martes, 22 de noviembre de 2011

APORTE para la Homilía ¡No se duerman:, 1º Adviento - Ciclo B


1º Adviento - Ciclo B - APORTE

APORTE para la Homilía
¡No se duerman:
* Is. 63, 16 b - 17.19 b; 64, 2 b - 7  * Sal. 79, 2-3.15-16.18-19  * 1 Cor. 1,3-9   + Mc. 13,33-37

     El sueño, en algún momento se torna invencible. Todos sabemos que no se puede luchar con él por mucho tiempo. Sin embargo muchos pasan noches enteras en vigilia: cuando se cuida a un enfermo, cuando se aguarda que los hijos vuelvan a casa después de una fiesta... El amor tiene la extraordinaria fuerza de mantenernos en vigilia o de agudizar nuestros sentidos para "saltar" ante cualquier señal que anuncie lo que esperamos.
      Hoy  Jesús insiste que “estemos en vela, despiertos, que no quedemos dormidos”.  ¿A qué se debe?    
     Hermanos:  El mundo está “que arde”;  el cristiano no se puede dormir “como si no pasara nada”.  Este es el sentido más urgente del tiempo de Adviento: Ayudarnos a “despertar” de nuestra comodidad y de nuestra “modorra”, y a la vez, ayudarnos a ser “despertadores” de otros hermanos  en una sociedad que se ha olvidado de Dios.
1.-  Una vez más Jesús ilustra su mensaje con una parábola, una comparación.  La de hoy, tiene tres personajes: Un hombre que se va de viaje; sus servidores y el portero.
     El Señor que se va de viaje representa a Jesús que, concluida su misión, partiría de este mundo y volverá “a  juzgar a los vivos y a los muertos”, como confesamos en el Credo.  Los servidores a quienes les asigna una tarea,  son los discípulos a quienes habla y todos los cristianos.  Para que no haya dudas Cristo lo aclara al final de este evangelio:  Y esto que les digo a ustedes, lo digo a todos.  Y finalmente, hay un tercer personaje, el portero de la casa a quien recomienda permanecer en vela,  es decir, estar atento, despierto, cuidar y proteger a los habitantes de la casa.  (Nosotros somos esos servidores y ese portero)
      A través de este “cuento”, Jesús deja en claro su exhortación: ¡Permanezcan despiertos. No se duerman!
 2.-   Queridos hermanos:  Vivimos tiempos difíciles.  Repasen en casa la primera lectura.  Isaías pinta con gran dramatismo el problema de una fe que se desenvuelve “atrapada” en una sociedad donde No hay nadie que invoque el nombre del Señor, nadie que despierte para aferrarse a él.  
     ¿Formamos parte, también nosotros, de aquellos que no invocan su nombre?. De hecho vivimos en una sociedad donde ya nadie invoca su nombre porque estamos creando un mundo   donde prevalecen nuevos dioses: la prosperidad, el pasarla bien, el placer a toda costa, la indiferencia ante las necesidades ajenas,  la falta de todo límite moral... En esta situación que no quiero profundizar porque todos la conocemos, los cristianos vivimos un tiempo de aturdimiento y confusión.
     En medio de esta idolatría generalizada nos sentimos perdidos. No estaba en nuestros cálculos que nadie invocara el nombre del Señor. Nuestra fe, hermanos, tiene que afrontar una de las tareas más difíciles: desarrollarse y robustecerse en una época, a todas luces, alejada de Dios y del Evangelio
 3.- Pero por muy dramática que sea la situación, Cristo viene a nosotros, podemos despertarnos y aferrarnos a él;  gritar desde el fondo de nuestro corazón: Tú, Señor, eres nuestro Padre, nosotros somos la arcilla y tú, nuestro alfarero: ¡todos somos la obra de tus manos!.
     Tenemos cuatro semanas para tomar en las manos nuestra propia arcilla, la arcilla de nuestra vida, y preguntarnos sincera y seriamente: ¿Qué haré con la arcilla de mi vida?. ¿Qué hombre, qué cristiano quiero modelar?.
     Para emprender este arduo pero maravilloso proyecto, san Pablo nos recuerda: Ustedes han sido colmados en Cristo con toda clase de riquezas... no les falta ningún don de la gracia. Él los mantendrá firmes hasta el fin. Porque Dios es fiel, y él los llamó a vivir en comunión con su hijo Jesucristo, nuestro Señor.
     A este proyecto, a este destino de felicidad y gloria apunta el mensaje de Jesús en el evangelio: salir de nuestra modorra y somnolencia, despertar, estar atentos y vigilantes trabajando en la tarea,  en el estado de vida, en la actividad o profesión que a cada uno asignó el Señor.
     Termino:  Esperamos a Jesús que viene a nosotros; pero Jesús, a su vez nos espera y espera que aparezca el cristiano que reclama este momento. Jesús  nos necesita.  Espera que seamos “servidores” a quienes poder encomendar la tarea de llevar al mundo una esperanza nueva, un gozo diferente, un modelo de vida que contagie alegría y paz.
     Si la vida es algo serio y responsable, la fe cristiana se demuestra abrazando esta seriedad y responsabilidad. Cada día el Señor espera encontrarnos trabajando en esta magnífica tarea de  ser testigos de Cristo con nuestras buenas obras, nuestra fe, nuestra confianza, nuestra entrega a Dios y a los hermanos.
     Dios,  Padre y Redentor nuestro:  
     ¡Restáuranos, Señor del universo. Reafirma tu poder y ven a salvarnos. Devuélvenos la vida, Señor, e invocaremos tu nombre!.  Amén