domingo, 5 de diciembre de 2010

La pabrabra que Dios envia a nuestros Hermanos esta semana

Evangelio del día y comentarios a la Palabra diaria


Segunda Semana de Adviento

Del 6/12/2010 al 11/12/2010

La segunda semana de Adviento contempla las lecturas del llamado Segundo Isaías (capítulos 40-55 del libro de este profeta), escrito en una época mucho más tardía que el Primer Isaías (caps. 1-39). Se suele conocer como el “libro de la consolación”, ya que el consuelo es la tónica que lo caracteriza; consuelo que el profeta quiere transmitir al pueblo, al final de un exilio de unos cincuenta años en Babilonia (s. VI a. C.). Ese consuelo se basa en la confianza en Dios, cuyo fundamento es, por una parte, su poder creador al que nada resiste, y, por otra, su continua solicitud por Israel a lo largo de su historia pasada. Ese Dios que está a punto de intervenir restaurará las fuerzas debilitadas de su pueblo, a quien atenderá con mimo, a quien enseñará el camino del bien, para quien hará florecer el desierto. Los salmos de estos días son un eco de esta certeza y una invitación a bendecir la grandeza y la bondad del Señor que ya llega. En el evangelio de Mateo, Jesús confirma la bondad de ese Padre que busca al que se ha perdido, y ofrece su propio corazón como descanso al agobiado.



Las lecturas bíblicas de esta semana evocan también la figura de Elías, un profeta vigoroso y taumatúrgico, símbolo del juicio de Dios contra los impíos. En él podemos detectar una referencia implícita al Precursor del Señor, Juan el Bautista. De él habla también Jesús, que advierte de que ha llegado ya, aunque muchos no lo han reconocido ni han querido reaccionar al imperativo de su palabra.



Celebraremos también a san Ambrosio, obispo de Milán en el siglo IV y uno de los cuatro grandes doctores de la Iglesia latina (junto con san Agustín –a quien bautizó-, san Jerónimo y san Gregorio Magno). Y la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María (la Purísima), dogma definido por la Iglesia en 1854. Esta fiesta nos recuerda que María fue la primera redimida por la muerte de su Hijo, pero también que ese es el destino que Dios proyectó para nosotros y del que ella es prototipo: ser “santos e irreprochables ante él por el amor” (Ef 1, 4).


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Lunes 6/12/2010


“La lengua del mundo cantará”


I. Contemplamos la Palabra

Lectura del libro de Isaías 35,1-10:

El desierto y el yermo se regocijarán, se alegrarán el páramo y la estepa, florecerá como flor de narciso, se alegrará con gozo y alegría. Tiene la gloria del Líbano, la belleza del Carmelo y del Sarión. Ellos verán la gloria del Señor, la belleza de nuestro Dios. Fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes; decid a los cobardes de corazón: «Sed fuertes, no temáis. Mirad a vuestro Dios, que trae el desquite; viene en persona, resarcirá y os salvará.» Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo cantará. Porque han brotado aguas en el desierto, torrentes en la estepa; el páramo será un estanque, lo reseco, un manantial. En el cubil donde se tumbaban los chacales brotarán cañas y juncos. Lo cruzará una calzada que llamarán Vía Sacra: no pasará por ella el impuro, y los inexpertos no se extraviarán. No habrá por allí leones, ni se acercarán las bestias feroces; sino que caminarán los redimidos, y volverán por ella los rescatados del Señor. Vendrán a Sión con cánticos: en cabeza, alegría perpetua; siguiéndolos, gozo y alegría. Pena y aflicción se alejarán.



Sal 84,9ab-10.11-12.13-14 R/. Nuestro Dios viene y nos salvará

Voy a escuchar lo que dice el Señor: «Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos.» La salvación está ya cerca de sus fieles, y la gloria habitará en nuestra tierra. R/. La misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan; la fidelidad brota de la tierra, y la justicia mira desde el cielo. R/. El Señor nos dará la lluvia, y nuestra tierra dará su fruto. La justicia marchará ante él, la salvación seguirá sus pasos. R/.

Lectura del santo evangelio según san Lucas 5,17-26:

Un día estaba Jesús enseñando, y estaban sentados unos fariseos y maestros de la ley, venidos de todas las aldeas de Galilea, Judea y Jerusalén. Y el poder del Señor lo impulsaba a curar. Llegaron unos hombres que traían en una camilla a un paralítico y trataban de introducirlo para colocarlo delante de él. No encontrando por donde introducirlo, a causa del gentío, subieron a la azotea y, separando las losetas, lo descolgaron con la camilla hasta el centro, delante de Jesús. Él, viendo la fe que tenían, dijo: «Hombre, tus pecados están perdonados.» Los escribas y los fariseos se pusieron a pensar: «¿Quién es éste que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados más que Dios?» Pero Jesús, leyendo sus pensamientos, les replicó: «¿Qué pensáis en vuestro interior? ¿Qué es más fácil: decir "tus pecados quedan perdonados", o decir "levántate y anda"? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar pecados... –dijo al paralítico–: A ti te lo digo, ponte en pie, toma tu camilla y vete a tu casa.» Él, levantándose al punto, a la vista de ellos, tomó la camilla donde estaba tendido y se marchó a su casa dando gloria a Dios. Todos quedaron asombrados, y daban gloria a Dios, diciendo llenos de temor: «Hoy hemos visto cosas admirables.»

II. Oramos con la Palabra

JESÚS,Hombre y Dios verdadero, te compadeces del dolor del prójimo, le perdonas los pecados y, como prueba de tu divinidad, curas al paralítico, curas al paralítico. Así te acepto yo, y así espero que actúes en mí: que sigas perdonando mis pecados y que me des fuerza para caminar contigo, cargando cada día con la camilla de mi cruz. No hace falta cruz en ninguna vida, pero contigo pesa menos.

III. Compartimos la Palabra

¡Qué bellas consecuencias tiene en nuestra vida la acogida de Dios, que viene! Gritamos: ¡Ven!, pero no hacemos mucho por ir. Decimos: ¡transformanos!, pero no dejamos a un lado aquello que nos impide la preparación... ¿Qué hay dentro de muchos de nosotros para que, sabiendo la maravillosas consecuencias que tiene para nuestra vida la acogida de Dios, no lo acojamos? Es el misterio humano...


La primera lectura nos imprime, en la imaginación por medio de paradojas, la vida que brota, la Felicidad que surge, de acoger en nuestro interior el regalo de Dios. “Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo cantará” El profeta Isaías hace una descripción, utilizando imágenes, de qué es y cómo es el Reino de Dios o el reinado de Dios sobre nuestra Vida. En esencia es Vida plena, Felicidad. Esta es la gloria de Dios, la belleza de Dios.


En el Evangelio, Lucas nos presenta a Jesús como un sanador tradicional. Como casi siempre, los fariseos y letrados son “testigos” de las acciones de Jesús; pero también, como siempre, los fariseos no se encuentran abiertos a ver que hay de bueno, de bello... en aquello que hacen los otros, en este caso Jesús. No es Jesús quien los rechaza, sino que son ellos los que rechazan a Jesús. Son los fariseos, algunos de nosotros, los que no nos abrimos, no nos dejamos llevar por Dios. Miramos desde la categorías que sabemos, desde nuestro contexto, con nuestra visión colonialista, farisea... sin dejar que entre nueva luz que nos haga ver la realidad con más profundidad.


En este tiempo de adviento, ¿fariseos o caminantes? ¿cerrados a que Dios reine en nuestra vida o camilleros que portan a sus hermanos a la presencia de Dios? ¿arrogantes de saber quien es Dios o personas creyentes en que Dios da la Vida?

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Martes 7/12/2010 San Ambrosio de Milán

“Consolad, consolad a mi pueblo, dice vuestro Dios”

I. Contemplamos la Palabra

Lectura del libro de Isaías 40,1-11:

«Consolad, consolad a mi pueblo, –dice vuestro Dios–; hablad al corazón de Jerusalén, gritadle, que se ha cumplido su servicio, y está pagado su crimen, pues de la mano del Señor ha recibido doble paga por sus pecados.» Una voz grita: «En el desierto preparadle un camino al Señor; allanad en la estepa una calzada para nuestro Dios; que los valles se levanten, que montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale. Se revelará la gloria del Señor, y la verán todos los hombres juntos –ha hablado la boca del Señor–.» Dice una voz: «Grita.» Respondo: «¿Qué debo gritar?» «Toda carne es hierba y su belleza corno flor campestre: se agosta la hierba, se marchita la flor, cuando el aliento del Señor sopla sobre ellos; se agosta la hierba, se marchita la flor, pero la palabra de nuestro Dios permanece por siempre.» Súbete a un monte elevado, heraldo de Sión; alza fuerte la voz, heraldo de Jerusalén; álzala, no temas, di a las ciudades de Judá: «Aquí está vuestro Dios. Mirad, el Señor Dios llega con poder, y su brazo manda. Mirad, viene con él su salario, y su recompensa lo precede. Como un pastor que apacienta el rebaño, su brazo lo reúne, toma en brazos los corderos y hace recostar a las madres.»

Sal 95,1-2.3.10ac.11-12.13-14 R/. Nuestro Dios llega con poder

Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre, proclamad día tras día su victoria. R/. Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones. Decid a los pueblos: «El Señor es rey, él gobierna a los pueblos rectamente.» R/. Alégrese el cielo, goce la tierra, retumbe el mar y cuanto lo llena; vitoreen los campos y cuanto hay en ellos, aclamen los árboles del bosque. R/. Delante del Señor, que ya llega, ya llega a regir la tierra: regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad. R/.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 18,12-14:

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en el monte y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, os aseguro que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado. Lo mismo vuestro Padre del cielo: no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños.»

II. Oramos con la Palabra

JESÚS,yo también me veo sobre tus hombros, después que, dándote la espalda, he corrido detrás de los ídolos, he abandonado tu redil y tú has ido en busca mía. Conocer tus preferencias por los pecadores es motivo de esperanza. Como lo es saber que la voluntad del Padre es que ninguno de tus pequeños –y yo lo soy– se pierda. ¡Grande es tu amor y tu misericordia!


III. Compartimos la Palabra

“Consolad, consolad a mi pueblo, dice vuestro Dios”

Una de las tareas de nuestra religión es la de consolar. “Consolad, consolad a mi pueblo, dice vuestro Dios”. Fue uno de los propósitos de Jesús: “Venid a mí los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré”. Si hay gente desconsolada, cansada, agobiada… el consuelo es la medicina apropiada y necesaria. La vida humana, con frecuencia, nos muestra su cara hosca, y los dolores, los desgarros, los fracasos, los sinsabores dejan maltrecha y herida nuestra alma, que busca e implora consuelo. Nuestro Dios, a través de los profetas del Antiguo Testamento y, sobre todo, de Jesús nos ofrece un consuelo real y fuerte. No vale apoyarse en las realidades de nuestra existencia humana que son pasajeras, que se “agostan como la hierba y se marchitan como la flor”. Dios nos ofrece un consuelo más sólido y estable: su presencia continua. “Di a las ciudades de Judá: aquí esta vuestro Dios. Mirad: Dios, el Señor, llega con fuerza”.

Jesús, en el evangelio, nos recuerda que él, que es Dios, no sólo llega con fuerza y poder, sino también con amor. Todo su poder está guiado por el amor que nos tiene. Por eso, es capaz, como el buen pastor, de dejar las noventa y nueve ovejas en el aprisco y salir a buscar la oveja perdida, que sola y desorientada, camina angustiada rodeada de múltiples peligros. Y la oveja despistada y el pastor se alegran de su encuentro.

Jesús, el que nos ha amado hasta el extremo, como nos recuerda el Adviento sale siempre a nuestro encuentro y nos ofrece su consuelo regalándonos su luz, su amistad, su promesa de vida.

Celebramos la fiesta de San Ambrosio (340-397). Aclamado y elegido por el pueblo para ser obispo de Milán, dejó “su carrera política” para brindar a sus hermanos el consuelo de Dios, a través de la predicación de la buena noticia de Jesús de Nazaret.


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Miércoles, 8/12/2010

Este día no publicamos comentario a la Palabra, porque existe homilía. Puede consultar las ayudas homiléticas en nuestra página de predicación.

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Jueves 9/12/2010

“Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista; aunque el más pequeño en el Reino de los cielos es más grande que él”

I. Contemplamos la Palabra

Lectura del libro de Isaías 41,13-20:

Yo, el Señor, tu Dios, te agarro de la diestra y te digo: «No temas, yo mismo te auxilio.» No temas, gusanito de Jacob, oruga de Israel, yo mismo te auxilio –oráculo del Señor–. Tu redentor es el Santo de Israel. Mira, te convierto en trillo aguzado, nuevo, dentado: trillarás los montes y los triturarás; harás paja de las colinas; los aventarás, y el viento los arrebatará, el vendaval los dispersará; y tú te alegrarás con el Señor, te gloriarás del Santo de Israel. Los pobres y los indigentes buscan agua, y no la hay; su lengua está reseca de sed. Yo, el Señor, les responderé; yo, el Dios de Israel, no los abandonaré. Alumbraré ríos en cumbres peladas; en medio de las vaguadas, manantiales; transformaré el desierto en estanque y el yermo en fuentes de agua; pondré en el desierto cedros, y acacias, y mirtos, y olivos; plantaré en la estepa cipreses, y olmos y alerces, juntos. Para que vean y conozcan, reflexionen y aprendan de una vez, que la mano del Señor lo ha hecho, que el Santo de Israel lo ha creado.

Sal 144,1.9.10-11.12-13ab R/. El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad

Te ensalzaré, Dios mío, mi rey; bendeciré tu nombre por siempre jamás. El Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas. R/. Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que té bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas; R/. explicando tus hazañas a los hombres, la gloria y majestad de tu reinado. Tu reinado es un reinado perpetuo, tu gobierno va de edad en edad. R/.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 11,11-15:

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él. Desde los días de Juan, el Bautista, hasta ahora se hace violencia contra el reino de Dios, y gente violenta quiere arrebatárselo. Los profetas y la Ley han profetizado hasta que vino Juan; él es Elías, el que tenía que venir, con tal que queráis admitirlo. El que tenga oídos que escuche.»

II. Oramos con la Palabra

Jesús, muchos fueron los profetas que anunciaron a tu pueblo tu llegada como Mesís Salvador. Pero reservaste a tu pariente Juan el privilegio de ser el mayor de todos ellos y de todos los hombres y mujeres del Antiguo Testamento. Pero ser miembro de tu Iglesia es un honor tan grande que necesito tu ayuda para estar a la altura de dicho honor. Confío en tu Palabra, necesito de tu gracia.

III. Compartimos la Palabra

Imaginaos que nos encontramos desterrados en una nueva Babilonia… Deportados y un bastante perdidos. Imaginaos cierta hostilidad por parte de los medios hacia ese “resto de Israel”, los seguidores de Jesús de Nazaret. Pues bien, en este marco de referencia, se nos anuncia la llegada de un Salvador. Escuchamos al Profeta Isaías, primero, y a Jesús de Nazaret, en el Evangelio.

“Yo, el Dios de Israel, no les abandonaré”

“No temas, gusanito de Jacob, oruga de Israel”. No temas, porque el Señor te lleva de la mano. No temas por más pequeño que te sientas. Dios está contigo. Es cierta tu debilidad ante la soberbia que te rodea, ante la “sabiduría” apabullante que creen tener quienes la ostentan. No temas en tu sencillez, en tu pequeñez, en tu humildad. La diestra del Señor es para ti más fuerte que toda su apariencia. Espera activamente. Prepárate para que, cuando llegue el Salvador, te encuentre dispuesto.

Esta es la disposición interior que Isaías quiere imprimir en los israelitas, para que la esperanza les haga remontarse sobre su situación y soñar, siempre activamente, con quien está a las puertas como Salvador.

Juan, el más grande y el más pequeño

A partir de hoy y hasta el día 16 nos va a acompañar Juan Bautista en nuestra preparación de Navidad. Juan es un profeta, y más que profeta: “el más grande entre los nacidos de mujer”, en boca de Jesús. No es un elogio restringido a sus contemporáneos, sino mucho más amplio y universal.

Y, sin embargo, es, al mismo tiempo, el más pequeño en el nuevo Reino de Dios. El Reino que dividirá la historia en un antes y un después. Juan fue el puente, el que despidió en AT e inició el Nuevo. Él señaló quién era el esperado, el Mesías, y, sin empacho alguno, despidió a sus discípulos para que siguieran al Señor. Así muestra Jesús la superioridad y grandeza del NT sobre el Antiguo y la prioridad del Reino sobre la Ley.

“El Reino de los cielos está en tensión”

Juan es ejemplo de reciedumbre y de entereza. Y esta misma entereza la necesitan cuantos se consideran seguidores del Reino de los cielos. No se trata de ser violentos, de entrar por la fuerza o empujando, sino todo lo contrario. La paz será la nota de los seguidores de Jesús. Una paz seria, basada y construida en justicia. Una paz muy trabajada y reflexionada. Una paz despierta, vivida y entregada con gozo y esperanza. Compatible con el dolor, nunca con la tristeza. Seguimiento vivido en “pacífica” tensión. Tensión y compromiso, similar al de Jesús, por cuantos estén necesitados de más y mejor humanidad.

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Viernes 10/12/2010


"Yo, el Señor, tu Dios, te enseño para tu bien, te guío por el camino que sigues".

I. Contemplamos la Palabra

Lectura del libro de Isaías 48,17-19:

Así dice el Señor, tu redentor, el Santo de Israel: «Yo, el Señor, tu Dios, te enseño para tu bien, te guío por el camino que sigues. Si hubieras atendido a mis mandatos, sería tu paz como un río, tu justicia como las olas del mar; tu progenie sería como arena, como sus granos, los vástagos de tus entrañas; tu nombre no sería aniquilado ni destruido ante mí.»

Sal 1,1-2.3.4.6 R/. El que te sigue, Señor, tendrá la luz de la vida

Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche. R/. Será como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin. R/. No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento. Porque el Señor protege el camino de los justos, pero el camino de los impíos acaba mal. R/.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 11,16-19:

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «¿A quién se parece esta generación? Se parece a los niños sentados en la plaza, que gritan a otros: "Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos cantado lamentaciones, y no habéis llorado." Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: "Tiene un demonio." Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: "Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores." Pero los hechos dan razón a la sabiduría de Dios.»

II. Oramos con la Palabra

JESÚS,te llaman comilón y borracho, y me da mucha tristeza semejante calumnia. Te acusan de ser amigo de publicanos y pecadores, y más que acusación me parece una alabanza, que me llena de gozo y de esperanza. En todo caso, hagas lo que hagas eres incomprendido y criticado por quienes se han constituido enemigos y jueces del Mesías. Para mí, en este Adviento, es una lección que quiero guardar: que me sea indiferente la opinión de los demás, con tal de que, ayudado por tu gracia, cumpla tu voluntad y crea que tu opinión es favorable.

III. Compartimos la Palabra

Dios sigue llamando

El hombre de hoy, como el pueblo de Israel ayer, pretende andar en componendas con Dios. No quiere aceptar el camino que Dios le marca, y así acaba en el destierro; no tiene paz, ni conoce la justicia. Se ve privado de la bendición de Dios, porque no quiere responder a su llamada a la conversión.

El Salmo responsorial repite: “El que te sigue, Señor, tendrá la luz de la vida”. Y canta la fecundidad, el progreso del hombre justo y fiel, que como árbol plantado al borde de la acequia, se sacia en las fuentes de agua viva que nos ofrece la Iglesia en la Palabra de Dios y en los Sacramentos.

Cierto que, mientras estamos de camino, tendremos que ir conjugando las lágrimas con las risas, el dolor con la dicha; habrá quien toque la flauta y tendremos que responder con la danza; y cuando llegue la prueba, tendemos que participar y aliviar el sufrimiento.

Es lo que hizo el Señor, que compartía nuestra vida, cuando sanaba a los enfermos y daba de comer a los que no tenían pan. Es lo que hace cada día cuando se nos da en la Eucaristía, y en el hermano, para que nos ayudemos a caminar con un espíritu sencillo y acogedor.


Con ser críticos, viendo solo lo negativo en los demás, encontrando un motivo de queja o descontento, pase lo que pase. Nuestras actitudes siempre tienen una repercusión en los que nos rodean, en nuestro entorno familiar o comunitario.

Que el Señor, amigo de publicanos y pecadores, nos haga sentir la urgencia de una verdadera conversión. Entonces, todas nuestras quejas y descontentos serán transformados en paz. Con Él, todo será ocasión de bendición y acción de gracias.


Sábado 11/12/2010


"Elías vendrá y lo renovará todo. Pero os digo que Elías ya ha venido, y no lo reconocieron, sino que lo trataron a su antojo".


I. Contemplamos la Palabra

Lectura del libro del Eclesiástico 48,1-4.9-11:

Surgió Elías, un profeta como un fuego, cuyas palabras eran horno encendido. Les quitó el sustento del pan, con su celo los diezmó; con el oráculo divino sujetó el cielo e hizo bajar tres veces el fuego. ¡Qué terrible eras, Elías!; ¿quién se te compara en gloria? Un torbellino te arrebató a la altura; tropeles de fuego, hacia el cielo. Está escrito que te reservan para el momento de aplacar la ira antes de que estalle, para reconciliar a padres con hijos, para restablecer las tribus de Israel. Dichoso quien te vea antes de morir, y más dichoso tú que vives.

Sal 79,2ac.3b.15-16.18-19 R/. Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve

Pastor de Israel, escucha, tú que te sientas sobre querubines, resplandece; despierta tu poder y ven a salvarnos. R/. Dios de los ejércitos, vuélvete: mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña, la cepa que tu diestra plantó, y que tú hiciste vigorosa. R/. Que tu mano proteja a tu escogido, al hombre que tú fortaleciste. No nos alejaremos de ti: danos vida, para que invoquemos tu nombre. R/.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 17,10-13:

Cuando bajaban de la montaña, los discípulos preguntaron a Jesús: «¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?» Él les contestó: «Elías vendrá y lo renovará todo. Pero os digo que Elías ya ha venido, y no lo reconocieron, sino que lo trataron a su antojo. Así también el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos.» Entonces entendieron los discípulos que se refería a Juan el Bautista.

II. Oramos con la Palabra

JESÚS, te dolía lo que hicieron con Juan el Bautista, el que tanto me ayuda, con su palabra y su fidelidad, a preparar en mi vida los caminos de tu venida. Juan fue tu precursor: anunció que estabas en medio de nosotros y no lo conocíamos. Y dio testimonio de la Verdad con su vida. ¡Dame parte del espíritu del nuevo Elías!

III. Compartimos la Palabra

¿Escuchamos o ignoramos a nuestro Juan Bautista de cada día?

Esperanza, espera, cruzarse de brazos, ponerse manos a la obra, A Dios rogando y con el mazo dando.

¿Oímos o escuchamos? ¿Somos noticia o hablamos de desgracia y muerte? ¿Condena o salvación? ¿Evangelio o costumbre? ¿Estamos preparados?

Nos encontramos en tiempo de Adviento, de esperanza, de noticias, de llegada, de preparación, ¿qué significa todo esto? ¿Cómo esperamos? ¿Acaso esperamos a Jesús como a la lluvia, detrás de un cristal mirando al cielo a que decida descargar?

Las lecturas de hoy hablan de escucha, pero de escucha profunda, desde el corazón, escucha a nuestro Juan Bautista de cada día.

Muchas veces escuchando otros fragmentos del Evangelio nos cuestionamos: ¿Quién es mi prójimo? ¿Cuándo niego yo como Pedro a Jesús? ¿Cuándo acojo yo a Jesús en uno de sus pequeños?...

Quizá hoy la pregunta pueda ser similar: ¿Acogemos a nuestro Juan Bautista? ¿Soy Juan Bautista para mis hermanas y hermanos?

Es decir, lo que hoy el Evangelio nos cuestiona es si somos capaces de ver en lo profundo, en el misterio. Si somos capaces de profundizar en nuestra vida, en nuestro contexto y escuchar desde lo profundo la voz de Dios, desde los signos de cada día, desde nuestras opciones, desde quien está a nuestro alrededor; o si, por el contrario, necesitamos que nos digan cómo y qué tenemos que escuchar y que creer, matando así a nuestro Juan Bautista, matando así lo que anuncia la presencia de Dios en nuestras vidas.

Pero en tiempo de Adviento no podemos cometer el error de pensar que nuestro papel solo es escuchar, NO. Al contrario, en tiempo de Adviento nuestra función es la de ser voz en el desierto, anunciar que Dios está cerca, ser Buena Noticia en nuestro mundo. Siendo conscientes que nuestro mensaje, aún desgarrando nuestra vida es anuncio y gracia para los demás.

¿Cómo hacer esto?

Observemos cómo cuando se acercan las fechas navideñas la gente pasea de tienda en tienda, todo el mundo mira escaparates, todo es “alegre” y “feliz”. ¿Alguien cree que una tienda podría vender con un escaparate triste, oscuro y negro?

Quizá es hora de hacer de nuestra predicación algo alegre, con luz y lleno de vida. No podemos pretender anunciar nuestra fe en escaparates de muerte, de condena y de tristeza. Revistamos nuestra fe de luces, de vida y de felicidad, sólo con este brillo nuestro mensaje será auténticamente liberador.

¿Estamos dispuestos? ¿Anunciamos o denunciamos? ¿Construimos o destruimos? ¿VIDA O MUERTE?

Elías ya vino, ¿nos dimos cuenta de ello?