viernes, 9 de abril de 2010

Reflexión para la intimidad Sacerdotal y Diaconal

Las tentaciones del sacerdote y Diáconos, en cuanto ‘oveja’ del rebaño de Cristo
+ Falsa seguridad: Uno de nuestros peligros principales pueden ser el olvido de que somos tentados como cualquier otro ser humano… ‘¡El que se crea seguro, tenga cuidado en no caer!’ (1 Cor 10, 12)
+ Autodidactas: Los sacerdotes y Diáconos tenemos una cierta tendencia a ‘autodirigirnos’ y ‘autoevaluarnos’ en la vida espiritual, como si fuésemos maestros de nosotros mismos.
+ En casa de herrero, cuchillo de palo: ciertamente, los sacerdotes y diáconos podemos dar por supuesta, equivocadamente, la madurez de nuestra vida espiritual. Sin embargo, nosotros somos los primeros que necesitamos los medios sobrenaturales para el cultivo de nuestra vida de fe.
+ Rutina: Es el riesgo que tenemos de acostumbrarnos a lo sagrado, de no conmovernos ante la presencia real de Dios en la Eucaristía.
+ Falta de esperanza en nuestra propia santidad: Los sacerdotes y diáconos podemos asumir el rol de ser `altavoces de Dios, dejando paradójicamente en segundo plano la llamada a la santidad que Dios nos dirige a nosotros mismos.

Las tentaciones: Sacerdote y Diáconos, en cuanto `pastor del rebaño de Cristo
+ Falta de autoestima: el avance de la increencia en nuestra sociedad puede conducirnos a hacer depender nuestra autoestima del grado del éxito cosechado en nuestros proyectos, y no tanto del valor del tesoro que llevamos entre manos…
+ Desconfianza hacia la Providencia de Dios: en medio de nuestro empeño pastoral es frecuente que nosotros suframos porque las cosas no vayan como nosotros pensamos que debieran ir… Pero, quizás también nosotros necesitemos la reprensión que Jesús dirigió a los suyos.: Hombres de poca fe, ¿por qué habéis dudado?´ (Mc. 4, 40; Mt 14, 31)
+ Necesidad de purificar nuestros criterios: una cosa son las sensibilidades enriquecedoras, y otra muy distinta las ´ídeologías´, que siempre deben ser purificadas… Basta recordar aquella reprensión de Jesús a Pedro: Tú piensas como los hombres, no como Dios (Mc 8, 33)
+ Falta de oración ´apostólica´: Es posible que podamos pasarnos la vida diciéndonos a nosotros mismos, como sacerdotes y diáconos que somos, hemos de orar más y mejor. Lo indudable es que el Pueblo de Dios no sólo requiere de nosotros que seamos ´maestros´, sino también ´testigos´ del mensaje que anunciamos…
+ Vanidad: Podemos realizar muchas obras ´materialmente´ buenas, en servicio de Dios y de los fieles, pero que, sin embargo, pueden encubrir una cierta búsqueda `subjetiva´ de nosotros mismos.
+ Miedos que nos paralizan: En ocasiones el temor de ser etiquetados o mal comprendidos puede disminuir nuestro celo apostólico y nuestra acción en bien de las almas.
+ Falta de método: Nuestra labor pastoral, aún siendo muy sacrificada, puede perder eficacia por causa de una forma desordenada de trabajar.
+ Falta de cuidado personal: La vida sacerdotal y diaconal puede conllevar una cierta soledad, de la cual se desprenden determinados riesgos: hábitos desordenados de vida, dejar que se enrarezca nuestro carácter. Lo más importante es que nuestro descanso interior y exterior lo vivamos `en Cristo´ y no al margen de El.
+ Impaciencia: Podemos confundir la necesidad de `rigor´ con la `impaciencia´, olvidando las palabras del profeta: `la caña cascada no la quebrarás, la mecha humeante no la apagarás´(Is. 42, 3).
+ Los predilectos de Cristo y los nuestros: Nuestro examen de conciencia nos cuestiona sobre si los pobres y necesitados ocupan el centro de nuestro ministerio sacerdotal”-

TODO SERÁ SOLUCIONABLE CON LA GRACIA DE DIOS, FUERZA HNOS. !!!

Adaptación: Armando Benites del semanario Cristo Hoy
Redacción: José Ignacio Munillas – Forum Libertas

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