hace Jesús hoy esta pregunta y corremos el riesgo de responder como sus discípulos más allegados confesándole como Señor de nuestra vida, pero evitando unirnos a Él en el sufrimiento. Si el necesitado no nos encuentra en su dolor, no comprenderemos la gloria de la resurrección.
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Sábado, 25/9/2010
“Acuérdate de tu Hacedor durante tu juventud”.

I. Contemplamos la Palabra
Lectura del libro del Eclesiastés 11,9–12,8:

Disfruta mientras eres muchacho y pásalo bien en la juventud; déjate llevar del corazón, de lo que atrae a los ojos; y sabe que Dios te llevará a juicio para dar cuenta de todo. Rechaza las penas del corazón y rehuye los dolores del cuerpo: niñez y juventud son efímeras. Acuérdate de tu Hacedor durante tu juventud, antes de que lleguen los días aciagos y alcances los años en que dirás: «No les saco gusto.» Antes de que se oscurezca la luz del sol, la luna y las estrellas, y a la lluvia siga el nublado. Ese día temblarán los guardianes de casa y los robustos se encorvarán, las que muelen serán pocas y se pararán, las que miran por las ventanas se ofuscarán, las puertas de la calle se cerrarán y el ruido del molino se apagará, se debilitará el canto de los pájaros, las canciones se irán callando, darán miedo las alturas y rondarán los terrores. Cuando florezca el almendro, y se arrastre la langosta, y no dé gusto la alcaparra, porque el hombre marcha a la morada eterna y el cortejo fúnebre recorre las calles. Antes de que se rompa el hilo de planta, y se destroce la copa de oro, y se quiebre el cántaro en la fuente, y se raje la polea del pozo, y el polvo vuelva a la tierra que fue, y el espíritu vuelva a Dios, que lo dio. Vanidad de vanidades, dice Qohelet, todo es vanidad.
Sal 89 R/. Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación

Tú reduces el hombre a polvo, diciendo: «Retornad, hijos de Adán.» Mil años en tu presencia son un ayer, que pasó; una vela nocturna. R/. Los siembras año por año, como hierba que se renueva: que florece y se renueva por la mañana, y por la tarde la siegan y se seca. R/. Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato. Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo? Ten compasión de tus siervos. R/. Por la mañana sácianos de tu misericordia, y toda nuestra vida será alegría y júbilo. Baje a nosotros la bondad del Señor y haga prósperas las obras de nuestras manos. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 9,43b-45:

En aquel tiempo, entre la admiración general por lo que hacia, Jesús dijo a sus discípulos: «Meteos bien esto en la cabeza: al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres.» Pero ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro que no cogían el sentido. Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto.

II. Compartimos la Palabra

El primer párrafo de la lectura propuesta para hoy del Eclesiastés es uno de esos textos que debieran haber escuchado, sobre todo, nuestros mayores en su juventud, cuando las enseñanzas eclesiásticas les animaban, seguramente a lo contrario. Esa llamada a “disfrutar de la vida y pasarlo bien”, a “rechazar las penas del corazón y rehuir los dolores del cuerpo”, que forma parte de esa Biblia que tenemos como Palabra de Dios, parece que no haya sido del gusto de los predicadores de la desgracia, de la resignación y que hace no tanto, reclamaban a los cristianos y cristianas que asumieran los dolores, que callaran los golpes y que vivieran como deseo divino los males que les acosaban.

Todo lo bueno se acaba, lo sabe bien Qohelet, el autor de este libro, el cantor del archiconocido “vanidad de vanidades”, y pretende que nosotros, lectores de esas palabras que escribió hace más de mil años no lo olvidemos. Todo lo que es terso tiende a arrugarse y lo suave se acaba haciendo áspero. Mejor es que seamos conscientes de ello y que lo disfrutemos mientras podamos hacerlo. Después llegarán –o no–, los malos momentos: en los que se “arrastre la langosta, y no dé gusto la alcaparra”, “se rompa el hilo de la planta, y se destroce la copa de oro, y se quiebre el cátaro en la fuente” (“tanto va el cántaro a la fuente”… dice el refranero español”).

¿Qué ganamos con ocuparnos y preocuparnos por las desgracias venideras mientras éstas no han llegado? Jesús también era de los que pensaban así, y por eso avisa a sus amigos/as de que algo malo le va a ocurrir. Pero mientras tanto disfruta de su compañía, atiende a los niños y niñas que se le acercan, acompaña a las mujeres y aprende de todos y todas los que están con él. Esa es la clave, creemos, que también se vislumbra en el texto del Eclesiastés: “acuérdate de tu Hacedor”. Lo fundamental es la forma en que vivamos mientras llegan esos dolores y cuando ya estén aquí. Y acordarse de Él, es decir, saber que forma parte de nuestras vidas significa, muchas cosas, pero sin duda: estar cerca de los que sufren, comprometerse con la justicia, intentar mejorar el mundo que nos rodea y trabajar para que la vida de los que nos sucedan en esta tierra sea un poco mejor.