lunes, 24 de mayo de 2010

Octava semana del Tiempo Ordinario (del 24 al 29 de Mayo 2010)

Queridos Candidatos Aspirantes al Diaconado Permanente, Diócesis de San Justo

Casi con cierta pena reiniciamos el tiempo litúrgico que se llama “Ordinario”. Digo con pena, porque nos gustaría dedicar más días para celebrar la Pascua de Pentecostés. Los cambios litúrgicos posteriores al Vaticano II han dejado las cosas así. Habíamos abandonado el tiempo Ordinario cuando comenzó la Cuaresma. Lo reiniciamos en la semana 8ª.

Las primeras lecturas de esta semana se toman de la carta de Pedro, cinco días, y el sábado de la carta de Judas. Pertenecen estas cartas a las llamadas “católicas”, porque no estaban destinadas a una comunidad, como las de Pablo, sino a todas las comunidades. Las de san Pedro –son dos- están destinadas a varias comunidades de Asia Menor. Escritas desde Roma –Babilonia, la llama él- a cristianos que antes eran paganos –escribe en griego- , que necesitan reforzar su fe en medio de las dificultades que encuentran para confesarla y vivirla. La de Judas tiene como objetivo desvelar las falsas doctrinas que algunos divulgan en las comunidades cristianas.

Los textos evangélicos retoman el Evangelio de Marcos que se venía ofreciendo desde las primeras semanas del tiempo Ordinario. Jesús ha salido ya de Galilea y de predicar a la multitud, y se centra más en la catequesis a los discípulos.

En esta semana, el lunes, en la Familia dominicana se celebra la traslación del cuerpo de Santo Domingo. Como la fiesta del Patriarca cae en agosto, cuando las vidas de las comunidades en este hemisferio norte es leve a causa del período vacacional, se aprovecha este día para poder celebrar en familia al que llamamos Nuestro Padre. Es necesario dar el mayor relieve a la fiesta del jueves: Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote, en este año sacerdotal.
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Lunes, 24/5/2010 Traslación de Santo Domingo
"“No habéis visto a Jesucristo, y lo amáis; no lo veis y creéis en Él”.

I. Contemplamos la Palabra
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 1, 3-9

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su gran misericordia, por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva, para una herencia incorruptible, pura, imperecedera, que os está reservada en el cielo. La fuerza de Dios os custodia en la fe para la salvación que aguarda a manifestarse en el momento final. Alegraos de ello, aunque de momento tengáis que sufrir un poco, en pruebas diversas: así la comprobación de vuestra fe -de más precio que el oro, que, aunque perecedero, lo aquilatan a fuego-llegará a ser alabanza y gloria y honor cuando se manifieste Jesucristo. No habéis visto a Jesucristo, y lo amáis; no lo veis, y creéis en él; y os alegráis con un gozo inefable y transfigurado, alcanzando así la meta de vuestra fe: vuestra propia salvación.

Sal 110, 1-2. 5-6. 9ab y 10c R. El Señor recuerda siempre su alianza.

Doy gracias al Señor de todo corazón, en compañía de los rectos, en la asamblea. Grandes son las obras del Señor, dignas de estudio para los que las aman.
R.............................
Él da alimento a sus fieles, recordando siempre su alianza;
mostró a su pueblo la fuerza de su obrar, dándoles la heredad de los gentiles.
R............................
Envió la redención a su pueblo, ratificó para siempre su alianza; la alabanza del Señor dura por siempre.
R..........

Lectura del santo evangelio según san Marcos 10, 17-27

En aquel tiempo, cuando salta Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: -«Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?» Jesús le contestó: -« ¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre.» Él replicó: -«Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño.» Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: -«Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme.» A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico. Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: -«¡ Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios! » Los discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió: -«Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por todo.» el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.» Ellos se espantaron y comentaban: -«Entonces, ¿quién puede salvarse?» Jesús se les quedó mirando y les dijo: -«Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede

II. Compartimos la Palabra

Después de la Cuaresma y de la toda la Pascua, retomamos hoy el Tiempo Ordinario.
El Tiempo Ordinario no es una vuelta a la rutina, a la monotonía (que bien podía ser), sino que el Tiempo Ordinario es un tiempo cargado de la belleza de lo sencillo, donde se juega la Felicidad.

Iniciamos, además, este tiempo con una Memoria Obligatoria dominicana: la traslación de cuerpo de Nuestro Padre Domingo. Esta es una memoria donde se celebra lo sencillo. Por parte de Santo Domingo, su voluntad de ser enterrado a los pies de los frailes. Por parte de los frailes, la negación a un culto desmesurado, lleno de barroquismo, de quien era el Patriarca (el padre) de la Orden.

Tanto la primera lectura de la 1Pe. como el Evangelio tienen un hilo conductor: descubrir lo nuevo que hay en lo conocido, en lo sabido, en lo asumido; es decir, abrir los ojos a nuestra cotidianidad y contemplar lo que hay en ella y que pasa desapercibido o que pasa por “normal” o habitual. Tendemos a no valorar lo gratuito, lo que creemos que es normal; al ser “algo” normal, habitual en nuestra vida, no le damos valor. ¿Por qué? Porque es normal. Por ejemplo, “hacer la comida” o “ordenar la habitación” es algo normal, que hacemos todos los días, pero es algo que más allá de hecho de hacer la comida, se encuentra nuestra capacidad de creatividad para hacer cada día un plato distinto o el cariño con el que se hace la comida para que disfruten los comensales... Ir más allá del hecho, de lo que se ve, y ver lo que hay detrás, es contemplar la misma realidad de todos los días con ojos sabios, con los ojos salvadores: “No habéis visto a Jesucristo, y lo amáis; no lo veis y creéis en Él”.

Por último, un matiz. Miremos la reacción del hombre rico cuando Jesús le apunta que venda todo lo que tiene, que lo reparta a los pobres y que le siga, si quiere heredar la vida eterna. (En la Escritura donde pone vida eterna o salvación podemos sustituirlo por Felicidad; quizás esta la palabra Felicidad resuene con más fuerza en las vidas de las personas) La reacción es de tristeza, de pesadez, de amargura... No se la ha dado Dios , sino que la ha elegido el hombre libremente. En definitiva, el rico ha renunciado a su propia Felicidad, a la riqueza del corazón, de lo profundo, donde se encuentran nuestras raíces. ¿Por qué? Porque no ha sabido contemplar lo sencillo de la vida.
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Martes, 25/5/2010

"Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido".

I. Contemplamos la Palabra

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 1, 10-16

Queridos hermanos: La salvación fue el tema que investigaron y escrutaron los profetas, los que predecían la gracia destinada a vosotros. El Espíritu de Cristo, que estaba en ellos, les declaraba por anticipado los sufrimientos de Cristo y la gloria que seguiría; ellos indagaron para cuándo y para qué circunstancia lo indicaba el Espíritu. Se les reveló que aquello de que trataban no era para su tiempo, sino para el vuestro. Y ahora se os anuncia por medio de predicadores que os han traído el Evangelio con la fuerza del Espíritu enviado del cielo. Son cosas que los ángeles ansían penetrar. Por eso, estad interiormente preparados para la acción, controlándoos bien, a la expectativa del don que os va a traer la revelación de Jesucristo. Como hijos obedientes, no os amoldéis más a los deseos que teníais antes, en los días de vuestra ignorancia. El que os llamó es santo; como él, sed también vosotros santos en toda vuestra conducta, porque dice la Escritura: «Seréis santos, porque yo soy santo.»

Sal 97, 1. 2-3ab. 3c-4 R. El Señor da a conocer su victoria.

Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo.
R..........................
El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel.
R........................
Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclamad al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad.
R.............................

Lectura del santo evangelio según san Marcos 10, 28-31

En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús: -«Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.» Jesús dijo: -«Os aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más -casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones-, y en la edad futura, vida eterna. Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros.»

II. Compartimos la Palabra
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“El que os llamó es santo; como él, sed también vosotros santos”


La salvación, la vida en abundancia, la vida resucitada después de la muerte… nos la ha conseguido Cristo, aunque su llegada la fueron preparando los profetas. Lo que nos toca a todos los que hemos nacido después de Cristo y hemos tenido la suerte de que él se haya hecho el encontradizo con nosotros es unir nuestra vida a la suya, ser seguidores suyos en todo, transitar por el mismo camino que él transitó, tener la misma postura que él tuvo ante Dios, ante los demás, ante uno mismo, ante todas las realidades terrenas. De esta manera nos incorporamos a la salvación, a esa nueva vida que él nos ofrece. Es el único camino para ser santos como es santo el que nos llamó.

*
¿Cuál es nuestro premio?

Muchos cristianos, algunos de los cuales les veneramos como santos, han tenido con Jesús un diálogo un poco distinto del que tuvo Pedro. Cuando se han adentrado en la persona de Cristo Jesús, no le ha pedido cien veces más de lo que han dejado en esta tierra. Tanto para el primer tiempo como para el segundo de nuestra existencia, sólo le han pedido gozar de su PERSONA siempre, gozar de su amistad siempre… todo lo demás vendrá por añadidura. En frase atrevida, San Pablo llegó a decir que “juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las cosas, y las tengo por basura para ganar a Cristo”.
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Miércoles, 26/5/2010 San Felipe Neri

"El Hijo del hombre ha venido para servir y dar su vida en rescate por todos ".

I. Contemplamos la Palabra

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 1, 18-25

Queridos hermanos: Ya sabéis con qué os rescataron de ese proceder inútil recibido de vuestros padres: no con bienes efímeros, con oro o plata, sino a precio de la sangre de Cristo, el Cordero sin defecto ni mancha, previsto antes de la creación del mundo y manifestado al final de los tiempos por vuestro bien. Por Cristo vosotros creéis en Dios, que lo resucitó de entre los muertos y le dio gloria, y así habéis puesto en Dios vuestra fe y vuestra esperanza. Ahora que estáis purificados por vuestra obediencia a la verdad y habéis llegado a quereros sinceramente como hermanos, amaos unos a otros de corazón e intensamente. Mirad que habéis vuelto a nacer, y no de una semilla mortal, sino de una inmortal, por medio de la palabra de Dios viva y duradera, porque «toda carne es hierba y su belleza como flor campestre: se agosta la hierba, la flor se cae; pero la palabra del Señor permanece para siempre.» Y esa palabra es el Evangelio que os anunciamos

Sal 147, 12-13. 14-15. 19-20 R. Glorifica al Señor, Jerusalén.

Glorifica al Señor, Jerusalén; alaba a tu Dios, Sión: que ha reforzado los cerrojos de tus puertas, y ha bendecido a tus hijos dentro de ti.
R.....................
Ha puesto paz en tus fronteras, te sacia con flor de harina. Él envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz.
R...................
Anuncia su palabra a Jacob, sus decretos y mandatos a Israel; con ninguna nación obró así, ni les dio a conocer sus mandatos.
R....................

Lectura del santo evangelio según san Marcos 10, 32-45

En aquel tiempo, los discípulos iban subiendo camino de Jerusalén, y Jesús se les adelantaba; los discípulos se extrañaban, y los que seguían iban asustados. Él tomó aparte otra vez a los Doce y se puso a decirles lo que le iba a suceder: -«Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán; y a los tres días resucitará.» Se le acercaron los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: -«Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir.» Les preguntó: -«¿Qué queréis que haga por vosotros?» Contestaron: -«Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda. » Jesús replicó: -«No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?» Contestaron: -«Lo somos.» Jesús les dijo: -«El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mi concederlo; está ya reservado. » Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús, reuniéndolos, les dijo: -«Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos. »

II. Compartimos la Palabra

Pedro sigue con su catequesis bautismal. Jesús, con su catequesis pascual. Subiendo a Jerusalén, sabiendo y asumiendo lo que le espera allí, prepara a sus discípulos. Lo hace por tercera vez. Pero, los discípulos están a lo suyo. Lo que sea, sonará. Pero, mientras, hay que procurar colocarse bien, tomar posiciones y procurarse los primeros y mejores puestos en el futuro reino.

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“Habéis vuelto a nacer de un padre inmortal”

“Si alguien no nace del agua y del espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios” (Jn 3,5); “Si alguien no ha nacido de nuevo de arriba…”(Jn 3,3). Pedro no hace más que repetir y sacar consecuencias de aquella conversación trascendental de Jesús con Nicodemo.

“Puesto que habéis nacido de nuevo, conducíos en la vida con respeto y con amor”. La razón es que han nacido de Dios, por tanto han de comportarse como hijos, con respecto a Dios, y como hermanos entre sí. Una familia nueva, unos valores nuevos, unas actitudes donde prevalezca el respeto y amor familiar, filial y fraternal. “Habéis llegado a quereros sinceramente como hermanos, amaos unos a otros de corazón e intensamente”.

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“No así vosotros”

“¿Qué queréis que haga por vosotros?” Dijo Jesús a aquellos amigos suyos que habían dejado barcas, redes, padres, negocios, para seguirle. Y si nos hiciera a cada uno de nosotros la misma pregunta, ¿se distinguiría, en el fondo, nuestra contestación de la de aquellos dos discípulos? ¿Qué es lo que solemos pedir en nuestras oraciones? Aunque no creo que andemos soñando con puestos a su lado, siendo sinceros tendremos que reconocer que, en el fondo, no nos distinguimos tanto de Santiago y Juan en cuanto a su petición se refiere.

En ese caso, sería fácil que también nosotros escucháramos a Jesús preguntándonos: ¿Hasta dónde estáis dispuestos a seguirme? ¿Hasta el bautismo con el que yo me voy a bautizar? ¿Seréis capaces de llegar a beber una copa similar a la mía? Y, si contestamos como ellos, y notamos que los demás se han percatado de nuestra codicia, ambición y egoísmo, estemos preparados para seguir escuchando al Señor:

¡Vosotros, no! “No ha de ser así entre vosotros”. Hacéis bien en querer ser importantes, pero “el que quiera ser grande entre vosotros, sea vuestro servidor”. Servicio, es su consigna. Servicio hasta exprimir la vida. “Pues tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar la vida en rescate por todos”.

Servicio que, junto a la oración, fueron las “obsesiones” de san Felipe Neri, que le llevaron a fundar el Oratorio para que tuvieran continuidad. Oratorio, que en forma de Oratorios confederados desde 1942, siguen pujantes en distintas naciones del mundo.
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Jueves, 27/5/2010 Jesucristo, sumo y eterno sacerdote

“Esto es mi cuerpo que se entrega por vosotros, haced esto en memoria mía”.

I. Contemplamos la Palabra
Lectura del libro de Isaías 52, 13-53, 12

Mirad, mi siervo tendrá éxito, subirá y crecerá mucho. Como muchos se espantaron de él, porque desfigurado no parecía hombre, ni tenla aspecto humano, así asombrará a muchos pueblos, ante él los reyes cerrarán la boca, al ver algo inenarrable y contemplar algo inaudito. ¿Quién creyó nuestro anuncio?, ¿a quién se reveló el brazo del Señor? Creció en su presencia como brote, como raíz en tierra árida, sin figura, sin belleza. Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado de los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros, despreciado y desestimado. Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado; pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron. Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino; y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes. Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca; como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca. Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron, ¿quién meditó en su destino? Lo arrancaron de la tierra de los vivos, por los pecados de mi pueblo lo hirieron. Le dieron sepultura con los malvados, y una tumba con los malhechores, aunque no había cometido crímenes ni hubo engaño en su boca. El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento, y entregar su vida como expiación; verá su descendencia, prolongará sus años, lo que el Señor quiere prosperará por su mano. Por los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de conocimiento. Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos. Le daré una multitud como parte, y tendrá como despojo una muchedumbre. Porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los pecadores, él tomó el pecado de muchos e intercedió por los pecadores.

Sal 39, 6. 7. 8-9. 10. 11 R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Cuántas maravillas has hecho, Señor, Dios mío, cuántos planes en favor nuestro; nadie se te puede comparar. Intento proclamarlas, decirlas, pero superan todo número.
R........................
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído; no pides sacrificio expiatorio.
R.......................
Entonces yo digo: «Aquí estoy -como está escrito en mi libro para hacer tu voluntad.» Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas.
R......................
He proclamado tu salvación ante la gran asamblea; no he cerrado los labios; Señor, tú lo sabes.
R......................
No me he guardado en el pecho tu defensa, he contado tu fidelidad y tu salvación, no he negado tu misericordia y tu lealtad ante la gran asamblea.
R.....................

Lectura del santo evangelio según san Lucas 22, 14-20

Llegada la hora, se sentó Jesús con sus discípulos y les dijo: -«He deseado enormemente comer esta comida pascual con vosotros, antes de padecer, porque os digo que ya no la volveré a comer, hasta que se cumpla en el reino de Dios.» Y, tomando una copa, pronunció la acción de gracias y dijo: -«Tornad esto, repartidlo entre vosotros; porque os digo que no beberé desde ahora del fruto de la vid, hasta que venga el reino de Dios.» Y, tomando pan, pronunció la acción de gracias, lo partió y se lo dio, diciendo: -«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía.» Después de cenar, hizo lo mismo con la copa, diciendo: -«Esta copa es la nueva alianza, sellada con mi sangre, que se derrama por vosotros.»

II. Compartimos la Palabra

“Cristo mediador de la Nueva Alianza, como permanece para siempre, tiene el sacerdocio que no pasa”

Cristo, Pontífice máximo, entre Dios y los hombres, con un pretil en la humanidad y el otro en Dios, es el único camino que nos conduce al Padre y el único sacerdote eterno, con El y por El, se realiza la Alianza Nueva y Eterna. Alianza perfecta entre Dios y la humanidad, sellada con la sangre de Cristo, Cordero inmolado , que nos invita a acercarnos a Él con corazón sincero; Llenos de fe y gratitud digamos con él: ”Aquí estoy Señor, para hacer tu voluntad “.

En torno a Cristo, nace la Iglesia; Asamblea cúltica, que participando del Sacerdocio de Cristo por el bautismo, ofrece con El al Padre el único sacrificio que le agrada, el Cordero inmolado que quita el pecado del mundo.

En este día, pidamos, que no falten nunca a la Iglesia sacerdotes santos y sabios, que perpetúen el misterio haciendo presente el sacrificio de Cristo en el Altar Sacramento de nuestra fe y que nosotros respondamos de verdad anunciando su muerte, proclamando su resurrección y clamando ! Ven Señor Jesús¡.

“Esto es mi cuerpo que se entrega por vosotros, haced esto en memoria mía”

La lectura de hoy nos introduce en el sacramento o misterio de la fe; Santo Tomás, su, en uno de sus himnos Eucarísticos afirma: “Lo que no se ve ni entiende, la fe viva lo defiende sobre el orden natural”, sólo si lo vivimos desde la fe, podremos encontrarnos con el misterio.

Misterio de Amor, Cristo que se entrega y se da, se entrega al Padre como cordero inmolado, sellando con su sangre, la Nueva Alianza y entregándose como pan partido, a todos y cada uno de los que le reciben. ¿Puede haber amor más grande?.

Toda la vida de Jesús, es una entrega continua de amor, pero cuando se manifiesta plenamente es en este momento final. Nos da su Cuerpo y su sangre, prenda de inmortalidad.

Jesús, nos manifiesta su amor en esa entrega y pide que nos amemos como Él nos ha amado. Si la Eucaristía es entrega de amor, no podemos acercarnos a ella si no vamos revestidos del amor de Cristo al padre y a los hermanos.

Que su gracia nos inunde para que vivamos de verdad este sacramento del amor en entrega a Dios y al hermano.
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Viernes, 28/5/2010

“Sed buenos administradores de la gracia de Dios”.

I. Contemplamos la Palabra
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 4,7-13

Queridos hermanos: El fin de todas las cosas está cercano. Sed, pues, moderados y sobrios, para poder orar. Ante todo, mantened en tensión el amor mutuo, porque el amor cubre la multitud de los pecados. Ofreceos mutuamente hospitalidad, sin protestar. Que cada uno, con el don que ha recibido, se ponga al servicio de los demás, como buenos administradores de la múltiple gracia de Dios. El que toma la palabra, que hable palabra de Dios. El que se dedica al servicio, que lo haga en virtud del encargo recibido de Dios. Así, Dios será glorificado en todo, por medio de Jesucristo, a quien corresponden la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén. Queridos hermanos, no os extrañéis de ese fuego abrasador que os pone a prueba, como si os sucediera algo extraordinario. Estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo, para que, cuando se manifieste su gloria, reboséis de gozo.

Sal 95, 10.11-12. 13 Llega el Señor a regir la tierra.

Decid a los pueblos: "El Señor es rey, / él afianzó el orbe, y no se moverá; / él gobierna a los pueblos rectamente."
R.................
Alégrese el cielo, goce la tierra, / retumbe el mar y cuanto lo llena; / vitoreen los campos y cuanto hay en ellos, / aclamen los árboles del bosque.
R...............
Delante del Señor, que ya llega, / ya llega a regir la tierra: / regirá el orbe con justicia / y los pueblos con fidelidad.
R.................

Lectura del santo evangelio según san Marcos 11, 11-26

Al día siguiente, cuando salió de Betania, sintió hambre. Vio de lejos una higuera con hojas y se acercó para ver si encontraba algo; al llegar no encontró más que hojas, porque no era tiempo de higos. Entonces le dijo: -«Nunca jamás coma nadie de ti.» Los discípulos lo oyeron. Llegaron a Jerusalén, entró en el templo y se puso a echar a los que traficaban allí, volcando las mesas de los cambistas y los puestos de los que vendían palomas. Y no consentía a nadie transportar objetos por el templo. Y los instruía, diciendo: -« ¿No está escrito: "Mi casa se llamará casa de oración para todos los pueblos" Vosotros, en cambio, la habéis convertido en cueva de bandidos.» Se enteraron los sumos sacerdotes y los escribas y, como le tenían miedo, porque todo el mundo estaba asombrado de su doctrina, buscaban una manera de acabar con él. Cuando atardeció, salieron de la ciudad. A la mañana siguiente, al pasar, vieron la higuera seca de raíz. Pedro cayó en la cuenta y dijo a Jesús: -«Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.» Jesús contestó: -«Tened fe en Dios. Os aseguro que si uno dice a este monte: "Quítate de ahí y tirate al mar", no con dudas, sino con fe en que sucederá lo que dice, lo obtendrá. Por eso os digo: Cualquier cosa que pidáis en la oración, creed que os la han concedido, y la obtendréis. Y cuando os pongáis a orar, perdonad lo que tengáis contra otros, para que también vuestro Padre del cielo os perdone vuestras culpas. »

II. Compartimos la Palabra

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“Sed buenos administradores de la gracia de Dios”

La liturgia de esta semana ha reanudado las lecturas del Tiempo Ordinario, interrumpido para celebrar los misterios centrales de nuestra fe, en los tiempos fuertes de Cuaresma y Pascua. S. Pedro en su primera epístola nos avisa: “El fin de todas las cosas está cercano”. Se impone la preparación para el encuentro con el Señor mediante la oración y el amor mutuo, que se hace real y auténtico en la hospitalidad, el perdón y el servicio fraterno, cada cual con el don recibido.

Jesucristo, con su resurrección ha hecho nuevas todas las cosas y quiere que vivamos esa novedad en nuestra relación con Él, en la familia, en el trabajo, en todas las circunstancias favorables y adversas, permaneciendo alegres cuando compartimos los sufrimientos de Cristo, para que cuando se manifieste su gloria, rebosemos de gozo. Que se enteren todos los pueblos que el Señor es Rey, que rige las naciones con justicia y fidelidad. Él ha inaugurado el Reino de Dios, y cuenta con nosotros para extenderlo hasta los confines del orbe.
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“Tened fe en Dios”

El Evangelio nos muestra dos gestos de Jesús: la maldición de la higuera y la expulsión de los mercaderes del templo. Ambos nos alertan de la urgencia de dar frutos, aunque parezca que “no es tiempo”, porque esa frondosidad en las obras rutinarias nos dejan vacíos y estériles de cara al Reino de Dios.

Cuidado también con limitarnos a cumplir un servicio (como los vendedores de ovejas y palomas en el templo), olvidando la finalidad de nuestra vida, que es la de dar culto a Dios en espíritu y en verdad.

Dios nos pide frutos de fe y de amor. No le agradan las hojas de una piedad vacía. Es necesario acudir a Él por la oración, pero antes perdonar las ofensas recibidas, para que Dios nos perdone, y estar seguros que nuestro Padre nos escucha y concede lo que le pedimos con humildad y confianza.
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Sábado, 29/5/2010

“Manteneos así en el amor de Dios”

Lectura Judas 17.20b-25

Queridos hermanos, acordaos de lo que predijeron los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo. Idos asentando sobre el cimiento de vuestra santa fe, orad movidos por el Espíritu Santo y manteneos así en el amor de Dios, aguardando a que la misericordia de nuestro Señor Jesucristo os dé la vida eterna. ¿Titubean algunos? Tened compasión de ellos; a unos, salvadlos, arrancándolos del fuego; a otros, mostradles compasión, pero con cautela, aborreciendo hasta el vestido que esté manchado por la carne. Al único Dios, nuestro salvador, que puede preservaros de tropiezos y presentaros ante su gloria exultantes y sin mancha, gloria y majestad, dominio y poderío, por Jesucristo, nuestro Señor, desde siempre y ahora y por todos los siglos. Amén.

Sal 62,2. 3-4. 5-6 Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, / mi alma está sedienta de ti; / mi carne tiene ansia de ti, / como tierra reseca, agostada, sin agua.
R.............
¡Cómo te contemplaba en el santuario / viendo tu fuerza y tu gloria! / Tu gracia vale más que la vida, / te alabarán mis labios.
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Toda mi vida te bendeciré / y alzaré las manos invocándote. / Me saciaré como de enjundia y de manteca, / y mis labios te alabarán jubilosos.
R...............

Lectura del santo evangelio según san Marcos 11, 27-33

En aquel tiempo, Jesús y los discípulos volvieron a Jerusalén y, mientras paseaba por el templo, se le acercaron los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos y le preguntaron: -«¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad? » Jesús les respondió: -«Os voy a hacer una pregunta y, si me contestáis, os diré con qué autoridad hago esto: El bautismo de Juan ¿era cosa de Dios o de los hombres? Contestadme.» Se pusieron a deliberar: -«Si decimos que es de Dios, dirá: "¿Y por qué no le habéis creído?" Pero como digamos que es de los hombres ... » (Temían a la gente, porque todo el mundo estaba convencido de que Juan era un profeta.) Y respondieron a Jesús: -«No sabemos.» Jesús les replicó: -«Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto.»

II. Compartimos la Palabra

Muchas veces se habla de la fe con el símil de un edificio. Ya lo hizo Jesús, con la conocida parábola de aquellos que construyeron su casa sobre roca y sobre arena. La comunidad que recibe el texto de Judas debía conocer a fondo ese ejemplo y por eso, el autor usa una idea de su Maestro –posiblemente, también esto tenía que ver entonces con la autoridad de la que nos habla el texto del evangelio de hoy–.

La cosa está en que la fe no es algo que se nos da dentro de un paquete, completo, cerrado y acabado según a cada cual. Se trata de un don, es cierto, pero como todo lo que nos viene de Dios, esta gracia hay que construirla poco a poco, piedra a piedra, cuidando en poner bien asentados los cimientos. En la Carta se nos habla de la oración y del amor a Dios, como aquello básico para lograr que esa fe recibida se vaya haciendo fuerte, estable y también productiva, diríamos nosotros. Porque no parece que tenga mucho sentido –o más bien ninguno– una fe que guardemos en el mismo paquete de antes, por aquello de que no se estropee, y neguemos el servicio a los demás al que estamos llamados como seguidores y seguidoras de Jesús.

Y eso es lo que nos puede conferir o quitar la autoridad de la que habla Jesús y que los principales dentro del espacio del Templo no alcanzaron a entender. A Jesús no le venía de cargos o ministerios como a ellos. Él tenía autoridad porque puso su sabiduría al servicio de la gente manchada y machacada, de los que estaban al borde del camino, de aquellas a las que se consideraba menos que nada.

A diferencia de los que se enfrentan dialécticamente a Jesús en el texto que contemplamos hoy, ponernos de parte de esas personas, tomar partido por ellos y ellas es lo que nos hace, nos hará tener autoridad. Estar cerca de los que carecen de una voz autorizada dentro de la iglesia, de los que van a sufrir los recortes más duramente en su pellejo, de los millones de seres humanos que viven recortados toda la vida, de los que sufren y sufrirán los abusos de aquellos que tienen poder, pero no autoridad…

Esa es la gloria de Jesús y esa es nuestra gloria. No “la gloria y majestad, dominio y poderío”, no la autoridad que ejercían y ejercen los poderosos de la tierra. Sino la que nos hace servidores a unos de otros, como Jesús.