domingo, 27 de mayo de 2012

 
El sitio web Centro Internacional del Diaconado en América Latina (CIDAL), ha publicado en su último boletín un reportaje realizado a los nuevos diáconos permanentes de la archidiócesis de Córdoba (República Argentina), que aquí reproducimos. Desde este página imploramos al Señor que bendiga y haga fructífero el ministerio diaconal de nuestros hermanos, a quienes les hacemos llegar nuestro abrazo.


Testimonios de los diáconos cordobeses recién ordenados



Sitio oficial del Arzobispado de Córdoba

Córdoba, Argentina, 2 de mayo de 2012



¿Cómo despierta esta vocación en ustedes, cómo se sienten llamados a vivir desde el estilo de Jesús Servidor?


Luis Alberto Rodríguez

Edad: 47 años

Familia. Esposa Nilda Luna, hijos Pablo, María Gabriela, María Belén, Emanuel

Comunidad: Parroquia Cristo Redentor de Barrio Jardín


La vocación despertó por medio de una amiga cuando me preguntó si había pensado por este llamado, y la verdad que en ese momento desconocía del tema. Luego de algunos años, encontré a un Sacerdote Santiagueño, que venía a Córdoba a retirarse espiritualmente, él me dio a conocer el ministerio, y despertó en mí esta inquietud, que la fui discerniendo algún tiempo. En Agosto del 2007 el Padre Francisco Bisio me dice que podía comenzar con un proceso de discernimiento de este ministerio, y que él junto a un grupo de personas que estaban a cargo me acompañarían, y así comenzó este hermoso y desafiante camino de discernimiento a la vocación diaconal.


No obstante desde muy chico serví en la Iglesia en distintas actividades: grupo juvenil, catequesis, evangelizando en asentamientos marginales (Villa “Sangre y Sol”), dirigiendo grupos juveniles, coordinando la catequesis Parroquial (Parroquia Corazón de María), en Catequesis Familiar trabajando con grupos de padres, en las Uniones de Padres de Familias, dando Catequesis en los Colegios, siendo Familia Sustituta, dando charlas para novios, como Ministro Extraordinario de la Comunión, visitando a familias del Asentamiento de la Villa del Naylon; entre otros. Servicios que viéndolos a la distancia, fueron marcando mi vocación al Diaconado. Desde los 18 años todas las actividades pastorales las asumimos juntos con Silvina mi esposa.


Siempre resonaron en mi las palabras de Jesús: “Si quieres ser el primero, hazte el último y servidor de todos”, y con la ayuda del Señor, eso traté de hacer de mi vida, y hoy, por Gracia suya se la entrego a Él, a su Iglesia y a mis hermanos”.



Gino Spada

Edad: 49 años

Familia: esposa Sonia Silva, hijas Mirella y Chiara.

Comunidad: Nuestra Señora Madre de Dios y Madre de la Iglesia, B° Las Palmas


Mi  vocación surge desde la Misión. Durante muchos años, trabajé junto a la comunidad del Santísimo Redentor de Villa Allende, participábamos en familia pero sobre todo junto a Sonia mi esposa. El carisma misionero encierra aristas insospechadas, situaciones que nos ponen de cara a la realidad en todo lugar y a cada momento cuando realizas el anuncio del Evangelio a los hermanos. En esos momentos surgió la inquietud de buscar el servicio desde un lugar distinto, un lugar que me permita anunciar al Señor entre los hermanos sobre todo entre los más humildes del Reino. Junto a un sacerdote Redentorista (P. Ramón Correa) fui descubriendo el llamado del Señor a este Ministerio.



Rubén Omar Di Fiore

Edad: 54 años

Familia: esposa Norma Cañete, hijos Luciana, Franco, Ignacio

Comunidad: Nuestra Señora de la Visitación y San Alfonso María Ligorio (B°Arguello).


A los 15 años viví una experiencia de encuentro profundo con Dios Vivo junto a movimiento Mallinista. Allí estuve hasta los veintisiete, compartiendo experiencia de misiones rurales, congresos, retiros, espacios de formación y evangelización de otros hermanos. Luego el Señor me fue invitando a profundizar en la oración y en las sagradas escrituras, donde me pongo en contacto con el  Movimiento de la Palabra de Dios. Allí conocí a mi esposa y salvo un intervalo de tres años integro este movimiento. Luego viene un momento clave de  discernimiento donde descubro - desde la oración personal- que el Señor me invita a seguirlo desde esta vocación al diaconado.


A partir de ahí, hasta el año 2000, sin dejar nuestra  participación en el Movimiento comenzamos con Norma mi esposa  a servir en la Parroquia San Jerónimo como Ministros de la Eucaristía y dando cursillos (prebautismales, prematrimoniales). Jesús me fue animando y con mi esposa nos integramos en la animación de un grupo llamado Trabajadores por la paz. Luego comenzamos a servir en la Parroquia Santísima Trinidad, (Catequesis familiar de 1º comunión y como Ministros de la eucaristía), allí el Párroco me contactó con el P. Francisco Bisio y comenzó el proceso de Formación. Así es como hoy descubro que toda mi vida fue un llamado a servir a los demás especialmente en ayudar a otros a encontrarse con Jesús.










¿En qué trabajan actualmente?


L.R. Soy Director General del CEF San Buenaventura, y docente del Nivel Secundario del Instituto Nuestra Madre de la Merced. Además soy Abogado, pero desde el año 2003 no ejerzo, dedicándome full time a la docencia.


G.S. Soy Técnico en Telecomunicaciones y trabajo hace 28 años en una empresa del rubro.


R.D.F: Soy abogado y ejerzo la profesión en forma independiente.



¿Cuáles son los desafíos que afrontan en medio de la realidad que les toca vivir?


LR. La verdad que el ámbito de la docencia, y particularmente en Colegios confesionales, ayuda mucho a vivir en sintonía la vida laboral con la pastoral. Creo que el desafío actual es el que vivimos muchas personas en este tiempo, vivir con esperanza en una sociedad que se impone un poco individualista y consumista, con fuertes mensajes al “sálvese quien pueda” o “el no te metas”.


G.S. El Diácono Permanente es un hombre común, con una familia, que pasa por las mismas dificultades que todos los demás. Un hombre que pese a sus defectos humanos se sabe renovado por Jesucristo, con disposición para anunciar el Evangelio y encarnarlo en su propia vida, este es el desafío más grande.


R.D.F: El desafío mayor es armonizar los tiempos familiares, de trabajo y de servicio. Continuamente  tenemos que discernir qué debemos hacer de acuerdo a las necesidades de cada ámbito.



El día de la ordenación habrá mucho para agradecer y dejar a los pies de Jesús, ¿qué intenciones llevarán al Señor?


LR. Agradecer esta Gracia de Él, porque a pesar de no merecerlo él me llama a este Ministerio de servicio, y pedirle muchas fuerzas para serle fiel, siendo providencia de Él en la vida de mis hermanos. También pedirle que mis hermanos de ordenación y yo, nunca  perdamos el gozo en la vivencia del Ministerio del Diaconado.


G.S. Es verdad, en el día de la Ordenación, realmente hay mucho para poner a los pies del Señor, a la familia que  vive con generosidad este llamado. La gracia que nos da el Ministerio de estar en las comunidades celebrando los sacramentos y atendiendo las necesidades de los hermanos. Pero sobre todo agradecerle al Señor por su inmenso Amor y por llamarme a  su servicio.


R.D.F: Agradecer  a  Dios que camina siempre al lado de cada uno y nos provee de todo lo que necesitamos, especialmente de su amor incondicional. Con este servicio toda mi familia queda a los pies de Jesús para nacer de nuevo, conformándonos por su gracia a Jesús servidor en la familia de Nazaret.

(Fuente Cidal Web)


PENTECOSTES



"El Señor dijo a los discípulos: Id y sed los maestros de todas las naciones; bautizadlas en el nombre del Padre v del Hijo y del Espíritu Santo. Con este mandato les daba el poder de regenerar a los hombres en Dios. Dios había prometido por boca de sus profetas que en los últimos días derramaría su Espíritu sobre sus siervos y siervas, y que éstos profetizarían; por esto descendió el Espíritu Santo sobre el Hijo de Dios, que se había hecho Hijo del hombre, para así, permaneciendo en él, habitar en el género humano, reposar sobre los hombres y residir en la obra plasmada por las manos de Dios, realizando así en el hombre la voluntad del Padre y renovándolo de la antigua condición a la nueva, creada en Cristo.

Y Lucas nos narra cómo este Espíritu, después de la ascensión del Señor, descendió sobre los discípulos el día de Pentecostés, con el poder de dar a todos los hombres entrada en la vida y para dar su plenitud a la nueva alianza; por esto, todos a una, los discípulos alababan a Dios en todas las lenguas al reducir el Espíritu a la unidad los pueblos distantes y ofrecer al Padre las primicias de todas las naciones.

Por esto el Señor prometió que nos enviaría aquel Abogado que nos haría capaces de Dios. Pues, del mismo modo que el trigo seco no puede convertirse en una masa compacta y en un solo pan, si antes no es humedecido, así también nosotros, que somos muchos, no podíamos convertirnos en una sola cosa en Cristo Jesús, sin esta agua que baja del cielo. Y, así como la tierra árida no da fruto, si no recibe el agua, así también nosotros, que éramos antes como un leño árido, nunca hubiéramos dado el fruto de vida, sin esta gratuita lluvia de lo alto. Nuestros cuerpos, en efecto, recibieron por el baño bautismal la unidad destinada a la incorrupción, pero nuestras almas la recibieron por el Espíritu.

El Espíritu de Dios descendió sobre el Señor, Espíritu de sabiduría y de inteligencia, Espíritu de consejo y de fortaleza, Espíritu de ciencia y de temor del Señor, y el Señor, a su vez, lo dio a la Iglesia, enviando al Abogado sobre toda la tierra desde el cielo, que fue de donde dijo el Señor que había sido arrojado Satanás como un rayo; por esto necesitamos de este rocío divino, para que demos fruto y no seamos lanzados al fuego; y, ya que tenemos quién nos acusa, tengamos también un Abogado, pues que el Señor encomienda al Espíritu Santo el cuidado del hombre, posesión suya, que había caído en manos de ladrones, del cual se compadeció y vendó sus heridas, entregando después los dos denarios regios para que nosotros, recibiendo por el Espíritu la imagen y la inscripción del Padre y del Hijo, hagamos fructificar el denario que se nos ha confiado, retornándolo al Señor con intereses."

Del Tratado de San Ireneo, obispo, Contra las herejías (Libro 3, 17,1-3; SC 34, 302-306)
(Fuente: Conocereis de verdad.org)