lunes, 21 de noviembre de 2011

AÑO SACERDOTAL IV, Una inquietante cuestión


AÑO  SACERDOTAL  IV

Una inquietante cuestión

     Bajo el título “Franciscanos ¿pastores o pescadores?”, el P. Raniero Cantalamesa disertó en el Capítulo de su Orden. Resumió el carisma Franciscano en tres “P”: Plegaria, Predicación, Pobreza.
     El semanario CRISTO HOY (6-12 agosto 09) presentó un extracto de dicha disertación. Esta es la síntesis referida a la predicación:

     “A propósito de la predicación habría que plantearse una cuestión inquietante: ¿qué lugar ocupa actualmente la predicación en la orden franciscana?.
     En una predicación en la Casa Pontificia, brindé en una ocasión reflexiones que creo pueden servirnos también aquí. En las iglesias protestantes, y especialmente en ciertas iglesias nuevas y sectas, la predicación lo es todo. En consecuencia a ello se encaminan y encuentran modo natural de expresarse los miembros más dotados.
     Es la actividad número uno en la Iglesia (…). San Pablo, el modelo de todos los predicadores, ciertamente anteponía la predicación a cualquier cosa,  y todo lo subordinado a ella. Los católicos estamos más preparados, por nuestro pasado, para ser “pastores” más que “pescadores” de hombres; esto es, estamos más preparados para apacentar a las personas que han permanecido fieles a la Iglesia que para atraer a ella a nuevas personas, o “repescar” a las que se han alejado. La predicación itinerante elegida por san Francisco para sí, responde precisamente a esa exigencia.
     Sería una lástima si ahora la existencia de iglesias y grandes estructuras propias hiciera de nosotros franciscanos, solo pastores y no pescadores de hombres. Nosotros, franciscanos, somos “evangélicos” por nacimiento y por vocación; no debemos permitir que la predicación itinerante, en ciertos continentes – como América Latina – la lleven a cabo solo las modernas Iglesias “Evangélicas” protestantes. (Fuente Zenit).

     Si una personalidad del nivel del P. Cantalamesa planteó “esa inquietante cuestión” en la Casa Pontificia y en el Capítulo de su Orden parecería prudente que también lo haga la Iglesia argentina.
     El AÑO SACERDOTAL es una ocasión providencial para verificar qué lugar ocupa actualmente la predicación en el ministerio sacerdotal; qué formación específica reciben los sacerdotes- diocesanos y religiosos -, y los diáconos permanentes.
     Han pasado DIEZ Y NUEVE años desde Líneas Pastorales para la Nueva Evangelización. Sería prudente constatar en cuantos Seminarios y Escuelas diaconales se está encarando “con seriedad” la descarnada denuncia y propuesta de su nª 51. ¿Qué mejor aporte se puede hacer a la Misión Continental?.
     Sacerdotes y laicos corremos el riesgo de “deambular”  por este AÑO SACERDOTAL “sin pena ni gloria”.  El desafío es encararlo con ese espíritu, con esa “mística” que san Pablo denominó parresía, mezcla de VALENTÍA Y AUDACIA (Ver 1ª Tes 2,2).

                                                                                                                     Arnaldo Cifelli
                                                                                                                         1ª Tes 5,21