sábado, 3 de diciembre de 2011

APORTE para la Homilía María y su privilegio


Inmaculada Concepción - Ciclo "B" - APORTE

APORTE para la Homilía

María y su privilegio

     Confieso que esta es una de las ocasiones en que me encuentro incómodo al predicar. (Pausa)
    ¿Tiene actualidad hablar de este privilegio concedido a la Virgen? (Pausa)
    Recordemos en qué consiste este privilegio.  Así lo describe la Iglesia:   La Virgen María, en atención a los méritos de Cristo Jesús, Salvador del género humano, fue preservada de toda mancha de la culpa original desde el primer instante de su concepción.  (Por esto llamamos a esta fiesta Inmaculada Concepción).
     -  A ver, a ver:  ¿De qué fue preservada la Virgen?  ¿En qué consiste su privilegio? ¿Acaso Dios la liberó del trabajo, la fatiga, las preocupaciones, los sufrimientos de la vida cotidiana? ¿Le concedió a la Virgen un “buen pasar”?  (Pausa).
     -   No, nada de esto.  Dios concedió a la mujer que sería su Madre no ser tocada por el pecado.
     -   ¿Eso es todo?  ¡Qué manera tan rara de conceder un privilegio: Liberarla de toda mancha de pecado!
     -   Padre – podría decirme alguien -  “aterrice”, estamos en el siglo XXI;  “eso” que en la Virgen fue un privilegio, para el hombre moderno es “un derecho adquirido”.  La palabra pecado sólo existe en el diccionario.  La sociedad actual ha “despenalizado” el pecado.  Hoy, quien más, quien menos se siente con derecho a sentirse limpio, respetable y honorable aunque sea un cretino y realice acciones infames.  (Pausa)
     Hermanos: El dogma de la Inmaculada Concepción tiene una actualidad enorme:  Nos recuerda la realidad del pecado, esa tendencia al mal que llevamos pegada a nuestro ser como el propio sudor.  Pero, a la vez, por ser María la “llena de gracia”, nos recuerda que sólo la gracia, la amistad, la presencia de Dios en nuestra vida puede hacernos felices y, en definitiva, santos.
     1.-   ¿Existe el pecado?  Son muchos los que se sienten “liberados” de este “lastre del pasado”.
Para ellos, y para todos, vale esta sencilla reflexión  ¿Qué se puede esperar de una sociedad que se siente "liberada" de la idea de pecado?. Corrupción por donde miremos; infidelidad conyugal y desborde de sexualidad promocionadas en todos los medios; violencia en todos los niveles; abandono de niños y ancianos; incentivo del afán de lucro y placer a cualquier precio... explotación laboral de los más débiles...  para qué seguir; todos sufrimos las consecuencias de esta pretendida "liberación".  Si no hay pecado, no hay culpa; y si no hay culpa yo hago lo que se me antoja.
       Muchos cristianos creen que el pecado no es más que la trasgresión a una norma moral, como el automovilista que avanza con la luz roja.  También están los que ven a Dios como un   “gendarme y juez” que examina con una lupa nuestras faltas. ¡Nada de eso!  Dios es amor, y nos ama más allá de todas nuestras faltas.  Precisamente, el pecado es pecado porque traicionamos ese Amor, rompemos un “pacto” de amistad con Dios, elegimos seguir nuestro propio camino (= capricho)  al margen de su compañía, de su Palabra orientadora.    Arrepentirse es abrazarse nuevamente al Padre Dios y comenzar de nuevo a construir nuestra vida tomadas de su mano.
   2.-   Aquí aparece otra vez María, la “llena de gracia”.  Nos muestra el ideal a que somos llamados.  Ella fue inmaculada porque fue colmada por la gracia de Dios:   "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo", es la solemne afirmación del ángel.
     Estas mismas palabras nos susurró al corazón nuestro ángel de la guarda el día de nuestro bautismo: "Alégrate, porque desde este instante estás lleno/a de gracia y el Señor está contigo".
     Sí, a pesar de todas nuestras faltas, el Señor está con nosotros, y María está con nosotros.  La Inmaculada, la que no tiene pecado, está a favor de los pecadores: Ruega por nosotros, pecadores… suplicamos en el Ave María.  Y la invocamos humilde y confiadamente porque, aunque preservada de toda mancha de pecado, siguió siendo de “carne y hueso”, miembro de nuestra humanidad.  Compartió toda nuestra condición humana: La duda, la incertidumbre, la tristeza, el dolor, el sufrimiento.  Por eso,  miramos a María como el ideal de lo que “debe ser”, de la auténtica realización de una vida plenamente humana y cristiana.
     Este ideal, este proyecto de vida está programado en la respuesta que dio al enviado de Dios:
     "Yo soy la servidora del Señor que se cumpla en mí lo que has dicho".
     Nosotros, creaturas del “no” oramos a la criatura del “sí”.  Nosotros, especialistas en el arte de “zafar” y no comprometernos, oramos a la Virgen de compromiso y la entrega total.  Y la invocamos como Refugio de los pecadores, Madre de la Misericordia, Consuelo de los afligidos; y sentimos toda la fuerza del testamento de Jesús en la cruz: Mujer, ahí tienes a tus hijos.
     Termino:  Honrar a María, venerarla y amarla es mucho más que contemplar sus privilegios.  Debemos hacer nuestra la respuesta de la Virgen: Yo soy la servidora del Señor que se cumpla en mí lo que has dicho.   
     Hay una lección excepcional en esta respuesta. María ha dicho sí al don de Dios. No tuvo miedo. Libremente eligió el servicio de Dios; acepto lo que Dios le quería regalar, el proyecto de vida que Dios había pensado para ella.
     También a cada uno de nosotros Dios ofrece un don “a su propia medida”, un proyecto de vida, el “privilegio de participar en la construcción de un mundo más humano, solidario y fraterno, con las cualidades que cada uno tiene
     Lo que se cumplió de una manera única en la Virgen María, se cumplirá también en nosotros, cuando en el “día a día” de nuestra vida cotidiana hagamos realidad la actitud de la Virgen:  Yo soy la servidora del Señor que se cumpla en mí lo que has dicho