martes, 25 de octubre de 2011

EL DIACONO EN LA SANTA MISA

Hnos todos.:


                    Revisiones sobre las funciones de nuestros futuros ministerios:


A continuación transcribo lo que está estipulado en cuanto a la participación del Diacono, El Acólito y el Lector en la Santa Misa, todo esto tomado de la Instrucción General del Misal Romano.

171. Cuando en la celebración eucarística está presente un diácono, desempeña su ministerio vestido con las vestiduras sagradas. El Diácono, en general:
a) Asiste al sacerdote y está a su lado.
b) En el altar sirve, en lo referente al cáliz y al libro.
c) Proclama el Evangelio y puede, por mandato del sacerdote que celebra, hacer la homilía.
d) Dirige al pueblo fiel mediante oportunas moniciones y enuncia las intenciones de la oración universal.
e) Ayuda al sacerdote celebrante en la distribución de la Comunión, y purifica y arregla los vasos sagrados.
f) Desempeña los oficios de otros ministros, él mismo, si no está presente alguno de ellos, según sea necesario.
Ritos iniciales
172. Cuando el diácono lleva el Evangeliario, lo tiene un poco elevado y precede al sacerdote mientras se acercan al altar, de lo contrario, irá a su lado.
173. Cuando llega al altar, si lleva el Evangeliario, omitida la reverencia, se acerca al altar. Luego, una vez depositado el Evangeliario sobre el altar, lo cual es recomendable, juntamente con el sacerdote venera el altar con un beso.
Pero si no lleva el Evangeliario, hace inclinación profunda al altar del modo acostumbrado, juntamente con el sacerdote, y con él venera el altar con un beso.
Por último, si se usa incienso, asiste al sacerdote en la imposición del incienso y en la incensación de la Cruz y del altar.
174. Incensado el altar, se dirige juntamente con el sacerdote a la sede y allí permanece a su lado y le ayuda, según sea necesario.
Liturgia de la palabra
175. Mientras se dice el Aleluya u otro canto, si se usa incienso, asiste al sacerdote en la imposición del incienso; luego, profundamente inclinado ante el sacerdote, le pide la bendición, diciendo en voz baja: Padre, dame tu bendición. El sacerdote lo bendice, diciendo: El Señor esté en tu corazón. El diácono se signa con el signo de la cruz y responde: Amén. Luego, hecha la inclinación al altar, toma el Evangeliario que había sido colocado sobre el altar, y se dirige al ambón, llevando el libro un poco elevado, precedido por el turiferario con el incensario humeante y por los ministros con cirios encendidos. Allí saluda al pueblo, diciendo con las manos juntas: El Señor esté con ustedes, después a las palabras Lectura del santo Evangelio, signa con el pulgar el libro y después a sí mismo en la frente, en la boca y en el pecho, inciensa el libro y proclama el Evangelio. Terminado éste, aclama: Palabra del Señor, y todos responden: Gloria a ti, Señor Jesús. En seguida venera el libro con un beso, diciendo en secreto: Las palabras del Evangelio, y vuelve al lado del sacerdote.
Cuando el diácono asiste al Obispo, le lleva el libro para que lo bese, o él mismo lo besa, diciendo en secreto: Las palabras del Evangelio. En las celebraciones más solemnes el Obispo, según las circunstancias, imparte la bendición al pueblo con el Evangeliario.
Por último, el Evangeliario puede llevarse a la credencia o a otro lugar conveniente y digno.
176. Si no está presente otro lector idóneo, el diácono proclamará también las otras lecturas.
177. Las intenciones de la oración de los fieles, después de la introducción del sacerdote, de ordinario las dice el diácono desde el ambón.
Liturgia Eucarística178. Terminada la Oración Universal, el sacerdote permanece en la sede y el diácono, con la ayuda del acólito, prepara el altar; pero es a él a quien le concierne el cuidado de los vasos sagrados. Asiste también al sacerdote en la recepción de los dones del pueblo. Luego entrega al sacerdote la patena con el pan que será consagrado; vierte vino y un poco de agua en el cáliz, diciendo en secreto: El agua unida al vino; y luego presenta el cáliz al sacerdote. Esta preparación del cáliz puede también hacerse en la credencia. Si se usa incienso, asiste al sacerdote en la incensación de las ofrendas, de la cruz y del altar, y después, él mismo o el acólito, inciensa al sacerdote y al pueblo.
179. Durante la Plegaria Eucarística, el diácono está junto al sacerdote, pero un poco detrás de él, para cuando sea necesario servir en lo que se refiera al cáliz o al misal.
Desde la epíclesis hasta la elevación del cáliz el diácono, de ordinario, permanece de rodillas. Si están presentes varios diáconos, uno de ello puede imponer incienso en el incensario para la consagración e incensar durante la elevación de la Hostia y del cáliz
180. Para la doxología final de la Plegaria Eucarística, de pie al lado del sacerdote, tiene el cáliz elevado, mientras el sacerdote eleva la patena con la Hostia, hasta cuando el pueblo haya aclamado: Amén.
181. Después de que el sacerdote haya dicho la oración de la paz y: La paz del Señor sea siempre con ustedes, y que el pueblo haya respondido: Y con tu espíritu, el diácono, según las circunstancias, hace la invitación a la paz, diciendo, con las manos juntas y vuelto hacia el pueblo: Dense fraternalmente la paz. Él la recibe del sacerdote y puede darla a los ministros más cercanos.
182. Habiendo comulgado el sacerdote, el diácono recibe del mismo sacerdote la Comunión bajo las dos especies y después ayuda al sacerdote a distribuir la Comunión al pueblo. Pero si la Comunión se hace bajo las dos especies, él ofrece el cáliz a quienes van a comulgar, y terminada la distribución, en seguida consume reverentemente en el altar toda la Sangre de Cristo que haya quedado, ayudado, si fuere el caso, por los otros diáconos y presbíteros.
183. Terminada la distribución de la Comunión, el diácono vuelve al altar con el sacerdote, recoge las partículas, si las hay, lleva el cáliz y los otros vasos sagrados a la credencia y allí los purifica y los arregla como de costumbre, mientras el sacerdote vuelve a la sede. Está permitido, sin embargo, dejar en la credencia, sobre el corporal, debidamente cubiertos los vasos que deben ser purificados y purifícalos inmediatamente después de la Misa, una vez despedido el pueblo.
Rito de conclusión
184. Dicha la oración después de la Comunión, el diácono da al pueblo los breves anuncios, que quizás haya que hacer, a no ser que sacerdote mismo prefiera hacerlos.
185. Si se emplea la oración sobre el pueblo o la fórmula de bendición solemne, el diácono dice: Inclínense para recibir la bendición. Una vez que el sacerdote haya impartido la bendición, el diácono despide al pueblo, vuelto hacia él, diciendo con las manos juntas: Pueden irse en paz.
186. Luego, juntamente con el sacerdote, venera el altar con un beso, y hecha la inclinación profunda, se retira del modo en que había entrado.
C) Ministerios del acólito
187. Las funciones que el acólito puede ejercer son de diversa índole y puede ocurrir que varias de ellas se den simultáneamente. Por lo tanto, es conveniente que se distribuyan oportunamente entre varios; pero cuando sólo un acólito está presente, haga él mismo lo que es de mayor importancia, distribuyéndose lo demás entre otros ministros.
Ritos iniciales
188. En la procesión hacia el altar, puede llevar la cruz en medio de dos ministros con cirios encendidos. Cuando hubiere llegado al altar, erige la cruz junto al altar para que sea la cruz del altar; pero si no se puede, la lleva a un lugar digno. Después ocupa su lugar en el presbiterio.
189. Durante toda la celebración, corresponde al acólito acercarse al sacerdote o al diácono, cuantas veces tenga que hacerlo, para presentarles el libro y ayudarles en lo que sea necesario. Por tanto conviene que, en la medida de lo posible, ocupe un lugar desde el que pueda ejercer oportunamente su ministerio, junto la sede o cerca del altar.
Liturgia Eucarística
190. En ausencia del diácono, concluida la oración universal, mientras el sacerdote permanece en la sede, el acólito pone sobre el altar el corporal, el purificador, el cáliz, la palia y el misal. Después, si es necesario, ayuda al sacerdote a recibir los dones del pueblo y, según las circunstancias, lleva el pan y el vino al altar y los entrega al sacerdote. Si se usa incienso, presenta el incensario al sacerdote y lo asiste en la incensación de las ofrendas, de la cruz y del altar. Después inciensa al sacerdote y al pueblo.
191. Cuando sea necesario, el acólito ritualmente instituido, como ministro extraordinario, puede ayudar al sacerdote en la distribución de la Comunión al pueblo.[100] Y si se da la Comunión bajo las dos especies, en ausencia del diácono, ofrece el cáliz a los que van a comulgar o sostiene el cáliz cuando la Comunión se da por intinción.
192. Y asimismo, el acólito instituido, terminada la distribución de la Comunión, ayuda al sacerdote o al diácono en la purificación y en el arreglo de los vasos sagrados. En ausencia del diácono, el acólito ritualmente instituido lleva los vasos sagrados a credencia y allí los purifica los seca y los arregla del modo acostumbrado.
193. Terminada la celebración de la Misa, el acólito y los otros ministros, juntamente con el diácono y el sacerdote, regresan procesionalmente a la sacristía de la misma manera y en el mismo orden en el que vinieron.
D) Ministerios del lector
Ritos iniciales

194. En la procesión hacia el altar, en ausencia del diácono, el lector, vestido con la vestidura aprobada, puede llevar el Evangeliario un poco elevado, caso en el cual, antecede al sacerdote; de lo contrario, va con los otros ministros.
195. Cuando hubiere llegado al altar, hace inclinación profunda con los demás. Si lleva el Evangeliario, se acerca al altar y coloca el Evangeliario sobre él. Después, juntamente con los otros ministros ocupa su lugar en el presbiterio.
Liturgia de la palabra
196. Desde el ambón hace las lecturas que preceden al Evangelio. Y en ausencia del salmista puede también proclamar el salmo responsorial después de la primera lectura.
197. En ausencia del diácono, después de la introducción del sacerdote, puede proponer desde el ambón las intenciones de la oración universal.
198. Si no hay canto de entrada ni de Comunión y los fieles no dicen las antífonas propuestas en el Misal, puede decirlas en el momento oportuno (cfr. núms. 48.87).

 

viernes, 21 de octubre de 2011

El ministerio ordenado de los Obispos, Sacerdotes y Diáconos

El ministerio ordenado de los Obispos, Sacerdotes y Diáconos

Nuestra sociedad está en constante cambio por lo que la Iglesia y sus ministros debe estar siempre abierto a la renovación por el Espíritu de Dios, la lectura de los signos de los tiempos. Sea cual sea la evolución de la sociedad o las ideas renovadas de la Iglesia, sin embargo, el ministerio ordenado se mantendrá el signo e instrumento vivo de Cristo, Buen Pastor. El amor pastoral de Jesús, nuestro Sumo Sacerdote, se hace presente en el trabajo pastoral de los obispos, sacerdotes y diáconos, a los tres ministerios ordenados de la Iglesia Católica.

Sacerdote

Ordination Todos los sacerdotes en la Iglesia se basa en el único y verdadero sacerdote de la Nueva Alianza - Jesús Cristo. Fue a Jesús como sacerdote y víctima, que ofreció su vida como un sacrificio en la cruz. Todos los que son llamados "sacerdotes de la Iglesia no son sacerdotes en su propio derecho, que tienen en el único sacerdocio de Cristo. Ellos están llamados a ser "alter Christus" - otro Cristo.
Los apóstoles fueron llamados por Jesús a seguirlo, y lo dejaron todo para estar con él. Este "estar con Jesús es siempre la primera parte de cualquier vocación, y esto es cierto de una manera especial de la llamada a ser sacerdote. Sólo una vez que los apóstoles habían crecido cerca de Nuestro Señor se les enviará a los demás. El sacerdote tiene que ser alguien cuyo personal, la amistad íntima con Cristo es el corazón mismo de todo lo que es y hace. Nuestro Señor Jesús Cristo es el centro de su vida.
La vida de un sacerdote tiene sus raíces en la Eucaristía: ésta es, sobre todo, que Jesús está presente, sin embargo la gente se reunirá con el Buen Pastor no sólo en las grandes acciones sacramental del sacerdote, sino en todo lo que hace por ellos y en su simple presencia entre ellos.
Por ello, el sacerdote se le pide que dé su vida entera a Dios, a dar su vida por amor al Señor ya su rebaño. Un sacerdote se le pide a su ordenación a hacer tres promesas especiales: el celibato, la obediencia a su obispo y la sencillez de su estilo de vida. De esta manera, él vive con las exigencias del Evangelio de manera bastante explícita, es sin lugar a dudas un hombre de la Iglesia de Cristo. Este es su camino a la santidad al igual que el matrimonio es la ruta normal a la santidad para la mayoría de los cristianos bautizados. La llamada a la castidad forma parte de toda vocación cristiana, tanto en el matrimonio y en el mismo estado, donde se le conoce como el celibato.

Celibato

El celibato es la norma universal para todos los obispos de todas las partes de la Iglesia Católica. También es la norma para los sacerdotes en el rito latino de la Iglesia católica, más comúnmente en Europa Occidental y los lugares evangelizados por los europeos. En los ritos orientales de la Iglesia Católica, que se encuentra en Europa del Este y Oriente Próximo (incluyendo a las comunidades que han emigrado a otros países), los hombres casados ​​pueden ser ordenados para el sacerdocio. En los últimos años, el rito latino se ha extendido esta costumbre oriental de la ordenación de hombres casados ​​a los ex ministros de otras denominaciones que han convertido al catolicismo. Ninguna parte de la Iglesia Católica permite a los sacerdotes a casarse. Ordenación diaconal está abierto a hombres casados, pero los diáconos que son solteras o viudas que se vuelven no se les permite casarse. Todos los ministros ordenados de la Iglesia Católica se encuentran en un estado estable de la vida para que los obispos, sacerdotes y diáconos pueden construir relaciones estables y pastoral con el pueblo al que sirven.

Diácono

Desde los primeros días de la diáconos de la iglesia un lugar especial en la comunidad cristiana, aparte junto con los obispos y sacerdotes para un papel especial inspirada en la de Cristo mismo. "Diácono" viene de la palabra griega diakonos lo que significa que un empleado o un ayudante. En particular, los diáconos llegó a ser considerado ayudantes del obispo, responsable para el día de la comunidad con el material el día y el bienestar espiritual.
Aquellos que estudian para el sacerdocio son ordenados diáconos, como un paso hacia el sacerdocio (diáconos transitorios.) El diaconado permanente fue restaurado en la década de 1960 y los ordenados como diáconos permanentes tienen un ministerio en la Iglesia de hoy que es de gran alcance. Trabajan bajo su obispo y al lado del párroco, que sirven a la Iglesia a través de la celebración del bautismo y del matrimonio, mediante la predicación y ayudar a los miembros más vulnerables de la comunidad.

Para más información sobre la visita diaconado permanente: www.diaconate.org.uk

domingo, 9 de octubre de 2011

Nuevos Candidatos al Diaconado permanente

 Nuevo comentario;  Frutos de nuestro Blog en el corazón de los Hermanos Españoles

:Hermanos Argentinos :

Que sepáis que desde Burgos (España) también hay un aspirante a diácono que os sigue y que se siente ayudado por vuestro blog. En nuestra diócesis el diaconado está en proceso de implantación y somos dos los aspirantes que rezamos cada día para que nuestra vocación pueda desarrollarse en todo su explendor.



Publicado por Anónimo para Diáconos y Aspirantes al Diaconado Permanente de la Diócesis de San Justo a las 6 de octubre de 2011 17:58

martes, 4 de octubre de 2011

Frutos de nuestro Blog en el corazón de los Hermanos que quieren servir a Dios.

Hnos. todos:
                
Creo que es muy alentador saber que otros hermanos que, a imitación de Cristo, San Lorenzo, San Francisco de Asís y nosotros los candidatos al Diaconado permanente en la Diócesis de San Justo, se siguen entregando al servicio permanente a través de el esfuerzo que solo Dios muchas veces reconocerá.

Armando Benítez
Candidato al diaconado
Diócesis de San Justo, La Argentina

Hermanos:
Que humilde y a su vez que rica es su tarea, sembrar La Palabra para que la cosecha sea con buenos frutos es necesario, y si es acompañada por nuestro testimonio y estilo de vida, mejor aun.
Hace tiempo que mi corazon me pide que me ponga al servicio de Nuestro Señor Jesucristo (¿es mi corazon?), soy casado, gracias a Dios y con una familia hermosa,voy a hablar con el Sacerdote de mi Parroquia para que me aconseje en este camino hacia el Diaconado, y junto con él, como guia, comenzar a transitarlo.
Gracias por esta linda pagina y la oportunidad de expresarme.
Que Dios los bendiga.

Daniel