domingo, 22 de agosto de 2010

Una bendición especial

diaconos.permanentes@gmail.com
Queridos Hermanos de la Escuela Pablo VI
En la última Feria del Libro nos encontramos con el P. Mamerto Menapace, y al mejor estilo de San Dimas, le pedí una bendición para todos los aspirantes al Diaconado Permanente.
A pesar que fue hace un poco más de tres meses, la bendición de Dios es permanente y quiero compartirla con ustedes (sepan disculpar la demora).
Armando

Lecturas y homilias de la Vigésima Primera semana del tiempo Ordinario

Hnos todos.: Esta semana es muy interesante para compartir estas lecturas en la Iglesia particular, llevemos este mensaje a nuestras Familias.
Armando



Son varios los santos que se celebran en esta semana. Como memoria, obligatoria para dominicos y dominicas, y en América fiesta, santa Rosa de Líma, el lunes. La fiesta del apóstol san Bartolomé con lecturas propias; la memoria obligatoria de la fundadora de las Hermanitas de los Ancianos, patrona de la ancianidad, santa Teresa Jornet. Santa Mónica, la madre de san Agustín, que tiene texto evangélico propio, y finalmente, al día siguiente, la memoria obligatoria de su hijo –para dominicos y dominicas es fiesta- , el gran doctor de la Iglesia, faro luminoso de la cultura cristiana, y referencia de procesos existenciales para acercarse a la fe, a Dios, a Jesús de Nazaret…

En las primeras lecturas se abandona el Antiguo Testamento y comienzan las cartas de san Pablo. Se inicia esa lectura continua con las primeras cartas que escribió el Apóstol, las dirigidas a los Tesalonicenses, pero se prescinde de la primera para ofrecer la segunda . Seguirá la primera dirigida a los Corintios. Los textos evangélicos son textos de san Mateo que aluden a juicios definitivos de Dios. Durante tres días leeremos los “ayes” de Jesús hacia los “letrados y fariseos hipócritas”. Nada bueno les anuncia. A los discípulos les insistirá en estar preparados. Preparación que consistirá en hace fructificar los dones que han recibido.


Fray Juan José de León Lastra, OP
Coordinador de "La Palabra al día"
Lunes, 23/8/2010 Santa Rosa de Lima
“¡Ay de vosotros guías ciegos!”.

I. Contemplamos la Palabra
Comienzo de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 1,1-5.11b-12:

Pablo, Silvano y Timoteo a los tesalonicenses que forman la Iglesia de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo. Os deseamos la gracia y la paz de Dios Padre y del Señor Jesucristo. Es deber nuestro dar continuas gracias a Dios por vosotros, hermanos; y es justo, pues vuestra fe crece vigorosamente, y vuestro amor, de cada uno por todos y de todos por cada uno, sigue aumentando. Esto hace que nos mostremos orgullosos de vosotros ante las Iglesias de Dios, viendo que vuestra fe permanece constante en medio de todas las persecuciones y luchas que sostenéis. Así se pone a la vista la justa sentencia de Dios, que pretende concederos su reino, por el cual bien que padecéis. Nuestro Dios os considere dignos de vuestra vocación, para que con su fuerza os permita cumplir buenos deseos y la tarea de la fe; para que así Jesús, nuestro Señor, sea glorificado en vosotros, y vosotros en él, según la gracia de Dios y del Señor Jesucristo.
Sal 95,1-2a.2b-3.4-5 R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones

Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre. R/. Proclamad día tras día su victoria. Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones. R/. Porque es grande el Señor, y muy digno de alabanza, más temible que todos los dioses. Pues los dioses de los gentiles son apariencia, mientras que el Señor ha hecho el cielo. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 23,13-22:

En aquel tiempo, habló Jesús diciendo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el reino de los cielos! Ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que quieren. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que viajáis por tierra y mar para ganar un prosélito y, cuando lo conseguís, lo hacéis digno del fuego el doble que vosotros! ¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: "Jurar por el templo no obliga, jurar por el oro del templo sí obliga"? ¡Necios y ciegos! ¿Qué es más, el oro o el templo que consagra el oro? O también: "Jurar por el altar no obliga, jurar por la ofrenda que está en el altar sí obliga." ¡Ciegos! ¿Qué es más, la ofrenda o el altar que consagra la ofrenda? Quien jura por el altar jura también por todo lo que está sobre él; quien jura por el templo jura también por el que habita en él; y quien jura por el cielo jura por el trono de Dios y también por el que está sentado en él.»

II. Compartimos la Palabra

Hoy la Familia Dominicana celebra la memoria de Santa Rosa de Lima, primera santa de América y patrona de Perú.

En la primera lectura, encontramos el inicio de la carta a los Tesalonicenses. Los Tesalonicenses son para Pablo y para su equipo predicador, ejemplo de vida teologal y comunitaria para el resto de las comunidades cristianas recién nacidas. La fe en Jesucristo ha hecho que la caridad, el Amor, crezca con fuerza en medio de dicha comunidad. Por ello, la fe y el Amor han hecho que la esperanza nazca como bastón con el que caminar en medio de las tribulaciones que están pasando. Así pues, la comunidad de Tesalónica es ejemplar porque es una comunidad teologal, reflejo de la comunidad trinitaria.

El texto evangélico que se nos propone este lunes es un texto que, cuanto menos, instala en nosotros la la “advertencia”. Jesús advierte a los fariseos por lo “juegos” que han montado alrededor de la relación con Dios. El Templo es el lugar de encuentro con Dios, no el lugar de juego con Dios. Una de las amonestaciones que lanza contra los fariseos es llamarlos: ¡Guías ciegos! Un guía ciego es un guía que habla de Dios como un objeto e incluso como un sujeto de especulación. No han tenido experiencia de Dios en su interior y, por ello, a lo sumo que pueden hacer es hablar de Dios teóricamente. Conocen a Dios de oídas, no saben cuál es su rostro, cuál es su Nombre... No pueden guiar a las personas al encuentro con Dios, al reconocimiento de Dios en su vida. Hablan de un dios vacío de contenido, sin “carne”... Hablar de Dios es hablar de un Dios lleno de Vida, de “carne”. Esto es predicar y esto fue lo que hizo Rosa de Lima. Rosa de Lima no habló de Dios de una manera teórica, de lo que le habían contado, sino que ella en su interior reconoció la presencia de Dios, se sintió habitada por una fuerza que la superaba. Ella si que fue predicadora, porque predicó de lo que sabía por experiencia y no por teoría.

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Martes, 24/8/2010 San Bartolomé, apóstol
"Has ver cosas mayores".

I. Contemplamos la Palabra
Lectura del libro del Apocalipsis 21,9b-14:

El ángel me habló así: «Ven acá, voy a mostrarte a la novia, a la esposa del Cordero.» Me transportó en éxtasis a un monte altísimo, y me enseñó la ciudad santa, Jerusalén, que bajaba del cielo, enviada por Dios, trayendo la gloria de Dios. Brillaba como una piedra preciosa, como jaspe traslúcido. Tenía una muralla grande y alta y doce puertas custodiadas por doce ángeles, con doce nombres grabados: los nombres de las tribus de Israel. A oriente tres puertas, al norte tres puertas, al sur tres puertas, y a occidente tres puertas. La muralla tenía doce basamentos que llevaban doce nombres: los nombres de los apóstoles del Cordero.
Sal 144,10-11.12-13ab.17-18 R/. Que tus fieles, Señor, proclamen la gloria de tu reinado

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas. R/. Explicando tus hazañas a los hombres, la gloria y la majestad de tu reinado. Tu reinado es un reinado perpetuo, tu gobierno va de edad en edad. R/. El Señor es justo en todos sus caminos, es bondadoso en todas sus acciones; cerca está el Señor de los que lo invocan, de los que lo invocan sinceramente. R/.
Lectura del santo evangelio según san Juan 1,45-51:

En aquel tiempo, Felipe encuentra a Natanael y le dice: «Aquel de quien escribieron Moisés en la Ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret.» Natanael le replicó: «¿De Nazaret puede salir algo bueno?» Felipe le contestó: «Ven y verás.» Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.» Natanael le contesta: «¿De qué me conoces?» Jesús le responde: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.» Natanael respondió: «Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.» Jesús le contestó: « ¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has ver cosas mayores.» Y le añadió: «Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.»

II. Compartimos la Palabra

*
“Has de ver cosas mayores”.

Bartolomé, que en el evangelio de hoy aparece como Natanael, fue uno de los 12 apóstoles elegidos por Jesús para ser de los impulsores y continuadores de su obra, del proyecto de una nueva sociedad, su “reino de Dios”. En el primer encuentro con Jesús recibe un elogio de éste y, de entrada, él recela de todo lo que pueda venir de Nazaret. Cuando, apenas conocido, empieza e emocionarse con Jesús, éste le asegura que “has de ver cosas mayores”.

Ciertamente Bartolomé en compañía de Jesús vio “cosas mayores”. Vio cómo crecía en él la sublime experiencia de que Jesús le quería hasta el extremo y de que su amor hacia él iba también en aumento de día en día. Como consecuencia de este mutuo amor, fue adueñándose de su corazón un gran amor hacia toda persona humana. Vio como después de la muerte y resurrección de Jesús, como un regalo del Resucitado, recibió las fuerzas y el ánimo suficientes para predicar la buena noticia del que un día le cautivó: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio”. Y ante las dificultades de la predicación no se echó para atrás. Prefirió morir martirizado antes que renunciar a Jesús y su evangelio. Vio cómo el Señor cumplió su promesa de no abandonarle ni en la muerte, resucitándole y haciéndole disfrutar de la plenitud de la vida y del amor. Realmente vio cosas grandes, “cosas mayores”.

Las palabras que dirigió Jesús a Bartolomé nos las dirige a todos y cada uno de sus seguidores. ¿Experimentamos, cada día, todas las cosas grandes que el Señor nos regala y que quiere que vivamos?

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Miércoles, 25/8/2010
“Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas” .

I. Contemplamos la Palabra
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 3,6-10.16-18:

En nombre de nuestro Señor Jesucristo, hermanos, os mandamos: no tratéis con los hermanos que llevan una vida ociosa y se apartan de las tradiciones que recibieron de nosotros. Ya sabéis cómo tenéis que imitar nuestro ejemplo: no vivimos entre vosotros sin trabajar, nadie nos dio de balde el pan que comimos, sino que trabajamos y nos cansamos día y noche, a fin de no ser carga para nadie. No es que no tuviésemos derecho para hacerlo, pero quisimos daros un ejemplo que imitar. Cuando vivimos con vosotros os lo mandamos: El que no trabaja, que no coma. Que el Señor de la paz os dé la paz siempre y en todo lugar. El Señor esté con todos vosotros. La despedida va de mi mano, Pablo; ésta es la contraseña en toda carta; ésta es mi letra. La gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con todos vosotros.
Sal 127,1-2.4-5 R/. Dichosos los que temen al Señor

Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos. Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien. R/. Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor. Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 23,27-32:

En aquel tiempo, habló Jesús diciendo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que os parecéis a los sepulcros encalados! Por fuera tienen buena apariencia, pero por dentro están llenos de huesos y podredumbre; lo mismo vosotros: por fuera parecéis justos, pero por dentro estáis repletos de hipocresía y crímenes. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que edificáis sepulcros a los profetas y ornamentáis los mausoleos de los justos, diciendo: "Si hubiéramos vivido en tiempo de nuestros padres, no habríamos sido cómplices suyos en el asesinato de los profetas"! Con esto atestiguáis en contra vuestra, que sois hijos de los que asesinaron a los profetas. ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!»

II. Compartimos la Palabra

Cuentan que el narciso, que crece sobre las aguas de los ríos, reflejándose en ellos, surgió al acercarse Narciso, sumamente sediento, al riachuelo donde una vez se había encontrado con Eco, para calmar su sed. Y cuando, a punto de beber, vio su imagen reflejada en el río, quedó tan absolutamente cegado y deslumbrado por su propia belleza, que allí mismo murió. Según unos de inanición; según la mayoría, porque, enamorado de su imagen, pretendió reunirse con ella, y se ahogó. En el lugar de su muerte surgió una flor a la que Narciso dio su nombre.

*
El ser y el aparentar

Aparentar lo que no se es se llama hipocresía. Fingir exteriormente aquello de que se carece en el interior. Simular lo que queremos ser, encubriendo y ocultando lo que realmente somos. La raíz de la hipocresía está en el narcisismo. En el tiempo de Jesús, el prototipo de los narcisistas hipócritas eran los fariseos y los letrados. Hoy día no sé a quién fustigaría Jesús por parecerse a ellos. Pero, no hace falta llegar a esos extremos. Todos llevamos un poco –o no tan poco- de “Narciso”. Quién más, quién menos todos estamos hechos de su misma pasta. A todos nos gusta brillar, que nos alaben –aunque sepamos que no es para tanto-, y, por eso, fingimos y aparentamos lo que no somos ni tenemos.

Frente a las motivaciones narcisistas que, desgraciadamente, coexisten con muchas de nuestras buenas acciones, Jesús propone autenticidad. Hay que cuidar –nos dice- la limpieza del corazón, porque tanto la sencillez y autenticidad como la hipocresía provienen de él. Y esta consigna es aplicable de manera especial a las personas “buenas”, cumplidoras. A quienes, por profesión, tenemos que ser vistos como personas ejemplares, y, por humanos, no siempre lo somos. Y la tentación es suplir con apariencia lo que falta de objetividad.

*
Más “ayes” de Jesús

“Ya que no somos castos, seamos cautos”, se oye con cierta frecuencia. Pues bien, Jesús a los tales, a esos nuevos fariseos sagaces y precavidos, les dice hoy lo mismo que ayer: “¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que os parecéis a los sepulcros blanqueados!” Puede que, aparentemente, cubráis con cal y blancura la falta de humanidad y espiritualidad que lleváis dentro. Pero, el tiempo coloca a cada uno en su sitio.

Jesús es especialmente sensible a la sencillez y a la veracidad. No tolera la doblez: ni la “doble contabilidad”, ni la doble vida, ni decir una cosa y hacer otra. “Cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta, como hacen los hipócritas… Cuando oréis, no seáis como los hipócritas…” (Mt 6,2-6). Nuestro modelo, según el Evangelio, son el publicano, con su oración sentida, sencilla y humilde, al fondo del templo, y la viuda pobre que, sin ostentación alguna, ofrece su limosna y, con ella, a sí misma al Señor. Estos son alabados por Jesús y propuestos como modelos

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Jueves, 26/8/2010
“Estad siempre en vela”.

I. Contemplamos la Palabra
Comienzo de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1,1-9:

Yo Pablo, llamado a ser apóstol de Cristo Jesús por designio de Dios, y Sóstenes, nuestro hermano, escribimos a la Iglesia de Dios en Corinto, a los consagrados por Cristo Jesús, a los santos que él llamó y a todos los demás que en cualquier lugar invocan el nombre de Jesucristo, Señor de ellos y nuestro. La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo sean con vosotros. En mi acción de gracias a Dios os tengo siempre presentes, por la gracia que Dios os ha dado en Cristo Jesús. Pues por él habéis sido enriquecidos en todo: en el hablar y en el saber; porque en vosotros se ha probado el testimonio de Cristo. De hecho, no carecéis de ningún don, vosotros que aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. Él os mantendrá firmes hasta el final, para que no tengan de qué acusaros en el día de Jesucristo, Señor nuestro. Dios os llamó a participar en la vida de su Hijo, Jesucristo Señor nuestro. ¡Y él es fiel!
Sal 144,2-3.4-5.6-7 R/. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey

Día tras día, te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás. Grande es el Señor, merece toda alabanza, es incalculable su grandeza. R/. Una generación pondera tus obras a la otra, y le cuenta tus hazañas. Alaban ellos la gloria de tu majestad, y yo repito tus maravillas. R/. Encarecen ellos tus temibles proezas, y yo narro tus grandes acciones; difunden la memoria de tu inmensa bondad, y aclaman tus victorias. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 24,42-51:

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre. ¿Dónde hay un criado fiel y cuidadoso, a quien el amo encarga de dar a la servidumbre la comida a sus horas? Pues, dichoso ese criado, si el amo, al llegar, lo encuentra portándose así. Os aseguro que le confiará la administración de todos sus bienes. Pero si el criado es un canalla y, pensando que su amo tardará, empieza a pegar a sus compañeros, y a comer y a beber con los borrachos, el día y la hora que menos se lo espera, llegará el amo y lo hará pedazos, mandándolo a donde se manda a los hipócritas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.»

II. Compartimos la Palabra

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“Por Él os habéis enriquecido en todo”

La comunidad de Corinto a la que va dirigida esta carta, era ferviente, rica en carismas, por lo que Pablo, empieza felicitándoles. Se presenta con su mayor gloria:”Ser apóstol de Jesucristo”, no por méritos propios, sino por designio de Dios.

Escribe a los consagrados por Cristo Jesús, llamándolos santos, también nosotros, por el bautismo hemos sido consagrados, participamos de esa santidad, no por nuestro esfuerzo, sino como Don de Dios, único Santo.

El saludo de gracia y paz de parte de Dios y del Señor Jesús, también es para nosotros, que estamos llamados a ser forjadores de paz y mensajeros de su gracia, a ser testigos de Cristo, poniendo a disposición del Evangelio los dones que hemos recibido. Lo importante es que nos mantengamos unidos a Cristo para participar plenamente de su vida, no lo dudemos, si permanecemos unidos a El viviremos con Él, porque Él siempre es fiel.

*
“Estad siempre en vela”

La fidelidad a Cristo, nos exige estar siempre en vela, de Él lo recibimos todo, pero, como dice la parábola de hoy, somos como el criado que está cuidando de las cosas.

El Señor vendrá a la hora que menos pensemos, por ello, tenemos que cuidar, custodiar el tesoro de la fe en Él. La fe es Don de Dios, no es mérito nuestro, es gracia suya y exige vigilancia para mantener siempre encendida la lámpara, fe activa, que nos lleva a vivir una vida en plenitud de amor, a cuantos hemos tenido la dicha de encontrar el Amor de Dios .Amor que se manifiesta cuando nuestras obras son acordes con lo que creemos y que nos pide que la vivamos hasta que Él venga a nuestro encuentro.

Demos gracias al Señor por los dones recibidos, seamos buenos custodios de ellos en fidelidad a quien nos los ha encomendado, porque: ”El siempre permanece fiel”
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Viernes, 27/8/2010
"¡Llega el Esposo, salid a recibirlo!”.

I. Contemplamos la Palabra
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1,17-25:

No me envió Cristo a bautizar, sino a anunciar el Evangelio, y no con sabiduría de palabras, para no hacer ineficaz la cruz de Cristo. El mensaje de la cruz es necedad para los que están en vías de perdición; pero para los que están en vías de salvación, para nosotros, es fuerza de Dios. Dice la Escritura: «Destruiré la sabiduría de los sabios, frustraré la sagacidad de los sagaces.» ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el sofista de nuestros tiempos? ¿No ha convertido Dios en necedad la sabiduría del mundo? Y como, en la sabiduría de Dios, el mundo no lo conoció por el camino de la sabiduría, quiso Dios valerse de la necedad de la predicación, para salvar a los creyentes. Porque los judíos exigen signos, los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; pero para los llamados a Cristo, judíos o griegos, un Mesías que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.
Sal 32 R/. La misericordia del Señor llena la tierra

Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos. Dad gracias al Señor con la cítara, tocad en su honor el arpa de diez cuerdas. R/. Que la palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales; él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra. R/. El Señor deshace los planes de las naciones, frustra los proyectos de los pueblos, pero el plan del Señor subsiste por siempre, los proyectos de su corazón, de edad en edad. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 25,1-13:

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El Reino de los cielos se parecerá a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: "¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!" Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: "Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas." Pero las sensatas contestaron: "Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis." Mientras iban a comprarlo llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: "Señor, señor, ábrenos." Pero él respondió: "Os lo aseguro: no os conozco." Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.»

II. Compartimos la Palabra

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"Dios quiso salvar a los creyentes mediante la locura de la predicación."

San Pablo tiene clara la misión que Dios le ha confiado. Sabe que Cristo le ha enviado a anunciar el Evangelio. Y… ¿en qué consiste este anuncio? ¿Cuál es la “esencia” de la predicación? Él mismo nos lo dice: “Nosotros predicamos a Cristo crucificado”. ¿Un escándalo? ¿una necedad? ¿una locura…? pero en realidad, todo aquel que vuelve sus ojos a Él y le abre el corazón, descubre que este Cristo crucificado es “fuerza de Dios y sabiduría de Dios”.

¿Cómo es posible esto… que el Evangelio de un Cristo crucificado sea fuerza y sabiduría de Dios para todos nosotros? ¿Quién es capaz de explicarlo? Por algo ya decía la Escritura: “Destruiré la sabiduría de los sabios, frustraré la sagacidad de los sagaces…” “¿Dónde está el sabio… el letrado? ¿Dónde está el sofista de nuestros tiempos?”.

Somos enviados a anunciar dónde está la verdadera fuerza y sabiduría, pero siempre en nuestra pobreza y debilidad para “no hacer ineficaz la cruz de Cristo”. Sí, así lo ha querido Dios: “valerse de la necedad de la predicación para salvar a los creyentes”.

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"¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!”.

Esto es lo que dijo la voz de la medianoche a las doncellas que con sus lámparas habían salido a esperar al esposo. Por el diálogo que establecen entre ellas, se podría haber pensado que lo que esa voz había dicho era: “¡Que llega el esposo, salid a recibirlo! Pero oye… que salgan a recibirlo sólo aquellas que tengan las lámparas bien luminosas; las que no tengan casi aceite y anden medio a oscuras… que vayan de una carrera a la tienda del pueblo a por aceite, o mira… mejor que sigan durmiendo, ¡que no hubieran sido necias!”
Después de mucho meditar y orar esta parábola, podría dar la impresión, por la reacción tanto de necias como de prudentes, que la importancia radica en sus lámparas, en el mucho o poco aceite que tienen… cuando el verdadero protagonista es (o debería ser) el esposo que llega. En la espera del esposo, puede ocurrirnos que llenemos nuestra cabeza y nuestro corazón con preocupaciones de “lámparas, aceites o alcuzas…” y nos olvidemos de Aquél a quien esperamos: que el centro de atención en nuestra vida es el esposo, Nuestro Señor Jesucristo.

“Y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas”. Las que entraron al banquete fueron todas aquellas que estaban esperando al esposo en el momento que llegó. TODAS las que allí estaban fueron las que entraron con Él. Podríamos preguntarnos… Si las cinco que se marcharon de compras, a esas horas de la noche, no se hubieran marchado, y hubieran permanecido esperando, junto a las otras cinco, con sus lámparas casi apagadas pero con el deseo de encontrarse con el esposo y pasar con Él al banquete… ¿qué habría ocurrido? O si las “prudentes” hubieran compartido su aceite, y resulta que llega el esposo y encuentra a las diez casi a oscuras, pero ahí presentes, esperándole a Él… ¿qué habría sucedido?

Si conociéramos de verdad a este esposo, el mismo que unos capítulos antes nos ha dicho: “dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos”, le esperaríamos tranquilos y confiados en su infinito amor y misericordia. Quizá… la confianza en Él, es la que rellena nuestras lámparas. “¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!”.
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Sábado, 28/8/2010
"El que se gloríe, que se gloríe en el Señor".

I. Contemplamos la Palabra
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1,26-31:

Fijaos en vuestra asamblea, no hay en ella muchos sabios en lo humano, ni muchos poderosos, ni muchos aristócratas; todo lo contrario, lo necio del mundo lo ha escogido Dios para humillar a los sabios, y lo débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar el poder. Aún más, ha escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta para anular a lo que cuenta, de modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor. Por él vosotros sois en Cristo Jesús, en este Cristo que Dios ha hecho para nosotros sabiduría, justicia, santificación y redención. Y así –como dice la Escritura– «el que se gloríe, que se gloríe en el Señor.»
Sal 32 R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad

Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se escogió como heredad. El Señor mira desde el cielo, se fija en todos los hombres. R/. Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre. R/. Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo; con él se alegra nuestro corazón, en su santo nombre confiamos. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 25,14-30:

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Un hombre que se iba al extranjero llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó. El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió uno, hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor. Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a ajustar cuentas con ellos. Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: "Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco." Su señor le dijo: "Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor." Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo: "Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos." Su señor le dijo: "Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor." Finalmente se acercó el que había recibido un talento y dijo: "Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces; tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo." El señor le respondió: "Eres un empleado negligente y holgazán; ¿con que sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque el que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadlo fuera, a las tinieblas, allí será el llanto y el rechinar de dientes."»

II. Compartimos la Palabra

Terminan las vacaciones, el descanso y el ocio. Comenzamos de nuevo la tarea de cada curso. Para algunos la reincorporación de septiembre supondrá comenzar trabajos nuevos, para muchos, tan sólo volver a lo que dejamos hace apenas unas semanas. Lo cierto es que las vacaciones son un buen momento para plantearse nuevos retos y para diseñar lo que queremos de nosotros para este nuevo año. No es de extrañar, por ello, que en este próximo mes se vuelvan a llenar los gimnasios, nos apuntemos a clases de inglés o intentemos por enésima vez dejar de fumar. Bien lo saben los expertos de ventas que estos días preparan su munición para bombardearnos con mil sugerencias para coleccionar. Ellos nos conocen bien por dentro.

Quizá todos hemos experimentado la frustración que supone hacerse propósitos que al final no cumplimos. Es posible que en el intento cometamos el error de ponernos el listón muy alto. Curiosamente el evangelio de hoy nos invita a poner en el asador sólo aquello que tenemos, nada más. Nuestros pequeños talentos; nuestros pequeños valores; esa pequeña cosa que, aunque no es grande, nos sale bien; aquello que otros nos han reconocido como bueno.

En vez de plantearme ser el más coherente del mundo, quizá deba pensar en ese poco con lo que sí me puedo comprometer: realmente no podríamos cambiar nuestra vida de un plumazo, pero con toda seguridad podremos incorporar un pequeño cambio. Un cambio que nos llevará a otro y ese a otros. Así se transita, en definitiva, por el camino del Reino de Dios.

n aforismo oriental afirma que a la naturaleza no hay que violentarla, hay que persuadirla. Quizá esto mismo se pueda aplicar a nuestro compromiso cristiano. Si no es así, no se pueden comprender las palabras de Pablo cuando afirman que Dios escoge lo pequeño, lo débil y lo despreciable del mundo.

Decía Gandhi, “si quiero cambiar el mundo a mi alrededor he de comenzar cambiándome a mí mismo”. Pongámonos ante Dios en estos días y pensemos qué es eso pequeño que no sólo podemos cambiar sino que además podemos mantener durante todo el año. Cambiar no es una utopía, San Agustín, cuya fiesta celebramos hoy, es un buen ejemplo.