domingo, 13 de marzo de 2011

Evengelio de la semana y meditación para las homilias



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Introducción a la semana
En el dintel de la Cuaresma hay una llamada perentoria a la conversión, a cambiar, a regirse por criterios nuevos. Y a hacerlo en la perspectiva de la Pascua, pasando de las tinieblas a la luz. El horizonte es, pues, luminoso, aunque de una claridad que nos deslumbra: “Sed santos, porque yo soy santo”, dice el Señor. Una meta que parece inasequible, si no fuera porque Jesús nos la acerca, invitándonos a alcanzarla mediante la ayuda a cualquier necesitado, en quien él mismo se nos hace presente.
Se trata de una transformación interior, fruto de la palabra de Dios acogida en la fe, una palabra que nunca vuelve a él vacía, sin haber fecundado primero nuestra árida tierra. Es esa fe la que nos hace conscientes de la necesidad de pedir al Padre que se haga en nosotros su voluntad, reconociendo nuestra impotencia y nuestro pecado, asumiendo también nuestra responsabilidad personal en la tarea de la reconciliación con Dios y con los hermanos.
Oración y compromiso: dos imperativos que resaltan, pues, en la liturgia de esta semana con que iniciamos la Cuaresma. Confianza en la ayuda de Dios (“cuando te invoqué me escuchaste”) y exigencia de ir hasta el extremo de la entrega, hasta el amor a los enemigos, que imita la generosidad de Aquel que “hace salir el sol sobre malos y buenos”. Audaz desafío, en cuya aceptación se encuentra sin embargo la fuente de una dicha que sólo conocen los que se aventuran a poner en práctica la Palabra que les habló desde arriba.
Celebramos también en estos días la solemnidad de San José, el esposo de la Virgen María, el hombre que acogió en la fe la palabra de Dios y que asumió, por amor, la responsabilidad de proteger y educar a Jesús, el Mesías, en las primeras etapas de su vida. A lado de ambos, él mismo fue descubriendo progresivamente el misterio de Dios y su designio de salvar a la humanidad desde la propia realidad humana. Por eso ha sido declarado patrono de la Iglesia –continuadora de Jesús- y de los seminarios, donde se forman los pastores encargados de guiarla.
Fray Emilio  García ÁlvarezFray Emilio García Álvarez
Convento de Santo Domingo. Caleruega (Burgos)
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Lunes 14/3/2011
“Seréis santos porque Yo vuestro Dios soy Santo“

I. Contemplamos la Palabra

Lectura del libro del Levítico 19,1-2.11-18:
El Señor habló a Moisés: «Habla a la asamblea de los hijos de Israel y diles: "Seréis santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo. No robaréis ni defraudaréis ni engañaréis a ninguno de vuestro pueblo. No juraréis en falso por mi nombre, profanando el nombre de Dios. Yo soy el Señor. No explotarás a tu prójimo ni lo expropiarás. No dormirá contigo hasta el día siguiente el jornal del obrero. No maldecirás al sordo ni pondrás tropiezos al ciego. Teme a tu Dios. Yo soy el Señor. No daréis sentencias injustas. No serás parcial ni por favorecer al pobre ni por honrar al rico. Juzga con justicia a tu conciudadano. No andarás con cuentos de aquí para allá, ni declararás en falso contra la vida de tu prójimo. Yo soy el Señor. No odiarás de corazón a tu hermano. Reprenderás a tu pariente para que no cargues tú con su pecado. No te vengarás ni guardarás rencor a tus parientes, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor."»
Sal 18,8.9.10.15 R/. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida
La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante. R/.

Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos. R/.

La voluntad del Señor es pura
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos. R/.

Que te agraden las palabras de mi boca,
y llegue a tu presencia
el meditar de mi corazón,
Señor, roca mía, redentor mío. R/.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 25,31-46:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: "Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme." Entonces los justos le contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?" Y el rey les dirá: "Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis." Y entonces dirá a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis." Entonces también éstos contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?" Y él replicará: "Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo." Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.»

II. Oramos con la Palabra

CRISTO, ya veo que al atardecer de la vida seré juzgado por ti sobre el amor. Quiero ser tu amigo de verdad para siempre, también para el día del juicio. Y quiero amarte y servirte en los hermanos: así nuestra amistad será eterna. Y quiero dedicar mi vida en amarte con obras a favor de los hermanos. Y un día, junto con ellos, te amaré directamente a ti, a quien veré en toda tu grandeza y me gozaré en tu amor eterno.

Esta oración está incluida en el libro: Evangelio 2011 de EDIBESA.

III. Compartimos la Palabra

En este primer lunes de Cuaresma podemos acercarnos, con pié más seguro, a la primera lectura si partimos desde el Evangelio.
En el Evangelio de este lunes nos encontramos con el famoso pasaje de Mateo sobre el Juicio Final. Mateo, con mano maravillosa, todavía hoy es capaz de hacernos imaginar como será el juicio final. Pero la fuerza evocadora e imaginativa, que tiene este pasaje, hay que saber canalizarla y explicarla con una idea: al final de nuestra vida seremos juzgados (de esto no hay duda); pero este juicio no será cómo los que realizamos aquí, en nuestro mundo, en nuestra historia. Los juicios humanos están basados en lo bruto, en lo no bello, en lo que se ha hecho mal, en la equivocación… El juicio de Dios tiene otro fundamento: esta basado en las obras de misericordia que hemos hecho. No está basado ni en las equivocaciones que hayamos cometido, ni tampoco en las obras excepcionales que hemos hecho. El computo de Dios es la misericordia. Es sencilla de comprender, que no de vivir, la regla de tres que Mateo nos quiere expresar: a mayor misericordia derramada en esta vida, mayor misericordia derrochará Dios con nosotros, al final de nuestros días.
¿Cómo vivir y en qué consiste esta misericordia? Es ahora cuando podemos acercarnos a la primera lectura del libro del Levítico. El pasaje que se nos presenta este lunes es el conocido texto de la “Ley de la Santidad”. La Santidad, según nos expresa este texto, tiene que ver más con la misericordia que con las virtudes morales de la pureza, con las que habitualmente estamos acostumbrados a asociar la santidad.
Santidad y misericordia son, según las lecturas de este primer lunes de cuaresma, dos palabras sinónimas. Por ello, podemos extraer otra regla de tres: a mayor misericordia, mayor santidad. Y a mayor santidad, más nos asemejaremos a nuestro Creador.
Fray José Rafael   Reyes GonzálezFray José Rafael Reyes González
Casa Santissima Trinità degli Spagnoli-Roma
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Martes 15/3/2011
“Mi palabra… no volverá a mí vacía”

I. Contemplamos la Palabra

Lectura del libro de Isaías 55,10-11:
Así dice el Señor: «Como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra, que sale de mi boca: no volverá a mi vacía, sino que hará mí voluntad y cumplirá mi encargo.»
Sal 33,4-5.6-7.16-17.18-19 R/. El Señor libra de sus angustias a los justos
Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R/.

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor,
él lo escucha y lo salva de sus angustias. R/.

Los ojos del Señor miran a los justos,
sus oídos escuchan sus gritos;
pero el Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria. R/.

Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias;
el Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos. R/.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 6,7-15:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis. Vosotros rezad así: "Padre nuestro del cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy el pan nuestro de cada día, perdónanos nuestras ofensas, pues nosotros hemos perdonado a los que nos han ofendido, no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno." Porque si perdonáis a los demás sus culpas, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas.»

II. Oramos con la Palabra

CRISTO,me uno a ti en la oración al Padre, para que su nombre sea santificado, venga su reino, se haga su voluntad en mi vida. Y contigo le pido al Padre que me dé el pan de cada día, que me perdone como yo quiero perdonar y olvidar, que no me deje caer en la tentación, y me libre del Mal. Amén.

Esta oración está incluida en el libro: Evangelio 2011 de EDIBESA.

III. Compartimos la Palabra

·         “Mi palabra… no volverá a mí vacía”

Jesús completó lo indicado por el Señor, en este fragmento de Isaías, con la parábola del sembrador. Es cierto que la palabra que sale de la boca del Señor “no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo”. A la luz de la parábola del sembrador, hay que decir que por parte del Señor su palabra siempre da fruto, es eficaz, pero para que eso sea así hay que contar con el hombre, con la tierra que la recibe. Dios no impone nada al hombre por la fuerza. Le ofrece los tesoros de su palabra, de su amor, de su luz, de su amistad… ¡algo sublime! Pero es el hombre el que, ejerciendo su libertad, los tiene que aceptar. En nuestras manos está el aceptar o rechazar los inestimables regalos que Dios nos brinda… incluido el mismo Dios.

·          “Padre nuestro”.

No es posible comentar todo el evangelio de hoy y el Padre nuestro. Sólo tres anotaciones. La primera: Jesús nos invita a que no usemos muchas palabras con Dios. La intensidad de nuestra oración con Él no se mide por la cantidad de nuestras palabras, sino por la calidad de nuestra relación amorosa y de confianza con Él. La segunda: a Dios nos debemos dirigir como lo que es, nuestro Padre, con todo lo que esto lleva consigo. Cuando logramos experimentar que Dios es nuestro Padre y vivir esta sublime verdad… todo cambia, vivimos en este mundo, pero vivimos en otro: en el mundo de la confianza de un hijo con su Padre Dios. Desde aquí, todo, las alegrías, los dolores, los días de sol, los días nublados, el pasado, el presente, el futuro… se vive de manera distinta, con más luz, con más sentido, con más esperanza. Tercera: hemos de pedir a nuestro Padre Dios que nos dé el alimento para ese día, el pan, las fuerzas y luces necesarias para seguir el camino de su Hijo ese día. Al día siguiente le pediremos el alimento para ese nuevo día.
Fray Manuel Santos  SánchezFray Manuel Santos Sánchez
La Virgen del Camino
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Miércoles 16/3/2011
“Un corazón quebrantado y humillado, tú, no lo desprecias”

I. Contemplamos la Palabra

Lectura de la profecía de Jonás 3,1-10:
Vino la palabra del Señor sobre Jonás: «Levántate y vete a Nínive, la gran ciudad, y predícale el mensaje que te digo.»
Se levantó Jonás y fue a Nínive, como mandó el Señor. Nínive era una gran ciudad, tres días hacían falta para recorrerla. Comenzó Jonás a entrar por la ciudad y caminó durante un día, proclamando: «¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!»
Creyeron en Dios los ninivitas; proclamaron el ayuno y se vistieron de saco, grandes y pequeños.
Llegó el mensaje al rey de Nínive; se levantó del trono, dejó el manto, se cubrió de saco, se sentó en el polvo y mandó al heraldo a proclamar en su nombre a Nínive: «Hombres y animales, vacas y ovejas, no prueben bocado, que no pasten ni beban; vístanse de saco hombres y animales; invoquen fervientemente a Dios, que se convierta cada cual de su mala vida y de la violencia de sus manos; quizá se arrepienta, se compadezca Dios, quizá cese el incendio de su ira, y no pereceremos.»
Y vio Dios sus obras, su conversión de la mala vida; se compadeció y se arrepintió Dios de la catástrofe con que había amenazado a Nínive, y no la ejecutó.

Sal 50,3-4.12-13.18-19 R/. Un corazón quebrantado y humillado, tú, Dios mío, no lo desprecias
Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R/.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R/.

Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias. R/.

Lectura del santo evangelio según san Lucas 11,29-32:
En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús, y él se puso a decirles: «Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación. Cuando sean juzgados los hombres de esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que los condenen; porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón. Cuando sea juzgada esta generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que los condenen; porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás.»

II. Oramos con la Palabra

CRISTO, nadie hay tan grande, tan sabio, tan misericordioso como tú. Por eso, me apiño entre la gente para que me llegue tu Palabra de vida y me convierta en otro Cristo: que no sea yo quien viva, sino tú en mí.

Esta oración está incluida en el libro: Evangelio 2011 de EDIBESA.

III. Compartimos la Palabra

·         “Un corazón quebrantado y humillado, tú, no lo desprecias” (Sal 50)

Nínive, importante ciudad de Asiria, al igual que Babilonia, en el lenguaje bíblico, es figura del mal, tal vez, por la presión que con frecuencia ejercieron sobre Israel. No obstante, a esta ciudad fuera de Palestina, es enviado el profeta Jonás, quien, muy a su pesar, va a anunciar el mensaje que Dios le ha dado:”Dentro de cuarenta días, Nínive será destruída”.
Los ninivitas escucharon el mensaje y reacionaron ante tal anuncio:
  1. Creen en la Palabra de Dios anunciada por el profeta.
  2. Actúan :Proclaman un ayuno y se visten de saco sentándose en la ceniza.
  3. Oran : Invocan a Dios, para que se compadezca de ellos.
Dios ve sus obras, su vuelta a Él y les perdona, no ejecuta las amenazas anunciadas. El Dios fiel, siempre está dispuesto a perdonar. Así lo rezamos en el salmo del día “Un corazón quebrantado y humillado tu no lo desprecias”.

·         “Aquí está uno que es más que Jonás”

Los contemporáneos de Jesús, exigen pruebas apoteósicas para aceptar su mensaje. Jesús se resiste a ello, apelando a la malicia de sus corazones :”Esta generación perversa pide un signo, pero no se le dará mas signo que el de Jonás”…
Los ninivitas creyeron y se convirtieron, los judíos contemporáneos de Jesús, no lo aceptan, sólo quieren ver sus milagros.
Jesús les recuerda que él está por encima de todo y apela a la sabiduría de Salomón a quien la reina de Saba vino para conocerlo, también está por encima del profeta Jonás, que expulsado del vientre del cetáceo, no es más que un signo de la resurrección de Cristo: El Hijo del Hombre, también estará tres días y tres noches en el seno de la tierra (Mt 12,40) .
Estamos preparándonos para la Pascua ¿Creemos verdaderamente en Cristo?. ¿Creemos que verdaderamente resucitó y nos trajo la nueva vida?, ¿Creemos que resucitaremos con Él?
Como los ninivitas convirtámonos, preparémonos para la Pascua, vayamos al encuentro con el Resucitado, resucitemos con Él.
Hna. María Pilar  Garrúes El CidHna. María Pilar Garrúes El Cid
Misionera Dominica del Rosario
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Jueves 17/3/2011
“Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá”

I. Contemplamos la Palabra

Lectura del libro de Ester 14,1.3-5.12-14:
En aquellos días, la reina Ester, temiendo el peligro inminente, acudió al Señor y rezó así al Señor, Dios de Israel: «Señor mío, único rey nuestro. Protégeme, que estoy sola y no tengo otro defensor fuera de ti, pues yo misma me he expuesto al peligro. Desde mi infancia oí, en el seno de mi familia, cómo tú, Señor, escogiste a Israel entre las naciones, a nuestros padres entre todos sus antepasados, para ser tu heredad perpetua; y les cumpliste lo que habías prometido. Atiende, Señor, muéstrate a nosotros en la tribulación y dame valor, Señor, rey de los dioses y señor de poderosos. Pon en mi boca un discurso acertado cuando tenga que hablar al león; haz que cambie y aborrezca a nuestro enemigo, para que perezca con todos sus cómplices. A nosotros, líbranos con tu mano; y a mí, que no tengo otro auxilio fuera de ti, protégeme tú, Señor, que lo sabes todo.»
Sal 137,1-2a.2bc.3.7c-8 R/. Cuando te invoqué, me escuchaste, Señor
Te doy gracias, Señor, de todo corazón;
delante de los ángeles tañeré para ti,
me postraré hacia tu santuario. R/.

Daré gracias a tu nombre,
por tu misericordia y tu lealtad;
cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma. R/.

Tu derecha me salva.
El Señor completará sus favores conmigo:
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos. R/.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 7,7-12:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre. Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le va a dar una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre del cielo dará cosas buenas a los que le piden! En resumen: Tratad a los demás como queréis que ellos os traten; en esto consiste la Ley y los profetas.»

II. Oramos con la Palabra

CRISTO, siguiendo tu consejo, le pido al Padre que me dé la fe, la amistad divina que nada ni nadie me pueda arrebatar, el poder tratar a los demás como quiero que ellos me traten. ¡Apoya ante el Padre mi oración, pues pido con fe y en tu nombre lo que necesito para ser cristiano!

Esta oración está incluida en el libro: Evangelio 2011 de EDIBESA.

III. Compartimos la Palabra

Se ha dicho que orar y la oración no es monopolio de los cristianos y será cierto, pero que Jesús oraba y que nos habló de su necesidad, enseñándonos a hacerla, es innegable. Hoy la Primera Lectura nos pone el modelo de una bella oración de la Reina Ester. Y, en el Evangelio, Jesús nos urge a practicarla y a creer en su eficacia.

·         Oración y acción

Parafraseando a Santa Teresa cuando decía que “el amante en todas partes ama”, hay que empezar diciendo que el orante en todas partes ora. Esto no significa que quien ora se desentienda de sus obligaciones como persona, pidiendo la solución de los problemas a Dios, sino que se pide a Dios todo lo que se necesita, aunque trabajando y procurando su solución como si todo dependiera sólo de nosotros. Entre la oración y la acción tendría que existir perfecta armonía. Tener espacios para orar, como Jesús cuando se retiraba a la montaña o a algún sitio solitario para ponerse en contacto con su Padre; y espacios para trabajar y desempeñar con eficacia nuestras obligaciones personales, familiares, sociales y profesionales. Y todo con equilibrio, paz y armonía.

·         Oración de petición

“Vosotros, cuando oréis decid: Padre” (Lc 11,2). Esta es la clave. Oramos y pedimos porque Dios es nuestro Padre. “Y si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le va a dar una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues, si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre del cielo dará cosas buenas a los que le piden?”
¿Y qué hay que pedir? Como hijos y en cuanto hijos, todo; todo lo que necesitamos. Pero guardando las formas. No podemos pedir a nuestro Padre Dios que resuelva los problemas que tenemos que solventar nosotros. No podemos intentar “seducir” a Dios, por más Padre que sea, para que cambie sus planes y nos conceda nuestros deseos. Todo lo contrario, oramos y pedimos cambiar nosotros para que nos conceda sus deseos, los suyos. Como él nos enseñó, pedimos que “se haga tu voluntad”, no la nuestra, sabedores que en esa voluntad suya está todo lo mejor para nosotros. Le pedimos a él, no pedimos cosas. Y, al llamarle “Padre nuestro”, no “mío”, implícitamente pedimos por nosotros y por todos nuestros hermanos.

·         Eficacia de la oración

Las palabras del Señor hoy no pueden ser más rotundas: “Pedid, buscad, llamad, y se os dará, encontraréis y se os abrirá”. Y esto porque Dios es más y mejor Padre que cualquiera de los de aquí abajo. De ahí su promesa de darnos, si lo pedimos con sinceridad, “cosas buenas” y “el Espíritu Santo”. Pero, si nuestra oración no es “verdadera”, es decir, si es egoísta o, por la razón que sea, equivocada, no puede ser eficaz, y, pensando en nosotros y en los demás, mejor que no lo sea.
Buen momento la Cuaresma, el desierto, para reflexionar sobre la oración, sobre la confianza con la que oramos, y, muy en particular, sobre el agradecimiento que mostramos a nuestro Padre Dios, al hacerla, y el compromiso que adquirimos por habernos encontrado con Dios. Lo demás, aunque importante, no es decisivo, porque “ya sabe vuestro Padre del cielo que tenéis necesidad de todo eso. Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura” (Mt 6,33).
Fray Hermelindo Fernández RodríguezFray Hermelindo Fernández Rodríguez
La Virgen del Camino
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Viernes 18/3/2011
"Vete primero a reconciliarte con tu hermano".

I. Contemplamos la Palabra

Primera lectura: Libro de Ezequiel 18,21-28
“Así dice el Señor Dios: Si el malvado se convierte de los pecados cometidos y guarda mis preceptos, practica el derecho y la justicia, ciertamente vivirá y no morirá. No se le tendrán en cuenta los delitos que cometió, por la justicia que hizo, vivirá. ¿Acaso quiero yo la muerte del malvado -oráculo del Señor-, y no que se convierta de su conducta y que viva? Si el justo se aparta de su justicia y comete maldad, imitando las abominaciones del malvado, ¿vivirá acaso?; no se tendrá en cuenta la justicia que hizo: por la iniquidad que perpetró y por el pecado que cometió, morirá.
Comentáis: No es justo el proceder del Señor. Escuchad, casa de Israel: ¿Es injusto mi proceder?, ¿o no es vuestro proceder el que es injusto? Cuando el justo se aparta de su justicia, comete la maldad y muere, muere por la maldad que cometió. Y cuando el malvado se convierte de la maldad que hizo y practica el derecho y la justicia, él mismo salva su vida. Si recapacita y se convierte de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá”.

Sal 129,1-2.3-4.5-7a.7bc-8 R/. Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir?

Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica. R/.

Si llevas cuenta de los delitos,
Señor, ¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto. R/.

Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora. R/.

Porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos. R/.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 5,20-26
“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los antiguos: No matarás, y el que mate será procesado. Pero yo os digo: Todo el que esté peleado con su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano imbécil, tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama renegado, merece la condena del fuego. Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Con el que te pone pleito, procura arreglarte en seguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuarto”.

II. Oramos con la Palabra

CRISTO, es tan serio el perdón y la reconciliación, que es lo único que comentas del Padrenuestro. Dame la humildad para pedir perdón cuando he hecho algún mal a otro, y el amor para reconciliarme con quienes tienen algo contra mí. La reconciliación es el clima habitual de quienes queremos ser discípulos tuyos.

Esta oración está incluida en el libro: Evangelio 2011 de EDIBESA.

III. Compartimos la Palabra

·         La conversión es siempre posible

El profeta Ezequiel, sacerdote del templo de Jerusalén, que ve a su pueblo desterrado a causa de la infidelidad a su Dios, les amonesta a la conversión personal. “Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta viva”.
Cada día celebramos en el altar el memorial vivo y perenne de la Pasión y muerte de Jesucristo, testimonio supremo de su amor a los hombres, y fuente inagotable de vida sobrenatural, que eso es la Eucaristía: sacrificio y comunión.
“Si el malvado se convierte de los pecados cometidos y guarda mis mandamientos, ciertamente vivirá”. Estamos a tiempo. Clamemos con el salmista: “Desde lo hondo a ti grito, Señor, escucha mi voz. Porque si llevas cuenta de los delitos, ¿quién podrá resistir? Pero de ti procede el perdón, porque tienes misericordia”.

·         La reconciliación, condición indispensable.

No nos hagamos ilusiones, no basta clamar a Dios, ofrecerle culto: antes está el precepto del amor. Ya lo dijo un maestro de la Ley: “Amar a Dios y al prójimo es antes que todos los sacrificios y holocaustos” (Mc. 12, 33). Jesucristo, con la autoridad con que enseñaba explica el alcance del precepto “No matarás”. Y os digo: “Todo el que esté peleado con su hermano, será procesado. Antes de presentar tu ofrenda ante el altar, vete a reconciliarte con tu hermano, y después, vuelve a presentar tu ofrenda”.
El amor a los hermanos, hecho unión, servicio, perdón, es lo que tenemos que potenciar en nuestra familia y en las relaciones con los demás, que eso lo exige la conversión a la que nos invita este tiempo cuaresmal.
MM. Dominicas Monasterio Ntra. Sra. de la PiedadMM. Dominicas Monasterio Ntra. Sra. de la Piedad
Palencia
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Sábado 19/3/2011
“Todo es gracia”

I. Contemplamos la Palabra

Lectura del segundo libro de Samuel 7, 4-5a. 12-14a. 16
En aquellos días, recibió Natán la siguiente palabra del Señor: -«Ve y dile a mi siervo David: "Esto dice el Señor: Cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré su realeza. Él construirá una casa para mi nombre, y yo consolidaré el trono de su realeza para siempre. Yo seré para él padre, y él será para mí hijo. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre." »
Sal 88 R. Su linaje será perpetuo.
Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad.» R.

Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
«Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades.» R.

Él me invocará:
«Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora.»
Le mantendré eternamente mi favor,
y mi alianza con él será estable. R.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 4, 13. 16-18. 22
Hermanos: No fue la observancia de la Ley, sino la justificación obtenida por la fe, la que obtuvo para Abrahán y su descendencia la promesa de heredar el mundo. Por eso, como todo depende de la fe, todo es gracia; así, la promesa está asegurada para toda la descendencia, no solamente para la descendencia legal, sino también para la que nace de la fe de Abrahán, que es padre de todos nosotros. Así, dice la Escritura: «Te hago padre de muchos pueblos.» Al encontrarse con el Dios que da vida a los muertos y llama a la existencia lo que, no existe, Abrahán creyó. Apoyado en la esperanza, creyó, contra toda esperanza, que llegaría a ser padre de muchas naciones, según lo que se le había dicho: «Así será tu descendencia.» Por lo cual le valió la justificación.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 1, 16. 18-21. 24a
Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: Maria, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: -«José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.» Cuando José se despertó, hizo lo que le habla mandado el ángel del Señor.

II. Oramos con la Palabra

JESÚS, quiero acompañarte y estar contigo al lado de José, el esposo de tu Madre, el buen padre para ti. Y pedirle que me enseñe como te enseñó a ti. Y rogarle que ayude a los seminaristas y aspirantes al sacerdocio a parecerse más a ti. Y suplicar que ayude a los padres de familia a educar a sus hijos, que también lo son de Dios. Y poner a toda la Iglesia, y de modo especial a los moribundos, en manos de su Patrono celestial.

Esta oración está incluida en el libro: Evangelio 2011 de EDIBESA.

III. Compartimos la Palabra

Nuestra comunidad celebra especialmente la festividad de hoy, pues es San José. Vivimos en la ciudad de Valencia y aunque en la actualidad no todos residimos en ella sí que conocemos bien las fiestas que aquí se celebran, las Fallas. Les aseguro que siempre hemos disfrutado juntos de ellas y que han sido muy importantes en nuestras biografías. Pero además tenemos también otros motivos que nos llenan de alegría, como es poder reflexionar uno de los pocos textos evangélicos en los que aparece la figura de José de Nazaret.
El texto de Mateo no es mucho lo que nos dice acerca de él, sin embargo, los detalles que nos brinda nos han parecido preciosos. Pues de José se dice que era una persona justa, que soñaba, que escuchó el mensaje que venía de parte de Dios y que se atrevió a ponerlo en práctica. No está nada mal el retrato que se ofrece de este hombre, ¿verdad?
Intentando ir un poco más allá, hemos buscado aquello a lo que el texto puede apuntar y que podríamos poner en marcha en nuestras vidas tanto personales, comunitarias como también eclesiales. Así que la Palabra de hoy nos ha hecho caer en la cuenta de algunas actitudes que queremos rescatar para esta Cuaresma.
La primera de ellas es encontrarnos con José de Nazaret como un ser humano “justo”. Parece que la noticia de que su prometida María esperaba un hijo le hizo iniciar un hondo discernimiento. La situación no se presentaba sencilla. Por un lado estaba la Ley, que regía su vida judía. Así que si cumplía sus rígidos preceptos, debía repudiar a María. Eso hubiera supuesto el dejar a la mujer que amaba en un estado de vulnerabilidad total frente a su sociedad. Por otro lado, no quiso ejercer el poder que le otorgaba la Ley, se dejó vencer por los sentimientos hacia María. A José de Nazaret le pudo el amor y decidió “repudiarla en secreto”. Esta decisión dolorosa y traumática muestra la relación profunda que debió darse entre estos dos jóvenes, María y José.
La segunda pincelada que queremos rescatar es la de “soñador”. José de Nazaret viene de una estirpe en la que ya a otros Dios se les había revelado a través de ese estado, como le sucedió a José –que supo interpretar los sueños de otros – y a Jacob –que en medio del sueño luchó contra Dios–. Nos ha parecido el sueño un medio muy sugerente para poder dejar un espacio por donde la divinidad pueda colarse y manifiestar sus proyectos hacia nosotros/as. Estamos tércamente convencidos de que los sueños manifiestan lo que somos y en ellos la Sabiruría nos muestra sus propuestas.
La última es la de su capacidad para la “escucha” y su atrevimiento al ponerla en práctica. No nos resulta siempre sencillo escuchar. A veces no invertimos el tiempo necesario para hacerlo atentamente, ni a los otros ni tampoco a Dios. Simplemente, estamos en otras voces que parecen tener más autoridad. De ahí que nos siga sorprendiendo cómo José de Nazaret se atrevió a tomar una decisión que “complicaría” tanto su vida.
Nos encantaría saber que la justicia, los sueños, la escucha atenta y el atrevimiento están cerca de nuestras vidas y de nuestras instituciones eclesiales. Pues también en esta festividad se celebra el día del Seminario. Acontecimiento que nos hace reflexionar acerca del largo camino que nos queda aún para lograr sueños en los que se reconozca la plenitud de las mujeres, que se escuche su vergonzosa minoridad y que se den pasos atrevidos para lograr su derecho a recibir los siete sacramentos, en lugar de quedar fuera de los órganos de gobierno, en nombre de una menor capacidad sacramental.
Para felicitarles queremos compartir esta imagen-predicadora del pintor dominico Juan Bautista Maíno (Pastrana 1581-Madrid 1649) en la que aparece una figura de José de Nazaret poco común: está “comiéndose” a besos a su hijo recién nacido, al Salvador.
Imagen extraida de: Alicia Pérez Tripiana y Maria Ángeles Sobrino López, Jesús en el Museo del Prado. PPC, Madrid 2009.
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