viernes, 13 de agosto de 2010

Desarrollos de un homilía y el arte de predicar

Cuadro global del ministerio profético

“Hablar es difícil; difícil… si se ha de decir algo”. Esta exquisita sentencia de Azorín (José Martínez Ruiz, 1873-1967) vale para la predicación: predicar es difícil; difícil si el predicador quiere lograr algún resultado.
El Concilio Vaticano II no soslayó el problema: En Presbiterorum ordinis (nº 4) habla de los presbíteros como ministros de la palabra y especifica: “Ahora bien, la predicación sacerdotal que en las circunstancias actuales del mundo resulta no raras veces dificilísima, para que mejor mueva a las almas de los oyentes no debe exponer la palabra de Dios sólo de modo general y abstracto, sino aplicar a las circunstancias concretas de la vida la verdad perenne del evangelio”.
Son demasiadas las circunstancias actuales que hacen dificilísima la predicación. Si no se quiere “asegurar el fracaso” es imperioso predicar “no de un modo general y abstracto” sino teniendo en cuenta “las circunstancias concretas de la vida”. La primerísima “circunstancia concreta”es el oyente: ¿A quién le hablo en esta ocasión? ¿En qué circunstancia?
Este Cuadro global sin ser exhaustivo, busca orientar “al aprendiz de predicador” para que tenga presente el amplio horizonte del ministerio profético; advierta la importancia de predicar “no sólo de modo general y abstracto” sino teniendo en cuenta a los oyentes y sus concretas circunstancias, y, con tiempo y paciencia, alcance dos metas: adquiera la formación propia del orador, y vaya armando su archivo homilético.

Las predicaciones
1.- El desafío semanal… y diario
- Misa dominical.
- Misa ferial

2.- - Las más importantes del año
- Adviento - Navidad
- Cuaresma - Pascua
- Semana Santa

3.- Sacramentos
- Bautismo
- Bodas
- Unción de los enfermos
- (Confirmación)

4.- Fiestas litúrgicas relevantes.
- del Señor
- de la Virgen
- de los Santos

5.- Situaciones pastorales (1)
- Exequias
- Primera comunión
- Fiestas patronales
- Retiros
- Bendiciones
- Adoración eucarística.
- Aniversarios
(1) Véase el índice de “Guiones litúrgicos para diversas circunstancias”. San Pablo


6.- Predicaciones a auditorios específicos
- Niños
- jóvenes
- ancianos
- enfermos
- obreros
- piedad popular
- encarcelados
- religiosas
- seminaristas…

¿Cómo afrontar este desafío?
San Pablo cuenta su experiencia en 1Cor. 9,19-23. Termina sintetizando: Me hice todo para todos, para ganar por lo menos algunos, a cualquier precio. Y todo esto por amor a la Buena Noticia, a fin de poder participar de sus bienes. (vs. 22-23)
Si el predicador hace “lo posible”, con seguridad Dios hará “lo imposible”. Pero no nos confundamos: Dios “alimenta las aves del cielo”, pero no les lleva la comida al nido…
Todo es posible si estamos dispuestos a “pagar el precio”: TIEMPO y ESFUERZO.

Dos verdades iluminan el recorrido:
1.- Los Principios generales de la Oratoria - que rigen también la Predicación - valen en toda circunstancia. Hay que adaptar su aplicación. Conclusión: ¡Es necesario conocer esos principios… y ajustarse a ellos!
2.- El dominio de esos principios y su aplicación lo logra el “ejercicio”. Pero, para que éste se transforme en experiencia, es decir, conduzca a la “perfección del arte”, cada predicación ha de ser sometida –sin concesiones – a la auto y hétero evaluación. (Ver “Cómo aprender a predicar”. Anexo 1)
A partir de estas convicciones hay que contar con las ayudas necesarias y la metodología adecuada.

* Ayudas necesarias
Véase en Cómo aprender a predicar, “La organización del contenido” (pag. 100 ss) Especial importancia tiene el título “Los libros no bastan”.
El amplio Anexo III “Subsidios para la homilía”, de Como aprender a predicar, reclama ser actualizado consultando las editoriales
Otra insoslayable fuente a tener en cuenta son los Libros litúrgicos: Leccionarios, Misal, Bendicional, Ritual de los Sacramentos, Liturgia de las Horas.

* Metodología adecuada
Es fundamental:
- Sintonizar con el oyente y su circunstancia. Partir de su realidad y no de nuestra doctrina.
El oyente tiene que sentirse comprendido y no simplemente “objeto de una enseñanza”.
- Tener presente que es más importante la aplicación “práctica” (valga la redundancia) que la más brillante “disquisición” intelectual.
- Ser claro, preciso, concreto, sencillo y BREVE. (Son las máximas virtudes de un discurso)
- Advertir que cuanto más sencillo sea el auditorio (y son la mayoría) mayor es la necesidad de emplear ilustraciones.
- Recurrir a la Homilía - Sentencia siempre que el nivel del auditorio y/o la circunstancia no reclame algo más elaborado.
- Apoyarse -inexorablemente- en la Palabra de Dios y/o la Liturgia. Sería un gran logro que el oyente acogiera en su mente y en su corazón la semilla de la Palabra de Dios y de la Iglesia


- Recordar que la SUPREMA FINALIDAD de la predicación no es “enseñar académico modo” sino proclamar “las maravillas del amor de Dios”: El fin definitivo de la catequesis es poner a uno no sólo en contacto, sino en comunión, en intimidad con Jesucristo: Sólo Él puede conducirnos al amor del Padre con el Espíritu y hacernos partícipes de la vida de la Santísima Trinidad (CT 5).

“Cualquiera”…puede ser un buen predicador si está dispuesto a “pagar el precio”: TIEMPO y ESFUERZO. La única empresa decididamente fracasada es la que no se intenta.

Señor, ¡Puedo! ¡Haz que quiera!
Se adjunta:
- Las ilustraciones
- La aplicación
- La Homilía – Sentencia
- El archivo homilético
Arnaldo Cifelli
(1Tes. 5,21)