domingo, 30 de mayo de 2010

Homilia para Corpus Christi 6-6-2010

Corpus Christi (6-6-2010)
Tiempo Ordinario
"Dadles vosotros de comer"

Ir a: Introducción - Comentario bíblico - Pautas para la homilía
Introducción

Tras el Ciclo Pascual, la liturgia nos conduce hacia dos solemnidades con solera: la Trinidad y el Corpus. La primera nos hace celebrar el misterio del Dios cristiano, Uno y Trino. La segunda, la que estamos introduciendo, es de tenor Eucarístico: desea que el Pueblo de Dios tome conciencia del significado de la presencia de Jesucristo en la misa. Lejos de las controversias teológicas de un tiempo, origen de la fiesta, y de las proyecciones catequéticas-visuales posteriores frente a interpretaciones unilaterales de esta presencia, el Corpus es una oportunidad para captar todas las dimensiones del estar dinámico y transformador de Jesucristo en la celebración cristina por excelencia. Esta presencia, además, tiene una clara finalidad: la comunión personal y comunitaria de Cristo con los suyos. Para ello, el Señor, por medio del Espíritu, transforma la realidad del pan y del vino. La comunión real y sacramental, así propiciada, alcanza su objetivo último, trasformar a la comunidad que celebra en aquel a quien recibe. De este modo, La Comunidad que celebra, hecha cuerpo de Cristo por el banquete eucarístico, queda edificada y renovada en su ser y lanzada en su misión evangelizadora. Todo un proyecto cristiano.

Ver la presentación animada de las lecturas
Comentario bíblico

Iª Lectura: Génesis (14,18-20): Un culto sencillo y original

I.1. Todos los textos ancestrales de AT tienen algo especial en la tradiciones de Israel, hasta el punto de poder considerar que un texto como el de Melquisedec podría ser una campaña militar, antigua, en la que se ha querido ver que los grandes, en este caso el rey de Salem, también ha querido ponerse a los pies del padre del pueblo, de Abrahán. Con los gestos del pan y el vino que se ofrecen, las cosas más naturales de la tierra, el rey misterioso le otorga a Abrahán un rango sagrado, casi de rey-sacerdote. Será en este sentido cómo la carta a los Hebreos c. 7,1-10 se permitirá hacer una lectura nueva de Jesucristo, de su sacerdocio no-dinástico, absolutamente distinto y original, que no tiene parangón como el sacerdocio ministerial. En el mismo sentido lo había ya intuido el Sal 110,4. Se ha discutido mucho sobre quién es este personaje, incluso tenemos un texto en Qumrán (11Q) que lo ve como un ser celeste.

I.2. El valor, pues, de nuestro texto es que sirve como plataforma teológica para un sentido nuevo y una actualización de la religión inaugurada por la vida de Cristo. El hecho de que en esa ofrenda de Melquisedec no se usen animales, sino las cosas sencillas de la tierra, apunta a una dimensión ecológica y personalista. Jesús, antes de morir, ofrecerá su vida ¡tal como suena! en un poco de pan y en un poco de vino. No hacía falta más que la intención misma de entregarse, de donarse, de “pro-existir” para los demás. Con ello se alza una protesta radical contra un culto de sacrificios de animales que no lleva a ninguna parte. Es la vida de Dios y de los hombres la que tiene que estar en comunión. El ser humano se fascina ante lo divino y deja de ser humano muchas veces, pero la “comunión vital” entre Dios y la humanidad no tiene por qué esclavizarnos a un culto externo y a veces inhumano. Porque lo que es inhumano, es antidivino.

I.3. En realidad es todo el texto de Heb 7 el que puede generar una lectura interesante en una fiesta como hoy. Quizás muchos hubieran preferido otro texto para esta fiesta. Pero debemos reconocer que la intención de la elección litúrgica del mismo se explica porque el gesto de Melquisedec es como un signo anticipado de los gestos del pan y el vino de Jesús en la última cena con sus discípulos. Se ha hablado que la intención del autor de la carta a los Hebreos era mostrar que el sacerdocio de Cristo, a imagen de Melquisedec, logra una verdadera “téléiôsis”, que se puede traducir de muchas formas, como “perfección” o incluso como “transformación”. Preferimos esto último, porque Jesús, con su vida, con sus palabra, con sus gestos, transforma una religión de culto sacrificial de animales, en una verdadera donación de vida, para introducirnos en la vida misma de Dios.


IIª Lectura: Primera Corintios (11,23-26): La tradición del Señor es vida

II.1. El cristianismo primitivo tuvo que hacerse “recibiendo” tradiciones del Señor. Pablo, que no lo conoció personalmente, le da mucha importancia a unas pocas que ha recibido. Y una de esas tradiciones son las palabras y los gestos de la última cena. Porque el apóstol sabía lo que el Vaticano II decía, que “la Iglesia se realiza en la Eucaristía”. Todos debemos reconocer que aquella noche marcaría para siempre a los suyos. Cuando la Iglesia intentaba un camino de identidad distinto del judaísmo, serán esos gestos y esas palabras las que le ofrecerá la oportunidad de cristalizar en el misterio de comunión con su Señor y su Dios. Esta tradición “recibida”, según la mayoría de los especialistas, pertenece a Antioquía (como en Lc 22,19-20), donde los seguidores de Jesús “recibieron” por primera vez el nombre de “cristianos”. Un poco distinta es la de Jerusalén (Mc y Mt).

II.2. Los gestos del Señor Jesús eran los que se hacían en cualquier comida judía; incluso si fue un cena pascual, lo que se hacía en aquella fiesta de recuerdo impresionante. Pero lo importante son las “palabras” y el sentido que Jesús pone en los gestos. Jesús, en la noche “en que iba a ser entregado”, se “entregó” él a los suyos. El término es elocuente. En los relatos de la pasión aparece frecuentemente este “entregar”. No obstante lo verdaderamente interesante es que antes de que lo entregaran a la muerte y le quitaran la vida, él la ofreció, la entregó, la donó a los suyos en el pan y en el vino, de la forma más sencilla y asombrosa que se podía alguien imaginar.

II.3. ¿Por qué se ha proclamar la muerte del Señor hasta su vuelta? ¿Para recordar la ignominia y la violencia de su muerte? ¿Para resaltar la dimensión sacrificial de nuestra redención? ¿Para que no se olvide lo que le ha costado a Jesús la liberación de la humanidad? Muchas cosas, con los matices pertinentes, se deben considerar al respecto. Tienen el valor de la memoria “zikarón” que es un elemento antropológico imprescindible de nuestra propia historia. No hacer memoria, significa no tener historia. Y la Iglesia sabe que “nace” de la muerte de Jesús y de su resurrección. No es simplemente memoria de un muerto o de una muerte ignominiosa, o de un sacrificio terrible. Es “memoria” (zikarón) de vida, de entrega, de amor consumado, de acción profética que se adelanta al juicio y a la condena a muerte de las autoridades; es memoria de su vida entera que entrega en aquella noche con aquellos signos proféticos sin media. Precisamente para que no se busque la vida allí donde solamente hay muerte y condena. Es, por otra parte y sobre todo, memoria de resurrección, porque quien se dona en la Eucaristía de la Iglesia, no es un muerto, ni repite su muerte gestualmente, sino el Resucitado.


Evangelio: Lucas (9, 11-17): La Eucaristía, experiencia del Reino de Dios

III.1. Lucas ha presentado la multiplicación de los panes como una Eucaristía. En este sentido podemos hablar que este gesto milagroso de Jesús ya no se explica, ni se entiende, desde ciertos parámetros de lo mágico o de lo extraordinario. Los cinco verbos del v. 16: “tomar, alzar los ojos, bendecir, partir y dar”, denotan el tipo de lectura que ha ofrecido a su comunidad el redactor del evangelio de Lucas. Quiere decir algo así: no se queden solamente con que Jesús hizo un milagro, algo extraordinario que rompía las leyes de la naturaleza (solamente tenían cinco panes y dos peces y eran cinco mil personas). Por tanto, ya tenemos una primera aproximación. Por otra parte, es muy elocuente cómo se introduce nuestro relato: los acogía, les hablaba del Reino de Dios y los curaba de sus males (v.11). E inmediatamente se desencadena nuestra narración. Por tanto la “eucaristía” debe tener esta dimensión: acogida, experiencia del Reino de Dios y curación de nuestra vida.

III.2. Sabemos que el relato de la multiplicación de los panes tiene variantes muy señaladas en la tradición evangélica: (dos veces en Mateo: 14,13-21;15,32-39); (dos en Marcos: 6,30-44; 8,1-10); (una en Juan, 6,1-13) y nuestro relato. Se ha escogido, sin duda, para la fiesta del Corpus en este ciclo por ese carácter eucarístico que Lucas nos ofrece. Incluso se apunta a que todo ocurre cuando el día declinaba, como en el caso de los discípulos de Emaús (24,29) que terminó con aquella cena prodigiosa en la que Jesús resucitado realiza los gestos de la última Cena y desaparece. Pero apuntemos otras cosas. Jesús exige a los discípulos que “ellos les den de comer”; son palabras para provocar, sin duda, y para enseñar también. El relato, pues, tiene de pedagógico tanto como de maravilloso.

III.3. La Eucaristía: acogida, experiencia del Reino y curación de nuestra vida. Deberíamos centrar la explicación de nuestro texto en ese sumario introductorio (v. 11), que Lucas se ha permitido anteponer a la descripción de la tradición que ha recibido sobre una multiplicación de los panes. Si la Eucaristía de la comunidad cristiana no es un misterio de “acogida”, entonces no haremos lo que hacía Jesús. Muchas personas necesitan la “eucaristía” como misterio de acogida de sus búsquedas, de sus frustraciones, de sus anhelos espirituales. No debe ser, pues, la “eucaristía” la experiencia de una élite de perfectos o de santos. Si fuera así muchas se quedarían fuera para siempre. También debe ser “experiencia del Reino”; el Reino anunciado por Jesús es el Reino del Padre de la misericordia y, por tanto, debe ser experiencia de su Padre y nuestro Padre, de su Dios y nuestro Dios. Y, finalmente, “curación” de nuestra vida, es decir, experiencia de gracia, de encuentro de fraternidad y de armonía. Muchos vienen a la eucaristía buscando su “curación” y la Iglesia debe ofrecérsela, según el mandato mismo de Jesús a los suyos, en el relato: “dadles vosotros de comer”.

III.4. Son posible, desde luego, otras lecturas de nuestro texto de hoy. No olvidemos que en el sustrato del mismo se han visto vínculos con la experiencia del desierto y el maná (Ex 16) o del profeta Eliseo y sus discípulos (2Re 4,42-44). Y además se ha visto como un signo de los tiempos mesiánicos en que Dios ha de dar a su pueblo la saciedad de los dones verdaderos (cf Ex 16,12; Sal 22,27; 78,29; 132, 15; Jr 31,14). De ahí que nos sea permitido no esclavizarse únicamente a un tipo de lectura exclusivamente cultual envejecida. El Oficio de la liturgia del Corpus que, en gran parte, es obra de Sto. Tomás de Aquino, nos ofrece la posibilidad de tener presente estos aspectos y otros más relevantes si cabe. La Eucaristía, sacramento de Cuerpo y la Sangre de Señor, debe ser experiencia donde lo viejo es superado. Por eso, la Iglesia debe renovarse verdaderamente en el misterio de la Eucaristía, donde la primitiva comunidad cristiana encontró fuerzas para ir rompiendo con el judaísmo y encontrar su identidad futura.

Fray Miguel de Burgos NúñezFray Miguel de Burgos Núñez
Lector y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura

Pautas para la homilía

La frase de Jesús dirigida a sus discípulos en el evangelio de hoy, “dadles vosotros de comer”, además de sobrecoger por la responsabilidad que implica, centra muy bien el tema de la solemnidad del día del Corpus: la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Jesús confía abiertamente a los suyos la tarea de alimentar a la gente, aunque el relato lucano de la multiplicación deja muy claro que el alimento que sacia el hambre de la multitud brota de la acción generosa y sorprendente del Señor. Con todo, al final, el pan multiplicado, tal y como deseaba Jesús, llega a la gente distribuido por medio de los discípulos.

Hambre y pan. Necesidad y satisfacción. Acción de Dios y acción humana. Acción de Cristo y acción de la Iglesia se avanzan como claves para entender el evangelio de la multiplicación y adentrarse en la fiesta del Corpus.

A la luz de la revelación bíblica, sobre todo cuando se considera el acontecimiento de la encarnación, se vislumbra nítidamente que los cristianos no somos ni dualistas, ni demagogos. El ser humano está constituido por una unidad psicosomática en la que, aunque podamos distinguir lo corpóreo y lo espiritual, en modo alguno se han de separar. La acción salvífica que Jesús hizo presente con su palabra y su actuación se refiere siempre a la totalidad de lo que es la persona humana. El Maestro de Nazaret, como sabemos, buscaba sanar al hombre entero, sin reduccionismos de ningún tipo. Según esto, y regresando a nuestro evangelio, no sería correcto hacer de la multiplicación de los panes una lectura espiritualista que presentara el pan como un alimento celeste para el alma desencarnada de la gente; en la misma línea, tampoco haría justicia a la verdad considerar este relato desde una perspectiva meramente social o política. Más bien, lo adecuado sería descubrir y enseñar la armonía de ambas posibilidades, puesto que tan solo el alimento que nutre la integridad de lo que es el ser humano puede salvar y madurar a la persona. Expresado de otra forma, la acción pastoral correcta que se deduce del pasaje de Lucas que comentamos, derivada en lo concreto de la palabra de Jesús “dadles de vosotros de comer” y de la distribución del pan a la gente por parte de los discípulos tras la acción del Señor, es aquella que atienda, simultáneamente, el hambre física y el hambre espiritual de la gente. La corrección fraterna que Pablo dirige a los cristianos de Corinto en torno a su peculiar y sangrante manera de celebrar la Cena del Señor, (corrección que provoca el recuerdo del relato de la institución, que recibiera y transmitiera, 2º lectura) es nítido y muy oportuno: la injusticia en el pan material es incompatible con el sentido de la eucaristía cristiana.

Avanzando en la misma línea, en la medida en que el evangelio de la multiplicación tiene un sentido eucarístico, y que, por eso, es propuesto por la Iglesia para iluminar la celebración del Corpus, es lícito subrayar la idea de que la presencia eucarística de Cristo, real y sacramental, presencia humanizante y salvadora, persigue la comunión vivificadora y salvadora con la integridad de lo que es la persona. Por consiguiente, el pan y el vino eucarísticos, convertidos en Jesucristo, tal y como el Corpus pone de relieve, son un alimento que nutre y sacia la totalidad de lo que somos los humanos. En suma, sólo Jesucristo, hombre y Dios, pan de vida, puede colmar satisfactoriamente las hambres y las necesidades de las personas.

Lo que enseña la teología eucarística a este respecto nos puede resultar de ayuda. La presencia de Cristo en la eucaristía es una presencia real y total de Cristo, pero siempre en el sacramento, en los signos. En esta presencia, la realidad transformada de las especies del banquete no destruye para nada el aspecto de alimento físico y humano del pan y el vino, al contrario, la permanencia de la materialidad de los elementos, más bien, propicia y expresa la nueva dimensión del alimento del que Jesucristo se apropia. En este alimento, lo material y mundano, lo humano, lo espiritual y trascendente se reconcilian misteriosamente. La totalidad de Jesucristo, pues, acontece en la mediación sacramental, sumándose el sentido de alimento espiritual al físico y antropológico para, a la postre, llegar a ser el verdadero alimento que hace presente, y al mismo tiempo conduce, a la vida eterna.

Además no hemos de olvidar otro dato. La presencia de Cristo en la eucaristía tiene una intención: busca el encuentro, la comunión con la comunidad celebrante y con cada uno de sus integrantes. La finalidad última de la transformación de la realidad de las especies eucarísticas, por parte del Señor, es la de poder entrar en lo más profundo de cada uno de los cristianos reunidos en la fracción del pan; ¿para qué?, para transformarlos en él, para hacerse uno con ellos. Dicho de otra manera, la conversión más importante que Cristo realiza en la eucaristía no es de cosas (pan y vino), sino de personas; o, mejor todavía, de cosas para llegar a convertir en Cristo a los que entran en comunión con él por medio del pan y del vino transformados. En efecto, aunque no siempre sea lo que más destacamos, la eucaristía ofrece la oportunidad de que los participantes, que son Cristo por el bautismo, alimentados de Cristo en la comunión, se conviertan en quien reciben y actúen conforme a quienes son. De este modo, la presencia eucarística remite a la vida cristiana y muestra que la Cena del Señor es una auténtica escuela cristiana.

Después de estas reflexiones se entenderá mejor que Jesús, en el evangelio de hoy, invite a sus discípulos a dar de comer a le gente y a distribuir el pan bendecido. Hay aquí una clara analogía eucarística. Sólo la comunidad que se alimenta de Cristo, pan de vida, puede cumplir el encargo misionero del Maestro y entregar el pan sustancial y verdadero a la gente. Jesús ha dejado a los suyos la eucaristía como legado de su presencia, del mismo modo que les ha confiado una misión. Este misión es la de hacer llegar la salvación a todos sin excepción; y la salvación consiste en que Cristo se “todo en todas las cosas”, la comunión total con Él. La celebración de la eucaristía actualiza esta misión y la empuja.

Si lo que hemos dicho posee algún sentido, el “dadles vosotros de comer” del evangelio, hay que leerlo en sintonía con la tradición que Pablo recibiera y que recuerda a la comunidad de Corinto en la segunda lectura. El Jesús que se nos da como alimento en la Eucaristía, sostiene el ser de la comunidad eclesial (“haced esto en memoria mía”) que, a su vez, transformada en lo que recibe (cuerpo de Cristo) entrega, dándose, lo que ha recibido tanto en la celebración eucarística como en la misión.

“Dadles vosotros de comer”, ¡qué responsabilidad tan misionera nos ha dejado Jesús en la eucaristía!


Fr. Vicente Botella Cubells O.P.Fr. Vicente Botella Cubells O.P.
Casa de San Alberto Magno (Valencia

sábado, 29 de mayo de 2010

CARTA A UN HERMANO CURA DESANIMADO

CARTA A UN HERMANO
CURA DESANIMADO

Querido hermano:

Te leí con atención. Pero fue una primera vez. Después le pedí a Jesús que me curara los ojos y me diera esa mirada repleta de amor con que miró al joven rico y te leí por segunda vez. Ahora sí me animo a contestarte.
He leído: “desánimo”; “no sabemos que hacer”; “entrego todo lo que puedo de mi vida y no veo resultados”, “estoy cansado de la ficción de los pastorales”, “el obispo me escucha y se preocupa, pero no entiende nada, es como si le hablara en chino”, “no hay curas que te pongan a disposición su corazón para acompañarte”, “cómo hago para desenamorarme”.
Me ha sorprendido. He contado otra vez los años que llevo caminando y los otros… los que llevo intentando caminar sobre las huellas de Jesús en el ministerio. He visto una larga serie de fracasos, de intentos pastorales que eran trompadas tiradas al aire. He tenido obispos con distintas actitudes. He sentido siempre la presencia inefable del hermano cura que me ha ayudado a no equivocarme ¡tanto!. Si tengo que serte sincero, desde afuera, parece una vida tirada a la basura, no he visto ningún resultado, ni en los fieles, ni en los compañeros curas, ni en los obispos.
Pero tengo muchos años de edad y de ministerio y no estoy des-animado, al contrario, siento que me hierve la sangre por predicarlo a Jesús… y sobre todo – vos los sabés – por tratar de ayudar a los hermanos curas que me pueden necesitar.
¿Qué pasó entre vos y yo o entre ustedes y nosotros?. No sé si alguna vez te agarró una ola grande, mal parado. Parece que no termina nunca el revolcón por la arena debajo del agua, que uno se ahoga. Pero la cosa termina y no pasa nada. Esa es la diferencia: que yo/nosotros ya sufrimos muchas veces esa sensación de sentirnos “tragados” por la ola. Pero sabemos que se sobrevive y que uno queda con ganas de volver a meterse al agua. Vos en cambio, sentís que es la primera vez que estás bajo el agua y que no manejás las cosas, es más, tenés casi la seguridad de que no vale la pena luchar para salir. ¡Pero vale!.
Es casi como si lo estuviera escuchando a Pablo que le dice a Timoteo que se sentía inadecuado, incómodo en el ministerio: “renová el don de la imposición de mis manos”… pero a vos te lo está diciendo Jesús.
Nos tapó la ola. La ola del mundo. Nos quedamos con el ágape y el mundo se quedó con el eros y como el eros es el principio y además el combustible del ágape, nos quedamos sin nafta en la mitad del camino. A la mayoría le importa poco lo que decimos o hacemos. Algunos se ríen. Casi nadie sabe lo que es amar de verdad. Y acá estamos vos y yo, haciendo de quijotes, tratando de amar al estilo de Jesús, con sus sentimientos, con su valentía honesta. Embarrados por el camino, pero caminando. Sucios del andar, pero con la mirada puesta en un horizonte que no somos nosotros mismos.
Nos tapó la ola. Todos los elogios y las consideraciones (también adentro de la Iglesia) son para los eficientes. O sea para los que hacen más en menos tiempo. Premio Nobel a la ineficiencia para Jesús. 2000 años después sigue esperando ver resultados. Es la parábola del sembrador que siembra y se va a dormir porque cree y confía en la potencialidad de la semilla. Te invito a que disfrutemos del sueño y no nos levantemos a cada rato para ver si hay trigo para cosechar. No hay. No va a haber nunca. Pero la semilla es capaz de dar fruto, simplemente porque nosotros la sembramos. ¿Cuándo el fruto?. No sé.
Nos tapó la ola y no sabemos qué hacer. Perdimos el control, la seguridad, la conducción, primero de nuestras vidas y también de la pastoral. El sacerdote es un hombre colgado entre el cielo y la tierra en una existencia imposible. Nos tira el mundo para abajo y el cielo para arriba. No podemos entendernos a nosotros mismos, ni tener el control. Hemos regalado a otro el control, la seguridad la conducción de nuestras vidas y de la pastoral. Pero unas 20 veces por día queremos recuperar lo que regalamos… y ¡tantas veces lo logramos!
Los tapó la ola y no saben qué hacer. Pobres obispos. Les tocó un laburo de alto riesgo, insalubre. Se los ve desorientados y por eso a la defensiva. Algunos. Otros agarrados, con uñas y dientes a pequeños e intrascendentes “éxitos pastorales”. O atrincherados en la lucha de las ideologías, creyendo que ese es el camino para encarnarse en la realidad y la gente los mira y los ve a la misma distancia de Saturno. Otros intentan ser padres y algunos de verdad lo logran. Los que no, no pueden entender el cambio de cultura y se escandalizan. Hay santos. Seguramente más de lo que imaginamos. Pero ¡qué lindo sería verlos embarrarse con nosotros en ésta lucha diaria por encontrarle la vuelta a la vida, sólo desde Jesús!. Te lo traduzco del castellano antiguo: qué lindo sería que nos quisieran, que nos demostraran que nos quieren y que no se presentaran ante nosotros como competidores. Que hicieran cartas pastorales de dos palabras: “no sé”, “no puedo”, “no me da el cuero”. Lo más lindo que escuché en Aparecida lo dijo el cardenal Madariaga: “no sabemos qué hacer. Porque justito ahí. Cuando “no sabemos qué hacer” empieza el Espíritu Santo. No antes.
Nos tapó la ola y todos estamos en la revolcada abajo del agua. Por eso los directores espirituales, esos que solían acompañar curas dándoles primero su propio corazón y no desde un “oficio”, son una especie en extinción.
Dirán: ¡ciegos que guían a otros ciegos! ¡Sí! Eso necesitamos hermano, que un ciego que camina a tientas, colgado entre el cielo y la tierra, me dé la mano fuerte, para demostrarme afecto y firmeza y me diga: no veo nada pero Jesús me ve; no sé a donde vamos, pero Jesús sabe.
Quisiera tener brazos de Evangelio para abrazarte en tu silencio y decirte que tu “servicio de dolor” es amor, y que el amor nos hace felices.
Esa chica que te mira como si fueras el David de Miguel Angel, es una forma dulce que usa Jesús para que te des cuenta de que estás vivo. No te asustes por favor. Poné tu corazón en el de Él y dale para adelante, no importa cuantos porrazos te des por el camino y con cuanto barro encima te levantes cada vez. ¡Caminá por favor!
Me preguntás como desenamorarte y me parece que nuestro corazón no puede ser un tren lechero que para en todas las estaciones, porque al final, en alguna se queda. Reíte de la mayoría de las recetas ascéticas. No sirven para nada. Para desenamorarse hay un solo camino: enamorarse más de Jesús. Inundá tu corazón de amor por Él y en la inundación, todos los demás amores se escurren.
No tengas miedo a amar, a enamorarte. Tené terror a no amar. A “frizar” el corazón.
Nos tapó la ola. Tenemos la parroquia con mil actividades En todas nos piden que seamos expertos, y que a todos les demos el mismo tiempo y la misma atención. Imposible. Ahí nacen las frustraciones y las impotencias.
Después llega el obispo que quiere llenar los casilleros de la pastoral diocesana y pide tu nombre y el de algunos laicos que todavía no alcanzaste a armar para la parroquia. Vos y el obispo saben que “de mentirita”, pero hay que llenar el casillero. Al rato llegan los de la pastoral regional… y lo mismo.
Y casi cuando te queda la última bocanada de oxígeno bajo el agua, llegan los de la pastoral nacional. Revolcados por la fuerza de la ola y de tantos casilleros para llenar, solemos pensar “no puedo”, “esto no es para mí”
Tenemos que hacer lo que tenemos que hacer. Ni un poquito menos, ni un poquito más. ¡Qué los casilleros queden vacíos! Serán testigos mudos de una iglesia que sale del exilio babilónico y en pobreza y desprovista, comienza a caminar de nuevo.
Vos conocés la realidad de los matrimonios y las familias que atendemos: los que sufren, las pruebas por las que pasan, la desorientación y confusión de este momento. ¿Podíamos nosotros estar liberados absolutamente de esta realidad cuyo mundo compartimos?.
Finalmente dejame que te recuerde las tres palabras de la Anunciación:
¡Alegrate!: de que Jesús haya pensado en vos, con nombre y apellido, para que lo encarnes en medio de esta realidad difícil, como la de Él.
No tengas miedo: nunca te va a dejar, siempre va a estar al lado nuestro, para darnos fuerzas –todas las que necesitamos- para “permanecer en Él”.
El Espíritu Santo: ¡Sí! El Espíritu Santo, el Amor de Dios mismo en vos, es la única solución, el único camino de salida, la única Verdad.
Un abrazo en Jesús.

(Eduardo De Paola. Sacerdote de la Diócesis de Bariloche. Vida Pastoral nº 279 – Setiembre /Octubre 2009)

jueves, 27 de mayo de 2010

Nadie es extranjero para Dios

Nadie es extranjero para Dios, dice Arzobispo Coadjutor de Los Ángeles
Nuestra misión es la de Cristo, proclamar que Él es Dios.

LOS ÁNGELES, 26 Mayo

Ante una Catedral de Nuestra Señora de Los Ángeles totalmente abarrotada para la Misa de bienvenida al nuevo Arzobispo Coadjutor de Los Ángeles -la arquidiócesis con mayor presencia latina en Estados Unidos- Mons. José Horacio Gómez, afirmó que "nadie es extranjero para Dios y nadie es un extranjero para los demás".

En la Misa de bienvenida celebrada esta tarde a la que asistieron unas cuatro mil personas, 50 obispos de dentro y fuera de Estados Unidos y 411 sacerdotes, destacaron los discursos, peticiones, oraciones y cantos no sólo en inglés y español sino en otros idiomas como el chino para mostrar la diversidad cultural de Los Ángeles.

Mons. Gómez, quien se convertirá automáticamente en el Arzobispo titular de Los Ángeles cuando el Cardenal Roger Mahony cumpla 75 años el próximo 27 de febrero de 2011, comenzó su discurso agradeciendo "la hermosa bienvenida" y haciendo una broma: "casi dos homilías por el mismo precio… aunque ambas son gratis, es un buen negocio".

Dirigiéndose luego al Cardenal Mahony, aún Arzobispo titular de Los Ángeles, Mons. Gómez pidió al Purpurado agradecerle al Papa Benedicto XVI por haberlo designado a esta importante arquidiócesis y le pidió decirle que "trabajaré con todo mi corazón en este servicio. Dígale que trabajaré con todas mis fuerzas, exprésele mi amor filial".

En su discurso en el que habló en inglés y español, el Arzobispo Coadjutor resaltó que "todos y cada uno de los que estamos aquí en esta imponente catedral somos discípulos que tenemos la responsabilidad de la gran misión de la Iglesia. Nuestra misión es la de Cristo, proclamar la buena nueva de que Él es Dios, que Él es más grande que la muerte. Vengo a servir y a aprender con ustedes y a continuar la misión que ya ha iniciado en esta histórica sede".

Tras agradecer los 25 años de servicio del Cardenal Mahony y saludar a todos los miembros de la arquidiócesis de Los Ángeles, Mons. Gómez señaló la urgencia de defender la vida, desde la concepción hasta la muerte natural, de todos, especialmente de los que no tienen quien hable por ellos.

Seguidamente, primero en español y luego en inglés, el Arzobispo dijo: "pidamos hoy que esta Iglesia sea siempre una señal de que Dios está con nosotros y que en su mirada amorosa nadie es un extranjero para Él y nadie es un extranjero para los demás. Todos somos iguales a sus ojos", lo que provocó que la catedral entera estallara en aplausos.

Refiriéndose a la diversidad cultural de Los Ángeles, el Prelado señaló que "podemos ver que nuestra iglesia es católica aquí en Los Ángeles. Podemos ver aquí lo que Dios quiere para todos. Somos todos una familia de Dios, compuesta por diversos idiomas".

Tras resaltar que necesitará el apoyo de todos los católicos de Los Ángeles, el Arzobispo se dirigió a los sacerdotes a quienes recordó que "son hombres de Dios y de gran corazón, son los primeros colaboradores en el trabajo de la Iglesia de Dios. Lleven a Dios a la gente y la gente a Dios. Hermanos, el sacerdocio es la alegría de mi vida y me alegra estar con ustedes para servir a la Iglesia., Quiero conocerlos a todos y cada uno de ustedes".

Visiblemente emocionado, el Arzobispo hizo una pausa y comentó en español: "no puedo creer que este aquí, esto es asombroso" a lo que todos respondieron nuevamente con aplausos.

Tras comentar que su familia estaba presente en la Catedral y bromear al comentar que "se están portando bien", el Prelado recordó que "este Dios a quien servimos es un Dios de sorpresas. Recémosle para que haga que los sacerdotes respondan generosamente al llamado que les hace. Que haga fieles a los religiosos, diáconos, a los laicos de las comunidades eclesiales y los movimientos".

"Para grandes cosas hemos nacido. Cada uno de nosotros ha sido hecho por Dios para grandes cosas. No hay alma que no deba ser tocada por el mensaje de amor de Dios. Podemos ofrecerles a Dios".

Luego de pedir oraciones por su nuevo encargo pastoral, el Arzobispo Coadjutor de Los Ángeles afirmó que "en estos días he estado pensando mucho en mi familia. Mis hermanas y sus esposos están aquí hoy. Sin duda me gustaría que mis padres pudieran estar con nosotros". Emocionado nuevamente hasta las lágrimas añadió: "estoy seguro que nos acompañan desde el cielo con los santos y los ángeles".

A continuación volvió a hacer una broma, de la cual sacó una lección: "es complicado hablar inglés sin acento. Mi madre quiso que aprendiera y no le hice caso. Es una gran enseñanza la que me dejó así mi madre: siempre hacerles caso a los padres. Si lloro es culpa de mi madre".

Mons. Gómez agradeció luego a Dios por la gracia de "vivir en un hogar católico, a través de él pude ver el amor del Señor Jesús por mí. Las oraciones de mis amigos me han ayudado en mi misión como obispo. No tengo palabras para agradecer todo lo que han hecho por mí".

"Nuestros padres nos enseñaron que tenemos una Madre en el Cielo, Nuestra Señora de Guadalupe que nos ama. A ella le confío mi servicio y todos ustedes. Muchísimas gracias a todos por esta calurosa bienvenida", concluyó el nuevo Arzobispo Coadjutor de Los Ángeles.

Al final del discurso de Mons. Gomez, el Cardenal Mahony invitó al nuevo Arzobispo Coadjutor a sentarse en la sede (silla del Obispo) de la Catedral de Los Ángeles, ante los calurosos aplausos de los asistentes.

martes, 25 de mayo de 2010

Reverendisimos Señores Diáconos Permantes de la Diócesis de San Justo

Hnos.:Todos
Demos gracias a Dios por estos 23 Reverendisimos Señores Diáconos Permanentes que, en comunión con nuestro Obispo, su Axiliar y Sacerdotes trabajan día a día por la evangelización del pueblo de nuestra Diócesis de San Justo, y el día de su cumpleaños de ordenados comprometamonos a rezar por ellos un rosario para que María Madre de Dios los asista con su amor.
Armando

Assad Rubén..............Fecha de ordenación: 26-08-95

Ávila Marcelo ...........Fecha de ordenación: 11-04-97

Belausteguigoitia Carlos Fecha de ordenación: 29-08-92

Dominicovich Juan Carlos Fecha de ordenación: 28-05-94

Fretes Justo Pastor .....Fecha de ordenación: 29-08-92

Fuschetto Antonio .......Fecha de ordenación: 05-05-02

Gomes Esteves, Carlos ....Fecha de ordenación: 29-08-92

Guerrero Héctor ..........Fecha de ordenación: 28-05-92

Laboratto Pascual ........Fecha de ordenación: 12-08-00

Marchisio Rodolfo ........Fecha de ordenación: 28-05-94

Marcos Alfonso ...........Fecha de ordenación: 26-08-95

Muñoz Jorge ..............Fecha de ordenación: 26-08-95

Peralta Mario ............Fecha de ordenación: 11-04-97

Pérez Maldonado Calixto ..Fecha de ordenación: 28-05-94

Perharich Juan ...........Fecha de ordenación: 29-08-92

Préstamo Ambrosio ........Fecha de ordenación: 28-05-94

Roncagliolo Jorge Alberto,Fecha de ordenación: 12-08-00

Torres Norberto ..........Fecha de ordenación: 26-08-95

Varela Antolín ...........Fecha de ordenación: 11-04-97

Vargas Cristóbal Alberto .Fecha de ordenación: 28-05-94

Centurión Carlos..........Fecha de Ordenación: 00-00-08

Sanchez Rubio Rodolfo.....Fecha de Ordenación: 00-00-08

LLoveras Juan José.........Fecha de Ordenación:00-00-08

lunes, 24 de mayo de 2010

Octava semana del Tiempo Ordinario (del 24 al 29 de Mayo 2010)

Queridos Candidatos Aspirantes al Diaconado Permanente, Diócesis de San Justo

Casi con cierta pena reiniciamos el tiempo litúrgico que se llama “Ordinario”. Digo con pena, porque nos gustaría dedicar más días para celebrar la Pascua de Pentecostés. Los cambios litúrgicos posteriores al Vaticano II han dejado las cosas así. Habíamos abandonado el tiempo Ordinario cuando comenzó la Cuaresma. Lo reiniciamos en la semana 8ª.

Las primeras lecturas de esta semana se toman de la carta de Pedro, cinco días, y el sábado de la carta de Judas. Pertenecen estas cartas a las llamadas “católicas”, porque no estaban destinadas a una comunidad, como las de Pablo, sino a todas las comunidades. Las de san Pedro –son dos- están destinadas a varias comunidades de Asia Menor. Escritas desde Roma –Babilonia, la llama él- a cristianos que antes eran paganos –escribe en griego- , que necesitan reforzar su fe en medio de las dificultades que encuentran para confesarla y vivirla. La de Judas tiene como objetivo desvelar las falsas doctrinas que algunos divulgan en las comunidades cristianas.

Los textos evangélicos retoman el Evangelio de Marcos que se venía ofreciendo desde las primeras semanas del tiempo Ordinario. Jesús ha salido ya de Galilea y de predicar a la multitud, y se centra más en la catequesis a los discípulos.

En esta semana, el lunes, en la Familia dominicana se celebra la traslación del cuerpo de Santo Domingo. Como la fiesta del Patriarca cae en agosto, cuando las vidas de las comunidades en este hemisferio norte es leve a causa del período vacacional, se aprovecha este día para poder celebrar en familia al que llamamos Nuestro Padre. Es necesario dar el mayor relieve a la fiesta del jueves: Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote, en este año sacerdotal.
-----------------------

Lunes, 24/5/2010 Traslación de Santo Domingo
"“No habéis visto a Jesucristo, y lo amáis; no lo veis y creéis en Él”.

I. Contemplamos la Palabra
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 1, 3-9

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su gran misericordia, por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva, para una herencia incorruptible, pura, imperecedera, que os está reservada en el cielo. La fuerza de Dios os custodia en la fe para la salvación que aguarda a manifestarse en el momento final. Alegraos de ello, aunque de momento tengáis que sufrir un poco, en pruebas diversas: así la comprobación de vuestra fe -de más precio que el oro, que, aunque perecedero, lo aquilatan a fuego-llegará a ser alabanza y gloria y honor cuando se manifieste Jesucristo. No habéis visto a Jesucristo, y lo amáis; no lo veis, y creéis en él; y os alegráis con un gozo inefable y transfigurado, alcanzando así la meta de vuestra fe: vuestra propia salvación.

Sal 110, 1-2. 5-6. 9ab y 10c R. El Señor recuerda siempre su alianza.

Doy gracias al Señor de todo corazón, en compañía de los rectos, en la asamblea. Grandes son las obras del Señor, dignas de estudio para los que las aman.
R.............................
Él da alimento a sus fieles, recordando siempre su alianza;
mostró a su pueblo la fuerza de su obrar, dándoles la heredad de los gentiles.
R............................
Envió la redención a su pueblo, ratificó para siempre su alianza; la alabanza del Señor dura por siempre.
R..........

Lectura del santo evangelio según san Marcos 10, 17-27

En aquel tiempo, cuando salta Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: -«Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?» Jesús le contestó: -« ¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre.» Él replicó: -«Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño.» Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: -«Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme.» A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico. Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: -«¡ Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios! » Los discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió: -«Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por todo.» el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.» Ellos se espantaron y comentaban: -«Entonces, ¿quién puede salvarse?» Jesús se les quedó mirando y les dijo: -«Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede

II. Compartimos la Palabra

Después de la Cuaresma y de la toda la Pascua, retomamos hoy el Tiempo Ordinario.
El Tiempo Ordinario no es una vuelta a la rutina, a la monotonía (que bien podía ser), sino que el Tiempo Ordinario es un tiempo cargado de la belleza de lo sencillo, donde se juega la Felicidad.

Iniciamos, además, este tiempo con una Memoria Obligatoria dominicana: la traslación de cuerpo de Nuestro Padre Domingo. Esta es una memoria donde se celebra lo sencillo. Por parte de Santo Domingo, su voluntad de ser enterrado a los pies de los frailes. Por parte de los frailes, la negación a un culto desmesurado, lleno de barroquismo, de quien era el Patriarca (el padre) de la Orden.

Tanto la primera lectura de la 1Pe. como el Evangelio tienen un hilo conductor: descubrir lo nuevo que hay en lo conocido, en lo sabido, en lo asumido; es decir, abrir los ojos a nuestra cotidianidad y contemplar lo que hay en ella y que pasa desapercibido o que pasa por “normal” o habitual. Tendemos a no valorar lo gratuito, lo que creemos que es normal; al ser “algo” normal, habitual en nuestra vida, no le damos valor. ¿Por qué? Porque es normal. Por ejemplo, “hacer la comida” o “ordenar la habitación” es algo normal, que hacemos todos los días, pero es algo que más allá de hecho de hacer la comida, se encuentra nuestra capacidad de creatividad para hacer cada día un plato distinto o el cariño con el que se hace la comida para que disfruten los comensales... Ir más allá del hecho, de lo que se ve, y ver lo que hay detrás, es contemplar la misma realidad de todos los días con ojos sabios, con los ojos salvadores: “No habéis visto a Jesucristo, y lo amáis; no lo veis y creéis en Él”.

Por último, un matiz. Miremos la reacción del hombre rico cuando Jesús le apunta que venda todo lo que tiene, que lo reparta a los pobres y que le siga, si quiere heredar la vida eterna. (En la Escritura donde pone vida eterna o salvación podemos sustituirlo por Felicidad; quizás esta la palabra Felicidad resuene con más fuerza en las vidas de las personas) La reacción es de tristeza, de pesadez, de amargura... No se la ha dado Dios , sino que la ha elegido el hombre libremente. En definitiva, el rico ha renunciado a su propia Felicidad, a la riqueza del corazón, de lo profundo, donde se encuentran nuestras raíces. ¿Por qué? Porque no ha sabido contemplar lo sencillo de la vida.
------------------------------------------------------------------------------------

Martes, 25/5/2010

"Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido".

I. Contemplamos la Palabra

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 1, 10-16

Queridos hermanos: La salvación fue el tema que investigaron y escrutaron los profetas, los que predecían la gracia destinada a vosotros. El Espíritu de Cristo, que estaba en ellos, les declaraba por anticipado los sufrimientos de Cristo y la gloria que seguiría; ellos indagaron para cuándo y para qué circunstancia lo indicaba el Espíritu. Se les reveló que aquello de que trataban no era para su tiempo, sino para el vuestro. Y ahora se os anuncia por medio de predicadores que os han traído el Evangelio con la fuerza del Espíritu enviado del cielo. Son cosas que los ángeles ansían penetrar. Por eso, estad interiormente preparados para la acción, controlándoos bien, a la expectativa del don que os va a traer la revelación de Jesucristo. Como hijos obedientes, no os amoldéis más a los deseos que teníais antes, en los días de vuestra ignorancia. El que os llamó es santo; como él, sed también vosotros santos en toda vuestra conducta, porque dice la Escritura: «Seréis santos, porque yo soy santo.»

Sal 97, 1. 2-3ab. 3c-4 R. El Señor da a conocer su victoria.

Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo.
R..........................
El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel.
R........................
Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclamad al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad.
R.............................

Lectura del santo evangelio según san Marcos 10, 28-31

En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús: -«Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.» Jesús dijo: -«Os aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más -casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones-, y en la edad futura, vida eterna. Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros.»

II. Compartimos la Palabra
*
“El que os llamó es santo; como él, sed también vosotros santos”


La salvación, la vida en abundancia, la vida resucitada después de la muerte… nos la ha conseguido Cristo, aunque su llegada la fueron preparando los profetas. Lo que nos toca a todos los que hemos nacido después de Cristo y hemos tenido la suerte de que él se haya hecho el encontradizo con nosotros es unir nuestra vida a la suya, ser seguidores suyos en todo, transitar por el mismo camino que él transitó, tener la misma postura que él tuvo ante Dios, ante los demás, ante uno mismo, ante todas las realidades terrenas. De esta manera nos incorporamos a la salvación, a esa nueva vida que él nos ofrece. Es el único camino para ser santos como es santo el que nos llamó.

*
¿Cuál es nuestro premio?

Muchos cristianos, algunos de los cuales les veneramos como santos, han tenido con Jesús un diálogo un poco distinto del que tuvo Pedro. Cuando se han adentrado en la persona de Cristo Jesús, no le ha pedido cien veces más de lo que han dejado en esta tierra. Tanto para el primer tiempo como para el segundo de nuestra existencia, sólo le han pedido gozar de su PERSONA siempre, gozar de su amistad siempre… todo lo demás vendrá por añadidura. En frase atrevida, San Pablo llegó a decir que “juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las cosas, y las tengo por basura para ganar a Cristo”.
------------------------------------------------------------------------------------

Miércoles, 26/5/2010 San Felipe Neri

"El Hijo del hombre ha venido para servir y dar su vida en rescate por todos ".

I. Contemplamos la Palabra

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 1, 18-25

Queridos hermanos: Ya sabéis con qué os rescataron de ese proceder inútil recibido de vuestros padres: no con bienes efímeros, con oro o plata, sino a precio de la sangre de Cristo, el Cordero sin defecto ni mancha, previsto antes de la creación del mundo y manifestado al final de los tiempos por vuestro bien. Por Cristo vosotros creéis en Dios, que lo resucitó de entre los muertos y le dio gloria, y así habéis puesto en Dios vuestra fe y vuestra esperanza. Ahora que estáis purificados por vuestra obediencia a la verdad y habéis llegado a quereros sinceramente como hermanos, amaos unos a otros de corazón e intensamente. Mirad que habéis vuelto a nacer, y no de una semilla mortal, sino de una inmortal, por medio de la palabra de Dios viva y duradera, porque «toda carne es hierba y su belleza como flor campestre: se agosta la hierba, la flor se cae; pero la palabra del Señor permanece para siempre.» Y esa palabra es el Evangelio que os anunciamos

Sal 147, 12-13. 14-15. 19-20 R. Glorifica al Señor, Jerusalén.

Glorifica al Señor, Jerusalén; alaba a tu Dios, Sión: que ha reforzado los cerrojos de tus puertas, y ha bendecido a tus hijos dentro de ti.
R.....................
Ha puesto paz en tus fronteras, te sacia con flor de harina. Él envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz.
R...................
Anuncia su palabra a Jacob, sus decretos y mandatos a Israel; con ninguna nación obró así, ni les dio a conocer sus mandatos.
R....................

Lectura del santo evangelio según san Marcos 10, 32-45

En aquel tiempo, los discípulos iban subiendo camino de Jerusalén, y Jesús se les adelantaba; los discípulos se extrañaban, y los que seguían iban asustados. Él tomó aparte otra vez a los Doce y se puso a decirles lo que le iba a suceder: -«Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán; y a los tres días resucitará.» Se le acercaron los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: -«Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir.» Les preguntó: -«¿Qué queréis que haga por vosotros?» Contestaron: -«Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda. » Jesús replicó: -«No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?» Contestaron: -«Lo somos.» Jesús les dijo: -«El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mi concederlo; está ya reservado. » Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús, reuniéndolos, les dijo: -«Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos. »

II. Compartimos la Palabra

Pedro sigue con su catequesis bautismal. Jesús, con su catequesis pascual. Subiendo a Jerusalén, sabiendo y asumiendo lo que le espera allí, prepara a sus discípulos. Lo hace por tercera vez. Pero, los discípulos están a lo suyo. Lo que sea, sonará. Pero, mientras, hay que procurar colocarse bien, tomar posiciones y procurarse los primeros y mejores puestos en el futuro reino.

*
“Habéis vuelto a nacer de un padre inmortal”

“Si alguien no nace del agua y del espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios” (Jn 3,5); “Si alguien no ha nacido de nuevo de arriba…”(Jn 3,3). Pedro no hace más que repetir y sacar consecuencias de aquella conversación trascendental de Jesús con Nicodemo.

“Puesto que habéis nacido de nuevo, conducíos en la vida con respeto y con amor”. La razón es que han nacido de Dios, por tanto han de comportarse como hijos, con respecto a Dios, y como hermanos entre sí. Una familia nueva, unos valores nuevos, unas actitudes donde prevalezca el respeto y amor familiar, filial y fraternal. “Habéis llegado a quereros sinceramente como hermanos, amaos unos a otros de corazón e intensamente”.

*
“No así vosotros”

“¿Qué queréis que haga por vosotros?” Dijo Jesús a aquellos amigos suyos que habían dejado barcas, redes, padres, negocios, para seguirle. Y si nos hiciera a cada uno de nosotros la misma pregunta, ¿se distinguiría, en el fondo, nuestra contestación de la de aquellos dos discípulos? ¿Qué es lo que solemos pedir en nuestras oraciones? Aunque no creo que andemos soñando con puestos a su lado, siendo sinceros tendremos que reconocer que, en el fondo, no nos distinguimos tanto de Santiago y Juan en cuanto a su petición se refiere.

En ese caso, sería fácil que también nosotros escucháramos a Jesús preguntándonos: ¿Hasta dónde estáis dispuestos a seguirme? ¿Hasta el bautismo con el que yo me voy a bautizar? ¿Seréis capaces de llegar a beber una copa similar a la mía? Y, si contestamos como ellos, y notamos que los demás se han percatado de nuestra codicia, ambición y egoísmo, estemos preparados para seguir escuchando al Señor:

¡Vosotros, no! “No ha de ser así entre vosotros”. Hacéis bien en querer ser importantes, pero “el que quiera ser grande entre vosotros, sea vuestro servidor”. Servicio, es su consigna. Servicio hasta exprimir la vida. “Pues tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar la vida en rescate por todos”.

Servicio que, junto a la oración, fueron las “obsesiones” de san Felipe Neri, que le llevaron a fundar el Oratorio para que tuvieran continuidad. Oratorio, que en forma de Oratorios confederados desde 1942, siguen pujantes en distintas naciones del mundo.
------------------------------------------------------------------------------------
Jueves, 27/5/2010 Jesucristo, sumo y eterno sacerdote

“Esto es mi cuerpo que se entrega por vosotros, haced esto en memoria mía”.

I. Contemplamos la Palabra
Lectura del libro de Isaías 52, 13-53, 12

Mirad, mi siervo tendrá éxito, subirá y crecerá mucho. Como muchos se espantaron de él, porque desfigurado no parecía hombre, ni tenla aspecto humano, así asombrará a muchos pueblos, ante él los reyes cerrarán la boca, al ver algo inenarrable y contemplar algo inaudito. ¿Quién creyó nuestro anuncio?, ¿a quién se reveló el brazo del Señor? Creció en su presencia como brote, como raíz en tierra árida, sin figura, sin belleza. Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado de los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros, despreciado y desestimado. Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado; pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron. Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino; y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes. Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca; como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca. Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron, ¿quién meditó en su destino? Lo arrancaron de la tierra de los vivos, por los pecados de mi pueblo lo hirieron. Le dieron sepultura con los malvados, y una tumba con los malhechores, aunque no había cometido crímenes ni hubo engaño en su boca. El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento, y entregar su vida como expiación; verá su descendencia, prolongará sus años, lo que el Señor quiere prosperará por su mano. Por los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de conocimiento. Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos. Le daré una multitud como parte, y tendrá como despojo una muchedumbre. Porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los pecadores, él tomó el pecado de muchos e intercedió por los pecadores.

Sal 39, 6. 7. 8-9. 10. 11 R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Cuántas maravillas has hecho, Señor, Dios mío, cuántos planes en favor nuestro; nadie se te puede comparar. Intento proclamarlas, decirlas, pero superan todo número.
R........................
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído; no pides sacrificio expiatorio.
R.......................
Entonces yo digo: «Aquí estoy -como está escrito en mi libro para hacer tu voluntad.» Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas.
R......................
He proclamado tu salvación ante la gran asamblea; no he cerrado los labios; Señor, tú lo sabes.
R......................
No me he guardado en el pecho tu defensa, he contado tu fidelidad y tu salvación, no he negado tu misericordia y tu lealtad ante la gran asamblea.
R.....................

Lectura del santo evangelio según san Lucas 22, 14-20

Llegada la hora, se sentó Jesús con sus discípulos y les dijo: -«He deseado enormemente comer esta comida pascual con vosotros, antes de padecer, porque os digo que ya no la volveré a comer, hasta que se cumpla en el reino de Dios.» Y, tomando una copa, pronunció la acción de gracias y dijo: -«Tornad esto, repartidlo entre vosotros; porque os digo que no beberé desde ahora del fruto de la vid, hasta que venga el reino de Dios.» Y, tomando pan, pronunció la acción de gracias, lo partió y se lo dio, diciendo: -«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía.» Después de cenar, hizo lo mismo con la copa, diciendo: -«Esta copa es la nueva alianza, sellada con mi sangre, que se derrama por vosotros.»

II. Compartimos la Palabra

“Cristo mediador de la Nueva Alianza, como permanece para siempre, tiene el sacerdocio que no pasa”

Cristo, Pontífice máximo, entre Dios y los hombres, con un pretil en la humanidad y el otro en Dios, es el único camino que nos conduce al Padre y el único sacerdote eterno, con El y por El, se realiza la Alianza Nueva y Eterna. Alianza perfecta entre Dios y la humanidad, sellada con la sangre de Cristo, Cordero inmolado , que nos invita a acercarnos a Él con corazón sincero; Llenos de fe y gratitud digamos con él: ”Aquí estoy Señor, para hacer tu voluntad “.

En torno a Cristo, nace la Iglesia; Asamblea cúltica, que participando del Sacerdocio de Cristo por el bautismo, ofrece con El al Padre el único sacrificio que le agrada, el Cordero inmolado que quita el pecado del mundo.

En este día, pidamos, que no falten nunca a la Iglesia sacerdotes santos y sabios, que perpetúen el misterio haciendo presente el sacrificio de Cristo en el Altar Sacramento de nuestra fe y que nosotros respondamos de verdad anunciando su muerte, proclamando su resurrección y clamando ! Ven Señor Jesús¡.

“Esto es mi cuerpo que se entrega por vosotros, haced esto en memoria mía”

La lectura de hoy nos introduce en el sacramento o misterio de la fe; Santo Tomás, su, en uno de sus himnos Eucarísticos afirma: “Lo que no se ve ni entiende, la fe viva lo defiende sobre el orden natural”, sólo si lo vivimos desde la fe, podremos encontrarnos con el misterio.

Misterio de Amor, Cristo que se entrega y se da, se entrega al Padre como cordero inmolado, sellando con su sangre, la Nueva Alianza y entregándose como pan partido, a todos y cada uno de los que le reciben. ¿Puede haber amor más grande?.

Toda la vida de Jesús, es una entrega continua de amor, pero cuando se manifiesta plenamente es en este momento final. Nos da su Cuerpo y su sangre, prenda de inmortalidad.

Jesús, nos manifiesta su amor en esa entrega y pide que nos amemos como Él nos ha amado. Si la Eucaristía es entrega de amor, no podemos acercarnos a ella si no vamos revestidos del amor de Cristo al padre y a los hermanos.

Que su gracia nos inunde para que vivamos de verdad este sacramento del amor en entrega a Dios y al hermano.
------------------------------------------------------------------------------------
Viernes, 28/5/2010

“Sed buenos administradores de la gracia de Dios”.

I. Contemplamos la Palabra
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 4,7-13

Queridos hermanos: El fin de todas las cosas está cercano. Sed, pues, moderados y sobrios, para poder orar. Ante todo, mantened en tensión el amor mutuo, porque el amor cubre la multitud de los pecados. Ofreceos mutuamente hospitalidad, sin protestar. Que cada uno, con el don que ha recibido, se ponga al servicio de los demás, como buenos administradores de la múltiple gracia de Dios. El que toma la palabra, que hable palabra de Dios. El que se dedica al servicio, que lo haga en virtud del encargo recibido de Dios. Así, Dios será glorificado en todo, por medio de Jesucristo, a quien corresponden la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén. Queridos hermanos, no os extrañéis de ese fuego abrasador que os pone a prueba, como si os sucediera algo extraordinario. Estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo, para que, cuando se manifieste su gloria, reboséis de gozo.

Sal 95, 10.11-12. 13 Llega el Señor a regir la tierra.

Decid a los pueblos: "El Señor es rey, / él afianzó el orbe, y no se moverá; / él gobierna a los pueblos rectamente."
R.................
Alégrese el cielo, goce la tierra, / retumbe el mar y cuanto lo llena; / vitoreen los campos y cuanto hay en ellos, / aclamen los árboles del bosque.
R...............
Delante del Señor, que ya llega, / ya llega a regir la tierra: / regirá el orbe con justicia / y los pueblos con fidelidad.
R.................

Lectura del santo evangelio según san Marcos 11, 11-26

Al día siguiente, cuando salió de Betania, sintió hambre. Vio de lejos una higuera con hojas y se acercó para ver si encontraba algo; al llegar no encontró más que hojas, porque no era tiempo de higos. Entonces le dijo: -«Nunca jamás coma nadie de ti.» Los discípulos lo oyeron. Llegaron a Jerusalén, entró en el templo y se puso a echar a los que traficaban allí, volcando las mesas de los cambistas y los puestos de los que vendían palomas. Y no consentía a nadie transportar objetos por el templo. Y los instruía, diciendo: -« ¿No está escrito: "Mi casa se llamará casa de oración para todos los pueblos" Vosotros, en cambio, la habéis convertido en cueva de bandidos.» Se enteraron los sumos sacerdotes y los escribas y, como le tenían miedo, porque todo el mundo estaba asombrado de su doctrina, buscaban una manera de acabar con él. Cuando atardeció, salieron de la ciudad. A la mañana siguiente, al pasar, vieron la higuera seca de raíz. Pedro cayó en la cuenta y dijo a Jesús: -«Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.» Jesús contestó: -«Tened fe en Dios. Os aseguro que si uno dice a este monte: "Quítate de ahí y tirate al mar", no con dudas, sino con fe en que sucederá lo que dice, lo obtendrá. Por eso os digo: Cualquier cosa que pidáis en la oración, creed que os la han concedido, y la obtendréis. Y cuando os pongáis a orar, perdonad lo que tengáis contra otros, para que también vuestro Padre del cielo os perdone vuestras culpas. »

II. Compartimos la Palabra

*
“Sed buenos administradores de la gracia de Dios”

La liturgia de esta semana ha reanudado las lecturas del Tiempo Ordinario, interrumpido para celebrar los misterios centrales de nuestra fe, en los tiempos fuertes de Cuaresma y Pascua. S. Pedro en su primera epístola nos avisa: “El fin de todas las cosas está cercano”. Se impone la preparación para el encuentro con el Señor mediante la oración y el amor mutuo, que se hace real y auténtico en la hospitalidad, el perdón y el servicio fraterno, cada cual con el don recibido.

Jesucristo, con su resurrección ha hecho nuevas todas las cosas y quiere que vivamos esa novedad en nuestra relación con Él, en la familia, en el trabajo, en todas las circunstancias favorables y adversas, permaneciendo alegres cuando compartimos los sufrimientos de Cristo, para que cuando se manifieste su gloria, rebosemos de gozo. Que se enteren todos los pueblos que el Señor es Rey, que rige las naciones con justicia y fidelidad. Él ha inaugurado el Reino de Dios, y cuenta con nosotros para extenderlo hasta los confines del orbe.
*
“Tened fe en Dios”

El Evangelio nos muestra dos gestos de Jesús: la maldición de la higuera y la expulsión de los mercaderes del templo. Ambos nos alertan de la urgencia de dar frutos, aunque parezca que “no es tiempo”, porque esa frondosidad en las obras rutinarias nos dejan vacíos y estériles de cara al Reino de Dios.

Cuidado también con limitarnos a cumplir un servicio (como los vendedores de ovejas y palomas en el templo), olvidando la finalidad de nuestra vida, que es la de dar culto a Dios en espíritu y en verdad.

Dios nos pide frutos de fe y de amor. No le agradan las hojas de una piedad vacía. Es necesario acudir a Él por la oración, pero antes perdonar las ofensas recibidas, para que Dios nos perdone, y estar seguros que nuestro Padre nos escucha y concede lo que le pedimos con humildad y confianza.
------------------------------------------------------------------------------------

Sábado, 29/5/2010

“Manteneos así en el amor de Dios”

Lectura Judas 17.20b-25

Queridos hermanos, acordaos de lo que predijeron los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo. Idos asentando sobre el cimiento de vuestra santa fe, orad movidos por el Espíritu Santo y manteneos así en el amor de Dios, aguardando a que la misericordia de nuestro Señor Jesucristo os dé la vida eterna. ¿Titubean algunos? Tened compasión de ellos; a unos, salvadlos, arrancándolos del fuego; a otros, mostradles compasión, pero con cautela, aborreciendo hasta el vestido que esté manchado por la carne. Al único Dios, nuestro salvador, que puede preservaros de tropiezos y presentaros ante su gloria exultantes y sin mancha, gloria y majestad, dominio y poderío, por Jesucristo, nuestro Señor, desde siempre y ahora y por todos los siglos. Amén.

Sal 62,2. 3-4. 5-6 Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, / mi alma está sedienta de ti; / mi carne tiene ansia de ti, / como tierra reseca, agostada, sin agua.
R.............
¡Cómo te contemplaba en el santuario / viendo tu fuerza y tu gloria! / Tu gracia vale más que la vida, / te alabarán mis labios.
R............
Toda mi vida te bendeciré / y alzaré las manos invocándote. / Me saciaré como de enjundia y de manteca, / y mis labios te alabarán jubilosos.
R...............

Lectura del santo evangelio según san Marcos 11, 27-33

En aquel tiempo, Jesús y los discípulos volvieron a Jerusalén y, mientras paseaba por el templo, se le acercaron los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos y le preguntaron: -«¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad? » Jesús les respondió: -«Os voy a hacer una pregunta y, si me contestáis, os diré con qué autoridad hago esto: El bautismo de Juan ¿era cosa de Dios o de los hombres? Contestadme.» Se pusieron a deliberar: -«Si decimos que es de Dios, dirá: "¿Y por qué no le habéis creído?" Pero como digamos que es de los hombres ... » (Temían a la gente, porque todo el mundo estaba convencido de que Juan era un profeta.) Y respondieron a Jesús: -«No sabemos.» Jesús les replicó: -«Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto.»

II. Compartimos la Palabra

Muchas veces se habla de la fe con el símil de un edificio. Ya lo hizo Jesús, con la conocida parábola de aquellos que construyeron su casa sobre roca y sobre arena. La comunidad que recibe el texto de Judas debía conocer a fondo ese ejemplo y por eso, el autor usa una idea de su Maestro –posiblemente, también esto tenía que ver entonces con la autoridad de la que nos habla el texto del evangelio de hoy–.

La cosa está en que la fe no es algo que se nos da dentro de un paquete, completo, cerrado y acabado según a cada cual. Se trata de un don, es cierto, pero como todo lo que nos viene de Dios, esta gracia hay que construirla poco a poco, piedra a piedra, cuidando en poner bien asentados los cimientos. En la Carta se nos habla de la oración y del amor a Dios, como aquello básico para lograr que esa fe recibida se vaya haciendo fuerte, estable y también productiva, diríamos nosotros. Porque no parece que tenga mucho sentido –o más bien ninguno– una fe que guardemos en el mismo paquete de antes, por aquello de que no se estropee, y neguemos el servicio a los demás al que estamos llamados como seguidores y seguidoras de Jesús.

Y eso es lo que nos puede conferir o quitar la autoridad de la que habla Jesús y que los principales dentro del espacio del Templo no alcanzaron a entender. A Jesús no le venía de cargos o ministerios como a ellos. Él tenía autoridad porque puso su sabiduría al servicio de la gente manchada y machacada, de los que estaban al borde del camino, de aquellas a las que se consideraba menos que nada.

A diferencia de los que se enfrentan dialécticamente a Jesús en el texto que contemplamos hoy, ponernos de parte de esas personas, tomar partido por ellos y ellas es lo que nos hace, nos hará tener autoridad. Estar cerca de los que carecen de una voz autorizada dentro de la iglesia, de los que van a sufrir los recortes más duramente en su pellejo, de los millones de seres humanos que viven recortados toda la vida, de los que sufren y sufrirán los abusos de aquellos que tienen poder, pero no autoridad…

Esa es la gloria de Jesús y esa es nuestra gloria. No “la gloria y majestad, dominio y poderío”, no la autoridad que ejercían y ejercen los poderosos de la tierra. Sino la que nos hace servidores a unos de otros, como Jesús.

miércoles, 19 de mayo de 2010

La celebración Pascual Ciclo C.

Domingo de Pentecostés: El Espíritu en acción

Monición de Entrada

Felicidades, hermanos en el Espíritu Santo. En este gran día de Pentecostés, celebramos el comienzo y el significado de la Iglesia, celebramos el Aniversario del glorioso nacimiento de nuestra Iglesia. El mismo Cristo Resucitado sopla su Espíritu sobre nosotros, asiste, dirige, anima y conduce a su Iglesia. El es el que nos da vida y fuerza para continuar la misión de Cristo. Como miembros de la Iglesia, expresemos muestra de gozo en el Espíritu, con nuestras voces cantando el himno de entrada. De pie, por favor.

Primera lectura: Hc 2, 1-11 (Llenos del Espíritu Santo comenzaron a hablar)

La venida del Espíritu Santo en el día de Pentecostés se anuncia en la primera lectura. La variada multitud de los oyentes señala el carácter universal y misionero de la Iglesia naciente y de la alianza del Espíritu. Escuchemos.

Segunda lectura: I Cor 12, 3b-7.12-13(Bautizados en un mismo Espíritu)

La segunda lectura habla de la múltiple acción del Espíritu Santo. Hay diversidad de carismas o dones de servicios y de funciones, pero todos adquieren unidad tanto en su origen, como en su actuar. La Iglesia vive por la fuerza del Espíritu Santo. Escuchen a san Pablo en su primera carta a los corintios.


Tercera lectura: Jn 20, 19-23 (Don del Espíritu para la misión)

Reciban el Espíritu Santo. Fue la primera experiencia con que se encontró la Iglesia. El Espíritu se halla presente y opera en ella. Para que aparezca la vida tiene que ser removida la muerte. El don del espíritu se comunica como poder contra el pecado. De pie, por favor, para escuchar la Buena Nueva, pero antes entonemos el Aleluya.


Oración Universal

# Por nuestra Iglesia, para que siempre sea fiel a la misión recibida de Cristo. Roguemos al Señor.

# Por todos los cristianos para que trabajemos por la unidad y la paz entre todos. Roguemos al Señor.

# Para que los Cristianos respondamos a las necesidades de los enfermos, de los marginados, de los desempleados y abandonados. Roguemos al Señor.

# Por los difuntos para que pronto gocen de la presencia del Espíritu Santo. Roguemos al Señor.

# Por todos nosotros, para que el Espíritu Santo nos llene con su gracia y paz, y nos una como una sola familia. Roguemos al Señor.


Exhortación Final

(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada domingo, San Pablo, España, 1995, p. 495)

Hoy te bendecimos, Padre, porque todos hemos sido bautizados
En Cristo y en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo,
En el que la diversidad de sus miembros no rompa la unidad.

Gracias, Señor, por la riqueza de carisma en tu Iglesia
Mediante las diversas vocaciones al seguimiento de Cristo:
En la vida apostólica, la teología, la catequesis, la enseñanza,
La educación de niños y jóvenes, la atención a los marginados,
La asistencia a los pobres, enfermos y ancianos abandonados.
En todos ellos se manifiesta tu Espíritu para el bien común.

¡Oh Espíritu divino, repuebla la faz de la tierra y renueva
Entre nosotros los prodigios de un nuevo Pentecostés!

Amén.

sábado, 15 de mayo de 2010

El desafio de la Iglesia frente a los abusos

EL ABUSO DE LOS ABUSO
Gentileza: Profesor Arnaldo Cifelli
Autores: Cristo Hoy

El linchamiento mediático del que es objeto la Iglesia tiene como objeto debilitarla y restarle prestigio para que le sea costoso funcionar como conciencia moral de la humanidad, ya que el mundo no cuenta con ninguna otra institución que se le asemeje y que desempeñe ese rol espiritual. Algunos colectivos moralmente sanos y fuertes como el islam carecen de una institucionalidad y organización para desempeñar esta función.
Al respecto, y para demostrar el estado actual de la salud moral de occidente, es oportuna la siguiente cita extensa del artículo titulado “Por querer introducir al mundo dentro de la Iglesia…”, por Guillermo Elizalde Monroset, exraído del sitio infocatólica.

“Un mundo donde al menos el 50% de los abusos sexuales se comenten en la propia familia. Un mundo que sólo en EE.UU. cuenta 39 millones de víctimas de abusos, y 290 mil casos en escuelas públicas cada década. Un mundo que en 1993 nombró “consultor” de la ONU a la Asociación Internacional de Gay y Lesbianas (ILGA), entre cuyos miembros figuraban grupos de pederastas como la Asociación Norteamericana por el Amor Hombre-Chico (NAMBLA). Un mundo cuyos tribunales legalizan a un partido holandés, el PNVD, que pide aprobar las relaciones entre adultos y niños. Un mundo que en Suiza distribuye preservativos de talla preadolescente por iniciativa gubernamental. Un mundo que en España abusa del 23% de las niñas y el 10% de los niños. Un mundo que acaba de aprobar en Gran Bretaña una ley para “educar en sexo y relaciones” a niños de 5 años.

Las contraindicaciones desconciertan al sentido común. La ideología feminista tiene por biblia El “segundo sexo”, de Simone de Beauvoir , proveedora de menores para uso de Sartre. El homosexualismo venera al sexólogo Alfred Kinsey, para quien la pederastia era una manifestación normal de la sexualidad. El gobierno francés mantiene como Ministro de Cultura a Fréderic Mitterrand, que en 2005 publicó sus encuentros pedófilos en Tailandia. El PESOE se escandaliza del sexo con menores, mientras enseña a masturbarse a niños de 6 años. Los Verdes alemanes pidieron la despenalización de la pedofilia hace ya veinticinco años. El “New York Times”, en 1997 pedía no hablar de pedofilia, sino de “alguien que te quiere, aunque no de modo correcto”. ¿Dónde está la coherencia discursiva? ¿Acaso la modernidad ha perdido el juicio”?.
El Parlamento holandés en los últimos años ha legislado a favor de otorgar derecho a realizar acciones íntimas (entiéndase) en lugar públicos, es decir determinadas plazas y paseos, y también ha reconocido derecho a la poligamia y a la poliandria, lo que significa que tanto varones como mujeres puedan respectivamente convivir sexualmente en distintos grupos.
Con estos ejemplos se prueba la voluntad de caminar resueltamente en una dirección contraria a los cánones morales con que Occidente vivió desde la oficialización del cristianismo..
Todos sabemos que la hecatombe que ocasiona la destrucción de la familia, hoy por hoy ya operada, terminó en el invierno demográfico, luego de haber transitado por los fenómenos más inusitados y casi impensables hasta hace poco tiempo: festín de preservativos, travestismos y preconización de estándares de comportamiento según modelos que nadie antes se habría atrevido a suponer.
En este contexto se ha abusado de los abusos con el único fin de que la voz de la Iglesia sea neutralizada.

El Papa Benedicto XVI recibe a 90 Diáconos Permanentes

Diáconos permanentes: servidores de la verdad

Ciudad del Vaticano
AICA

Con motivo del 25º aniversario del restablecimiento del diaconado permanente en Roma, unos 90 diáconos permanentes de esta diócesis fueron recibidos por el papa Benedicto XVI, quien en su primera intervención específicamente dirigida a ellos, los alentó a anunciar la verdad con la caridad, respondiendo en particular a las nuevas pobrezas.

En la audiencia, que se llevó a cabo el 18 de febrero y tuvo lugar en la Sala Clementina, el Santo Padre afirmó que para que su ministerio "pueda testimoniar realmente el amor de Dios es muy importante la unión con Cristo mediante la oración, la vida sacramental y en particular, la adoración eucarística".

“Anunciando el Evangelio -añadió-, podrán ustedes ofrecer la Palabra capaz de iluminar y de dar significado al trabajo humano, al sufrimiento de los enfermos, y ayudarán a las nuevas generaciones a descubrir la belleza de la fe cristiana. De este modo, serán diáconos servidores de la Verdad que libera, y llevarán a los habitantes de esta ciudad al encuentro con Jesucristo. Para el ser humano, aceptar al Redentor en su vida es fuente de una alegría profunda que puede otorgar la paz también en lo momentos de prueba".

El Papa señaló que “no es suficiente anunciar la fe sólo con palabras”, es “necesario acompañar el anuncio del Evangelio con el testimonio concreto de la caridad. El ejercicio de la caridad pertenece desde el inicio al ministerio diaconal”, aclaró, en referencia a los primeros siete diáconos, que fueron elegidos, según los Hechos de los Apóstoles, para servir a los más necesitados, en particular a las viudas.

Refiriéndose a los numerosos pobres, "a menudo provenientes de países muy lejanos de Italia", que “tocan a las puertas de las comunidades parroquiales en busca de ayuda, dijo: "Reciban a estos hermanos con gran cordialidad y disponibilidad, y traten de subsanar sus necesidades en la medida de lo posible".

El Santo Padre constató que “en estos años surgieron nuevas formas de pobreza: muchas personas, de hecho, perdieron el sentido de la vida y no poseen una verdad sobre la cual construir su existencia; muchos jóvenes buscan hombres que los sepan escuchar y aconsejar en las dificultades de la vida. Junto a la pobreza material, nos encontramos también con una pobreza espiritual y cultural”, añadió agradeciendo a los diáconos el trabajo que realizan en Roma, en particular en la pastoral bautismal y familiar.

"Agradezco -continuó- a los que están comprometidos en este testimonio de caridad silencioso y cotidiano. Con su servicio, los pobres perciben que también forman parte de aquella gran familia de los hijos de Dios, que es la Iglesia".

Benedicto XVI concluyó recalcando que la vocación que habían recibido era "una gracia particular para la vida familiar de ustedes, que de este modo está llamada a abrirse cada vez más a la aceptación de la voluntad del Señor y de las necesidades de la Iglesia. Que el Señor recompense la disponibilidad con la que sus esposas y sus hijos los acompañan en el servicio a la comunidad eclesial".

Nota:
En 2004 había en el mundo 32.324 diáconos permanentes, un crecimiento importante si se piensa que en 1978 eran 5.562. Están presentes sobre todo en América del Norte y en Europa, con un porcentaje mundial del 47,3% y del 32,3%. Entre 2003 y 2004 crecieron en un 2,5%.y en sudamerica comienzan a ser considerados por el clero, haciendo caso al concilio Vaticano II.

martes, 11 de mayo de 2010

ESCUELA DE MINISTERIOS Y DIACONADO PERMANENTE PABLO VI ¿QUERES MEJORAR TU TAREA PASTORAL?

ESCUELA DE MINISTERIOS Y DIACONADO PERMANENTE

PABLO VI

¿QUERES MEJORAR TU TAREA PASTORAL?

¿PENSASTE EN UN MINISTERIO?
Ministerio de la Palabra
Ministerio del Alivio
Ministerio del Altar

INFORMES, REQUISITOS Y RESERVAS DE VACANTES
e-mail: pablovi.emld@gmail.com
TEL: 4656-2411 o 4443-4203


INICIO DEL CICLO LECTIVO 2010
10 DE ABRIL 9 hs.


Sábados de 9 a 12 hs.
Arieta 2962, 3º Piso, San Justo
Edificio Cáritas

NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SUMO Y ETERNO SACERDOTE

AÑO SACERDOTAL VIII

NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
SUMO Y ETERNO SACERDOTE

El sacerdocio de Cristo

El Nuevo Testamento, específicamente la Carta a los Hebreo, afirma que sólo Jesucristo es el sumo sacerdote en un sentido diverso al sacerdocio del Antiguo Testamento: Él ha cumplido plenamente la antigua Alianza, pues su culto es auténtico al consistir en la oblación de su persona. Esa entrega oblativa, santifica a la Iglesia (Jn 17, 19s), que por esa consagración ofrece al Padre en el Espíritu el sacrificio espiritual (1Ped. 2, 5-9; Ap 1, 6; 5, 10; 20,6). Cristo Jesús, siervo obediente, que por su misterio pascual ha entrado en el cielo lo ha hecho como sumo sacerdote para siempre, no a la manera del sacerdote levítico de Aarón, sino de Melquisedec (Heb 4, 14; 5, 10; 6, 20). A partir de la Encarnación en María, el sacerdocio antiguo con su complejo sistema de sacrificios y holocaustos ha pasado. Al asumir el Verbo un cuerpo se ha convertido en sacerdote y víctima de manera perfecta (cf. Sal 39), lo que le constituye en Mediador de la Nueva Alianza (1Tim 2,5; Heb 8,6; 9,1-28) realizando la comunión entre Dios y los hombres (Jn 14, 6).
Toda esta teología bíblica se ha concentrado pedagógica y magistralmente en esta fiesta que celebra el contenido de la obra sacerdotal de Cristo, su Misterio Pascual en favor de los hombres, realizado una vez para siempre.
(Manuel González López – Coros. Año Litúrgico. San Pablo. Mayo)

Un poco de historia

La Sagrada Congregación de Ritos, de acuerdo con el mandato del papa Pío XI en la encíclica Ad catholici sacerdotii, (1935), presenta a la Iglesia un formulario de la misa votiva de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote. Dos años más tarde, la Santa Sede concede una serie de indulgencias a quienes participen en esta celebración orando y ofreciéndose a Dios a favor de los sacerdotes y los seminaristas, para que sean santificados y formados según el corazón de Cristo sacerdote.
Sin embargo la iniciativa para la institución de la fiesta surge, en 1950, en el seno de la naciente congregación monástica Hermanas Oblatas de Cristo Sacerdote. Esta congregación fue fundada en España por monseñor José María García Lahiguera y Madre María del Carmen Hidalgo de Caviedes.
Lo que se pretendía con la creación de esta fiesta era dirigir la mirada al Sacerdote primero y único, Jesucristo, para redescubrir en él el rostro verdadero de sacerdocio cristiano, ministerial y bautismal.
La Santa Sede (1952) les concede festejar la fiesta de Cristo Sacerdote como “fiesta patronal”.
Al ser aprobados los textos definitivos de la Misa y la Liturgia de las Horas (21/XII/ 1971) la “Sagrada congregación para el Culto Divino” indica que ellos pasarían a ser los textos oficiales también para las naciones que lo soliciten.
Esto significa que esta fiesta puede incorporarse al Calendario propio de una Iglesia particular si así lo solicita la Conferencia Episcopal. Muchas lo han hecho. Entre otras Chile y Perú. No así nuestra Iglesia argentina. (Si no he leído mal, poco tiempo atrás, algunos obispos han pedido a la CEA que se dé ese paso).
La fiesta se celebra el jueves siguiente a Pentecostés. En consecuencia se puede celebrar la Misa votiva conforme a la IGMR nº 355c.
Las lecturas se encuentran en el Leccionario IV. Son estas.
-- Is 52,13-15; 53,12 o bien Heb 10, 12-23
-- Sal 39,6 ab. 10. 11ab.
-- Ev. Lc 22, 14-20

REFLEXION
* Sabemos que Cristo es el único mediador entre Dios y los hombres (1 Tim 2,5) y que Jesús, como permanece para siempre, posee un sacerdocio inmutable (…) vive eternamente para interceder por nosotros (…) es el Sumo Sacerdote que necesitábamos (Heb. 7, 24-26).
“Con toda razón se considera la liturgia como el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo” (SC 7).
* Sabemos también que el sacerdote es alter Christus (Pío XI, Ad catholici sacerdotii), ya que por el sacramento del orden se configuran los presbíteros con Cristo sacerdote (PO 12)
* Sabemos que por los sacramentos del Bautismo y la Confirmación los fieles son consagrados para ser… un sacerdocio santo, y que el sacerdocio común de los fieles, a su manera, participa del único sacerdocio de Cristo (LG 10)
Y cómo no recordar que Cristo sumo sacerdote y único mediador ha hecho de la Iglesia un Reino de sacerdotes para su Dios y Padre (1 Pe. 2, 5-9; Ap 1, 6; 5, 10; 20, 6)
Sobran razones para celebrar a Nuestro Señor Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote, sobre todo, en este Año Sacerdotal. Ciertamente no debiera dejar de celebrarse en los seminarios y Casas de formación. No parece exagerado sugerir que esta celebración sea asumida a nivel diocesano.
La fiesta de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote, podrá ser para todos, una fuente inagotable de vida cristiana, en cuanto pueblo sacerdotal y una savia pujante y incesantemente renovadora del ser y de la vida de quienes hemos recibido la gracia especial que nos capacita para el ejercicio de los ministerios sagrados.
Monseñor García Lahiguera

MATERIALES
1.- Sugerencias
- Resaltar la celebración: Flores, iluminación, ornamentos, vasos sagrados…
- Guía / Guión
- Ministerio del canto (cantos apropiados)
- Distribuir la Oración pidiendo por los sacerdotes
- Homilía: Es una celebración para predicar no con el “cerebro” sino con el “corazón” No hay fuerza mayor a una ardiente convicción que testifica.

2.- Guión
Guión para la Santa Misa

1) Orientación de la celebración
¡Seguimos de fiesta! Hoy celebramos a Jesucristo como Sumo y Eterno Sacerdote. Él se ofreció en la cruz por nosotros y así se convirtió en Sumo Sacerdote, “misericordioso y fiel” en favor nuestro para siempre. Él se compadece de nuestras debilidades y vive junto al Padre para interceder por nosotros.
El único sacerdocio de Cristo se hace presente en el sacerdocio ministerial. En el servicio del sacerdote es Cristo mismo quien está presente en su Iglesia.
Nos ponemos de pie, y con alegría recibimos al padre NN que, en nombre de Cristo Sacerdote, presidirá nuestra celebración, Cantamos…

2) Acto penitencial
- Tú eres el único Mediador entre Dios y los hombres.
- Señor, ten piedad.
- Tú fuiste sometido a las mismas pruebas que nosotros, a excepción del pecado.
- Cristo, ten piedad.
- Tú eres el mismo ayer, hoy y lo serás siempre.
- Señor, ten piedad

3) Liturgia de la Palabra (1)
- 1ª lectura: Is. 52, 13-15. 53,12
Es fácil, hermanos, advertir que este pasaje del profeta Isaías prefigura la pasión de Jesús a favor de toda la humanidad

- Salmo: 39, 6ab. 10. 11ab
Frente a las maravillas obradas por Dios, el salmo alaba y da gracias al Señor. Lo haremos también nosotros, aclamando: ¡Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad!

( - 2ª lectura: Heb 10,12-23
La Carta a los Hebreos muestra la eficacia del Sacrificio de Cristo a favor nuestro).

- Evangelio: Lc. 22, 14-20
Junto a la Eucaristía, Jesús instituyó el sacerdocio de la Nueva Alianza al ordenar: “Hagan esto en memoria mía”

(1) La Misa votiva tiene una sola lectura. Se puede optar entre las dos que sí se leen en la Fiesta

4) Oración de los fieles:
A cada intención pedimos: Renueva la alegría de su vocación.

1- Por los sacerdotes que representan y actúan en nombre de Cristo. Oremos.
2.- Por los sacerdotes afligidos, turbados, desalentados, en crisis…
3.- Por los sacerdotes vivos y difuntos, a quienes les debemos especial gratitud.
4.- Por quienes se están preparando para servir como pastores.
5.- Por el Pueblo de Dios, reino sacerdotal, que participa del único sacerdocio de Cristo.
6.- Por el padre NN (los padres) a quienes el Señor encomendó presidir nuestra comunidad.

5) Presentación de los dones
Cristo es nuestra gran ofrenda al Padre. Con él, por él y en él, ofrezcamos nuestra vida como “víctima viva, santa y agradable a Dios”.

6) Prefacio
Junto al “celebrante” demos gracias al Señor porque Cristo se entregó primero a sí mismo como víctima de salvación.



7) Comunión
El Cuerpo inmolado y la Sangre derramada de Cristo nos fortalecen y purifica. Con alegría vamos a recibir el Pan de Vida. Cantamos.

8) Después de la Oración poscomunión
Rezamos la Oración pidiendo por los sacerdotes.

9) Canto final
Queridos amigos:
Hemos glorificado a Nuestro Señor Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote, con alegría nos retiramos cantando.

3.- Pistas para la homilía

El tema sacerdocio abarca tres realidades:
- El sacerdocio de Cristo.
- El sacerdocio ministerial.
- El sacerdocio común de los fieles.

Este desarrollo puede consultarse en X. Léon- Dufourt “Vocabulario de Teología Bíblica”. Herder. Artículos Sacerdocio/ Sacrificio. Algo similar se aborda en la homilía que reproducimos más adelante.
En el marco de nuestra homilía (siempre limitada por el tiempo) sugiero ser más modesto. A ello apunta estas pistas.
1.- Liturgia de las Horas: Oficio de Lectura.
- Primera lectura: Jesucristo, Sumo Sacerdote.
- Segunda lectura Cristo, Sacerdote y Víctima.
2.- Prefacios:
- De la Santísima Eucaristía I: Prevalece la idea de “Jesucristo, verdadero y único sacerdote que se entregó primero a sí mismo como víctima de salvación”
- De la Misa Crismal: Centra su mensaje en los “sacerdotes que renuevan en nombre de Cristo el sacrificio de la redención humana”.

4.- Oración pidiendo por los Sacerdotes:

Jesús, Buen Pastor, que has querido guiar a tu pueblo mediante el ministerio de los sacerdotes:
¡gracias por éste regalo para tu Iglesia y para el mundo!.
Te pedimos por quienes has llamado a ser tus ministros: cuídalos y concédeles el ser fieles. Que sepan estar en medio y delante de tu pueblo, siguiendo tus huellas e irradiando tus mismos sentimientos.
Te rogamos por quienes se están preparando para servir como pastores: que sean disponibles y generosos para dejarse moldear según tu Corazón.
Te pedimos por los jóvenes a quienes también hoy llamas: que sepan escucharte y tengan el coraje de responderte, que no sean indiferentes a tu mirada tierna y comprometedora, que te descubran como el verdadero Tesoro y estén dispuestos a dar la vida “hasta el extremo”.
Te lo pedimos junto con María, nuestra Madre de Luján, y san Juan María Vianney, el Santo Cura de Ars, en este Año Sacerdotal. Amén.

5.- ALABANZAS
A JESUCRISTO, SUMO Y ETERNO SACERDOTE
(De acuerdo a la Carta a los Hebreos)
Himno (Laudes)
Eres tu nuestro pontífice,
oh Siervo glorificado,
ungido por el Espíritu,
de entre los hombres llamado.

Eres tú nuestro pontífice,
el que tendiste la mano
a la mujer rechazada
y al ciego desamparado.

Eres tú nuestro pontífice;
el culto de los cristianos,
tu palabra que acontece
y el cuerpo santificado.

Eres tú nuestro pontífice;
morías en cruz clavado.
y abrías la senda nueva
detrás del velo rasgado.

Eres tú nuestro pontífice,
hoy junto al Padre, sentado;
hoy por la Iglesia intercedes,
nacida de tu costado.

Eres tú, nuestro pontífice;
¡Cristo, te glorificamos!
¡Que tu santo rostro encuentre
dignos de ti nuestros cantos! Amén

A cada intención aclamamos: ¡Gloria a ti, Señor Jesús

-- A ti, Jesús, perfeccionado por medio del sufrimiento para conducirnos a la salvación (2, 10).

-- A ti, Cristo, Sumo Sacerdote misericordioso y fiel en el servicio de Dios (2, 17).

-- A ti, Jesús, que experimentaste la muerte a favor de todos (2, 9)

-- A ti, Cristo, Apóstol y Sumo Sacerdote de la fe que profesamos (3, 1)

-- A ti, Jesús, fiel como Hijo y como jefe de la casa de Dios (3, 6).

-- A ti, Cristo, Hijo de Dios, sumo Sacerdote insigne (4, 14)

-- A ti, Jesús, que fuiste sometido a las mismas pruebas que nosotros a excepción del pecado (4, 14)

-- A ti, Cristo, Sumo sacerdote que te compadeces de nuestras debilidades (4, 15)

-- A ti, Jesús, causa de salvación eterna para todos los que obedecen (5, 9)

-- A ti, Cristo, que aprendiste por medio del sufrimiento qué significa obedecer (5, 8)

-- A ti, Jesús, proclamado por Dios Sumo Sacerdote según el orden de Mequisedec. (5, 10)

-- A ti, Cristo, precursor en nuestro ascenso a la gloria, convertido en Sumo Sacerdote para siempre ( 6, 20)

-- A ti, Jesús, que posees un sacerdocio inmutable porque permaneces para siempre (7, 24)

-- A ti, Cristo, que vives eternamente para interceder por nosotros (7, 25)

-- A ti, Jesús, Sumo Sacerdote santo, inocente, sin mancha. (7, 26).

-- A ti, Cristo, que de una vez para siempre te ofreciste a ti mismo por nosotros. (7, 27)

-- A ti, Jesús, Sumo Sacerdote, tan grande que estás sentado a la derecha del trono de la Majestad del Cielo (8, 1)

-- A ti, Cristo, Sumo Sacerdote de los bienes futuros (9, 11)

-- A ti, Jesús, que, por tu propia sangre, nos obtuviste una redención eterna (9, 12)

-- A ti, Cristo, cuya sangre, purifica nuestra conciencia de las obras que llevan a la muerte (9, 14)

-- A ti, Jesús, mediador de la Nueva Alianza entre Dios y los hombres. (9; 15)

-- A ti, Cristo, que te presentaste delante de Dios a favor nuestro (9, 24)

-- A ti, Jesús, que te manifestaste para abolir el pecado por medio del Sacrificio (9, 26)

-- A ti Cristo, que al entrar en el mundo dijiste: “Aquí estoy, yo vengo para hacer, Dios, tu voluntad (10, 7)

-- A ti, Jesús, que nos santificas por la oblación de tu cuerpo hecha de una vez para siempre (10, 10)

-- A ti, Cristo, que mediante una sola oblación has perfeccionado para siempre a los que santificas. (10,14)

-- A ti, Jesucristo, que eres el mismo ayer, hoy, y lo serás siempre (13, 8).

Que el Dios de la paz – el mismo que resucitó de entre los muertos a nuestro Señor Jesús, el gran Pastor de las ovejas, por la sangre de una Alianza eterna- nos capacite para cumplir su voluntad, practicando toda clase de bien. Que él haga en nosotros lo que es agradable a sus ojos, por Jesucristo, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén (13, 20 -21)

6.- Homilía
(Francisco Fernández Carvajal, “Hablar con Dios”. Meditaciones para cada día del año. Vol. 6).

JESUCRISTO
SUMO Y ETERNO SACERDOTE

-- Jesucristo supremo Sacerdote para siempre.
-- Alma sacerdotal de todos los cristianos. La dignidad
del sacerdote.
-- El sacerdote, instrumento de unidad.

I.- El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.
La Epístola a los Hebreos define con exactitud al sacerdote cuando dice que es un hombre escogido entre los hombres, y está constituido a favor de los hombres en lo que se refiere a Dios, para ofrecer dones y sacrificios por los pecados. Por eso, el sacerdote, mediador entre Dios y los hombres, está íntimamente ligado al Sacrificio que ofrece, pues éste es el principal acto de culto en el que se expresa la adoración que la criatura tributa a su Creador.
En el Antiguo Testamento, los sacrificios eran ofrendas que se hacían a Dios en reconocimiento de su soberanía y en agradecimiento por los dones recibidos, mediante la destrucción total o parcial de la víctima sobre el altar. Eran símbolo e imagen del auténtico sacrificio que Jesucristo, llegada la plenitud de los tiempos, habría de ofrecer en el Calvario. Allí, constituidos Sumo Sacerdote para siempre, Jesús se ofreció a Sí mismo como víctima gratísima a Dios, de valor infinito: quiso ser al mismo tiempo sacerdote, Víctima gratísima y altar. En el Calvario, Jesús, Sumo Sacerdote, hizo la ofrenda y acción de gracias más grata a Dios que puede concebirse. Fue tan perfecto este Sacrificio de Cristo que no puede pensarse otro mayor. A la vez, fue una ofrenda de carácter expiatorio y propiciatorio por nuestros pecados. Una gota de la Sangre derramada por Cristo hubiera bastado para redimir todos los pecados de la humanidad de todos los tiempos. En la Cruz, la petición de Cristo por sus hermanos los hombres fue escuchada con sumo agrado por el Padre, y ahora continúa en el Cielo siempre vivo pata interceder por nosotros.” Jesucristo en verdad es sacerdote, pero sacerdote para nosotros, no para sí, al ofrecer al Eterno Padre los deseos y sentimientos religiosos en nombre del género humano. Igualmente, Él es víctima, pero para nosotros, al ofrecerse a sí mismo en vez del hombre sujeto a la culpa. Pues bien, aquello del apóstol: tened en vuestros corazones los mismos sentimientos que tuvo Jesucristo en el suyo, exige a todos los cristianos que reproduzcan en sí, en cuanto al hombre es posible, aquel sentimiento que tenía el divino Redentor cuando se ofrecía en sacrificio, es decir, que imiten su humildad y eleven a la Suma Majestad de Dios la adoración, el honor, la alabanza y la acción de gracias. Exige, además, que de alguna manera adopten la condición de víctima, abnegándose a sí mismos según los preceptos del Evangelio, entregándose voluntaria y gustosamente a la penitencia, detestando y confesando cada uno sus propios pecados (…)”. Éste es hoy nuestro propósito.
II.- De la misión redentora de Cristo Sacerdote participa toda la Iglesia, “y su cumplimiento se encomienda a todos los miembros del Pueblo de Dios que, por los sacramentos de iniciación, se hacen partícipes del sacerdocio de Cristo para ofrecer a Dios un sacrificio espiritual y dar testimonio de Jesucristo ante los hombres”. Todos los fieles laicos participan de este sacerdocio de Cristo, aunque de un modo esencialmente diferente, y no sólo de grado, que los presbíteros. Con alma verdaderamente sacerdotal, santifican el mundo a través de sus tareas seculares, realizadas con perfección humana, y buscan en todo la gloria de Dios: la madre de familia sacando adelante sus tareas del hogar, el militar dando ejemplo de amor a la patria a través principalmente de las virtudes castrenses, el empresario haciendo progresar la empresa y viviendo la justicia social… Todos, reparando por los pecados que cada día se cometen en el mundo, ofreciendo en la Santa Misa sus vidas y sus trabajos diarios.
Los sacerdotes – Obispos y presbíteros – han sido llamados expresamente por Dios, “no para estar
separados ni del pueblo mismo ni de hombre alguno, sino para consagrarse totalmente a la obra para la que el Señor los llama. No podrían ser ministros de Cristo si no fueran testigos y dispensadores de una vida distinta de la terrena, ni podrían servir si permanecieran ajenos a la vida y condiciones de los mismos”. El sacerdote ha sido entresacado de entre los hombres para ser investido de una dignidad que causa asombro a los mismos ángeles, y nuevamente devuelto a los hombres para servirles especialmente en lo que mira a Dios, con una misión peculiar y única de salvación. El sacerdote hace en muchas circunstancias las veces de Cristo en la tierra: tiene los poderes de Cristo para perdonar los pecados, enseña el camino del Cielo…, y sobre todo presta su voz y sus manos a Cristo en el momento sublime de la Santa Misa: en el Sacrificio del Altar consagra in persona Christi, haciendo las veces de Cristo. No hay dignidad comparable a la del sacerdote. “Sólo la divina maternidad de María supera este divino ministerio”.
El sacerdocio es un don inmenso que Jesucristo ha dado a su Iglesia. El sacerdote es “instrumento inmediato y diario de esa gracia salvadora que Cristo nos ha ganado. Si se comprende esto, si se ha meditado en el activo silencio de la oración, ¿cómo considerar el sacerdocio una renuncia?. Es una ganancia que no es posible calcular. Nuestra Madre Santa María, la más santa de las criaturas – más que Ella sólo Dios – trajo una vez al mundo a Jesús; los sacerdotes lo traen a nuestra tierra, a nuestro cuerpo y a nuestra alma, todos los días: viene Cristo para alimentarnos, para vivificarnos, para ser, ya desde ahora, prenda de la vida futura”.
Hoy es un día para agradecer a Jesús un don tan grande. ¡Gracias, Señor, por las llamadas al sacerdocio que cada día diriges a los hombres!. Y hacemos el propósito de tratarlos con más amor, con más reverencia, viendo en ellos a Cristo que pasa, que nos trae los dones más preciados que un hombre puede desear. Nos trae la vida eterna.
III.-San Juan Crisóstomo, bien consciente de la dignidad y de la responsabilidad de los sacerdotes, se resistió al principio a ser ordenado, y se justificaba con estas palabras: “Si el capitán de un gran navío, lleno de remeros y cargado de preciosas mercancías, me hiciera sentar junto al timón y me mandara atravesar el mar Egeo o el Tirreno, yo me resistiría a la primera indicación. Y si alguien me preguntara por qué, respondería inmediatamente: porque no quiero echar a pique el navío”. Pero, como comprendió bien el Santo, Cristo está siempre muy cerca del sacerdote, cerca de la nave. Además, Él ha querido que los sacerdotes se vean amparados continuamente por el aprecio y la oración de todos los fieles de la Iglesia; “Ámenlos con filial cariño, como a sus pastores y padres – insiste el Concilio Vaticano II -; participando de sus solicitudes, ayuden en lo posible, por la oración y de obra, a sus presbíteros, a fin de que éstos puedan superar mejor sus dificultades y cumplir más fructuosamente sus deberes”; para que sean siempre ejemplares y basen su eficacia en la oración, para que visiten a los enfermos y cuiden con empeño de la catequesis, para que conserven siempre esa alegría que nace de la entrega y que tanto ayuda incluso a los más alejados del Señor…
Hoy es un día en el que podemos pedir más especialmente para que los sacerdotes estén siempre abiertos a todos y desprendidos de sí mismos, “pues el sacerdote no se pertenece a sí mismo, como no pertenece a sus parientes y amigos, ni siquiera a una determinada patria: la caridad universal es lo que ha de inspirar los mismos pensamientos, voluntad, sentimientos, no son suyos, sino de Cristo, su vida”.
El sacerdote es instrumento de unidad. El deseo del Señor es Ut omnes umum sint , que todos sean uno. Él mismo señaló que todo reino dividido contra sí será desolado y que no hay ciudad ni hogar que subsista si se pierde la unidad. Los sacerdotes deben ser solícitos en conservar la unidad, y esta exhortación de San Pablo “se refiere, sobre todo, a los que han sido investidos del Orden sagrado para continuar la misión de Cristo”. Es el sacerdote el que principalmente debe velar por la concordia entre los hermanos, el que vigila para que la unidad en la fe sea más fuerte que los antagonismos provocados por diferencias de ideas en cosas accidentales y terrenas. Al sacerdote corresponde, con su ejemplo y su palabra, mantener entre sus hermanos la conciencia de que ninguna cosa humana es tan importante como para destruir la maravillosa realidad del cor umum et anima una que vivieron los primeros cristianos y que hemos de vivir nosotros. Esta misión de unidad la podrá lograr con más facilidad si está abierto a todos, si es apreciado por sus hermanos. “Pide para los sacerdotes, los de ahora y los que vendrán, que amen de verdad, cada día más y sin discriminaciones, a sus hermanos los hombres, y que sepan hacerse querer de ellos”.
El Papa Juan Pablo II, dirigiéndose a todos los sacerdotes del mundo, les exhortaba con estas palabras: “Al celebrar la Eucaristía en tantos altares del mundo, agradecemos al eterno Sacerdote el don que nos ha dado en el sacramento del Sacerdocio. Y que en esta acción de gracias se puedan escuchar las palabras puestas por el evangelista en boca de María con ocasión de la visita a su prima Isabel: Ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre (Lc 1,49). Demos también gracias a María por el inefable don del Sacerdocio por el cual podemos servir en la Iglesia a cada hombre. ¡Que el agradecimiento despierte también nuestro celo (…)!.
“Demos gracias incesantemente por esto; con toda nuestra vida; con todo aquello de que somos capaces. Juntos demos gracias a María, Madre de los sacerdotes. ¿Cómo podré pagar al Señor todo el bien que me ha hecho?. La copa de salvación levantaré e invocaré el nombre del Señor (Sal 115,12-13)”.

7.- Para profundizar EL ÚNICO SACERDOTE
Hebreos 5,5-10
(Philippe Gruson. JESUS. Trece textos del Nuevo Testamento. Cuad. Bíblico 50. Verbo Divino)

“Lo mismo sucedió con Cristo: cuando fue hecho sumo sacerdote, no se buscó él mismo esta gloria, sino que la recibió de Dios que le dijo: “Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy”; o como se lee en otro salmo: “tú eres sacerdote eterno según el orden de Melquisedec”.
Durante los días de su vida mortal, presentó, con un gran grito y con lágrimas, sus plegarias y súplicas a Dios que podía salvarle de la muerte; y porque se hizo sumiso en todo, fue escuchado. Sin embargo, a pesar de ser Hijo, aprendió a obedecer por los sufrimientos de su pasión; y conducido así a su perfección, se convirtió en causa de salvación eterna para todos los que le obedecen. Pues Dios lo proclamó sumo sacerdote según el orden de Melquisedec”.
La carta a los Hebreos es muy original; presenta un lenguaje sobre Cristo y una visión de la historia de la salvación que no se parecen a ninguna otra teología del Nuevo Testamento. El texto, elegido entre otros posibles de esta carta, destaca la figura de Cristo sumo sacerdote, un tema que no figura en ningún otro lugar del Nuevo Testamento. El autor anónimo de esta predicación escrita es un gran teólogo y un maestro en la interpretación cristiana de las Escrituras.
Después de un majestuoso prólogo en donde Jesús, el Hijo superior a los ángeles, es proclamado sacerdote, profeta y rey, los primeros capítulos lo presentan como el hermano de los hombres (c. 2) y como el mediador entre Dios y su pueblo, superior a Moisés y a Josué (c. 3,4). Desde 2,17-18, el autor anuncia lo esencial de su mensaje: “Por eso (Jesús) tenía que hacerse semejante en todo a sus hermanos, para convertirse en un sumo sacerdote misericordioso y al mismo tiempo acreditado ante Dios, para borrar los pecados del pueblo. Pues, por haber sufrido él mismo la prueba, está en disposición de socorrer a los que son probados”.

EL TEXTO
La simple lectura permite ver en nuestro texto una comparación entre “todo sumo sacerdote” (1,4) y Cristo (5-10). Detallemos los elementos de esta comparación:
- la finalidad: el sumo sacerdote es mediador de la salvación para los hombres (1a y 9-10).
- el medio: la ofrenda de sacrificios (1b-3 y 7-8).
- la condición: ser llamado por Dios para esta función (4 y 5-6).
El paralelismo es claro, especialmente en el tercer miembro, que aparece en el centro de una composición concéntrica. Pero al mismo tiempo este paralelismo hace destacar diferencias importantes:
- Cristo no es sacerdote según Aarón, sino según el orden de Melquisedec: por tanto, no tiene que ver con el sacerdocio judío.
- Las dos únicas palabras de Dios se dirigen a Cristo y proclaman sus títulos: “hijo” de Dios y “sacerdote eterno”.
- Cristo no ofrece dones y sacrificios, ofrendas vegetales y animales, sino oraciones y súplicas; por tanto, este culto no guarda relación con los ritos levíticos del templo de Jerusalén. Hay ciertamente una inmolación, pero es la suya (v. 7).
- Todo sumo sacerdote tiene que ofrecer sacrificios por sus propios pecados, así como por los del pueblo, mientras que el sacrificio de Cristo es “sumisión” y “obediencia”.
En resumen, el paralelismo no está más que en la forma del texto y permite justificar el título de sumo sacerdote que se da a Cristo, pero las diferencias subrayan más aún la superioridad radical del sacerdocio de Cristo sobre el de los descendientes de Aarón.
Notemos además, en la descripción de Cristo, la importancia de los dos títulos: “hijo” (v. 5 y8) y “sumo sacerdote” (v. 5 y 10) o “sacerdote” (v. 6). La última fórmula “según el orden de Melquisedec” viene por otra parte a recoger, en inclusión, la segunda palabra divina para anunciar la gran exposición de los c. 7-10 sobre el sacerdocio de Cristo. Entretanto, la exhortación que sigue a nuestro texto (5, 11-6,20) interrumpe la exposición para dirigirse expresamente a los lectores e implicarles en esta reflexión sobre Cristo.

EL SACRIFICIO DE JESÚS
Adentrémonos más aún en el corazón del texto, los v. 7-8 que evocan el sacrificio ofrecido por Jesús. Su lenguaje nos desconcierta, ya que no contiene ninguna de las expresiones habituales del Nuevo Testamento para designar la cruz, el derramamiento de sangre, la muerte y la resurrección. A diferencia de los relatos de los evangelios es más bien desde dentro, desde el punto de vista de Jesús, desde donde se evocan los acontecimientos.
“Las plegarias y súplicas a aquel que podía salvarle de la muerte” son exactamente las de la agonía en Getsemaní. El vocabulario no es el de los evangelios, si exceptuamos el “gran grito” de Cristo en la cruz: la petición de ayuda del Sal 22 (Mc 15,34) y luego el otro grito que acompañó a su muerte (Mc 15,37). Pero la plegaria de Jesús la recogen los sinópticos como una súplica para que la muerte, la hora o el cáliz, se la evite el Padre que todo lo puede (Mc 14,35-36). El texto correlativo de Juan contiene también el verbo salvar: “Padre, sálvame de esta hora” (Jn 12,27), Dios puede salvar de la muerte y Jesús le suplica que así lo haga con él, ya que él no puede hacerlo por sí mismo. Tenemos aquí una expresión fuerte de la humanidad auténtica de Jesús, cuya vida, como la de cualquier hombre, depende sólo del Padre. Éste es el sentido de “los días de su carne”, donde la carne designa la fragilidad de la condición humana hasta la muerte.
Como en otros textos bíblicos, el título de Hijo de Dios, en sus diversos sentidos posibles, se piensa que garantiza una protección y una inmunidad absoluta contra el sufrimiento y la muerte. Así razonaban los impíos ante el justo. “Si el justo es hijo de Dios, entonces Dios vendrá en su ayuda” (Sab 2,18), y Mateo pone estas mismas palabras en boca de los adversarios de Jesús en el calvario (Mt 27,42-43). Esta misma es la confianza de los creyentes tal como se expresa en los salmos de súplica (Sal 22,10-12, Is 63,15-16). Los justos y los pecadores están de acuerdo en este punto: Dios no puede abandonar a su hijo, a su fiel. “Si eres Hijo de Dios ordena que estas piedras se conviertan en pan… Échate abajo desde el alero del templo…” (Mt 4,3-5). Pero la experiencia está ahí, imposible de refutar: Dios podría salvar, pero no siempre salva. ¿Por qué le deja a Satanás que haga daño a Job?. ¿Por qué deja a su Hijo morir en la cruz?. Nuestro autor evita estas cuestiones sin respuesta y adopta otro punto de vista: “A pesar de ser Hijo, aprendió a obedecer por los sufrimientos”. Después de la evocación de las súplicas de Getsemaní, las palabras “fue escuchado” resultan chocantes. ¿En qué fue escuchado?. ¿Acaso no acabó su vida en la cruz y en el sepulcro?. Este lenguaje para hablar de la resurrección es muy atrevido. La pascua es la gran respuesta del Padre a la obediencia y al grito de su Hijo. Dios intervino, no ya concediendo un plazo de vida suplementaria, como en el caso del rey Exequias (2 Re 20) o en el de Lázaro, sino de forma total y definitiva: “La muerte ya no tiene dominio sobre él (Jesús)” (Rom 6,9). Pues bien, fue escuchado precisamente por su “sumisión”: en este caso, nuestro autor se expresa como el himno de los Filipenses:“Haciéndose obediente hasta la muerte por eso Dios lo elevó soberanamente” (Fp 2,8-9).
Tal es el sacrificio de Cristo: “presentó sus plegarias y súplicas… fue escuchado porque se hizo sumiso en todo”. El autor emplea el verbo “presentar” que tiene un sentido sacrificial. Y cuando invita a los cristianos a “presentar un sacrificio de alabanza”, explica que se trata del “fruto de unos labios que confiesan su nombre” (13,15 citando a Os 14,3). La súplica y la alabanza pueden expresar la actitud profunda y el compromiso del creyente con su Dios, de la misma manera como Jesús “presentó en ofrenda” las palabras de su plegaria filial, frente a la muerte.

UN SACERDOCIO NUEVO
El genio de nuestro autor inspirado consiste en haber expresado el misterio de Cristo en términos de sacerdocio, de mediación. En el Antiguo Testamento, la mediación de los sacerdotes y de toda la tribu de Leví consistía en transmitir a los hombres la palabra de Dios y en presentar a Dios los sacrificios de los hombres. El sumo sacerdote es aquel que el Señor ha elegido y admite en su presencia (cf Nm 19,1-7). Al mismo tiempo, tiene que ser tomado del pueblo y seguir siendo solidario de él, para poder representarlo.
En Jesús se cumple esta doble condición, pero de otra manera muy distinta. No pertenece a la tribu de Leví, como Juan Bautista, sino a la de Judá, ya que es hijo de David (7,14). Si es aceptado, es porque Dios lo ha proclamado “sacerdote” o “hijo”. ¿A quién otro podía Dios decirle: “Siéntate a mi derecha”, más que a aquel que él mismo resucitó y entronizó como mesías y señor, según los salmos 2 y 110, citados por nuestro texto?. Sin embargo, esta exaltación no impide ni mucho menos a Jesús ser y seguir siendo el hermano de los hombres, no solamente por su nacimiento, sino sobre todo por sus pruebas y su muerte. “No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades: fue probado en todo a semejanza nuestra pero sin pecar” (4,15). El autor de nuestra carta supera de este modo la ilusión perpetua de las religiones que no pueden hacer otra cosa más que oponer a Dios y al hombre, mientras que Cristo está en perfecta comunión con el uno y con el otro. Su sacerdocio no lo sitúa aparte de los demás, sino por el contrario, en relación con los hombres y con Dios, ya que es a la vez “hermano” nuestro e “hijo” de Dios. Comparte nuestra condición humana, nuestra “carne y sangre”, pero no tiene que ofrecer sacrificios por sus pecados: su sacrificio no es más que adhesión a la voluntad del Padre y obediencia filial para liberar a sus hermanos. Y esto lo cambia todo.
La ambigüedad frecuente de los sacrificios deja creer a veces que es la inmolación, la muerte, la que obtiene el perdón y la salvación, como si la muerte pudiera agradar a Dios. No es así ni mucho menos, porque lo que importa no es la muerte, sino la vida, a través de su “sacramento”: la sangre. No es el sufrimiento lo que hace el sacrificio, sino el amor, el don libre de un inocente, como ya lo anunciaba la figura misteriosa de siervo doliente: “Si hace de su persona un sacrificio de expiación, verá una descendencia… el designio del Señor se realizará por su mano” (Is 53,10).
Así todo el juego está en el corazón del hombre que ofrece, que se ofrece. Cristo, se ofreció a sí mismo, por el Espíritu eterno, como “victima sin mancha” (9,14). Su mediación es toda ella acción de Dios: el Espíritu es el que lo conduce en la obediencia filial y la hace entrar en el santuario celestial, la gloria del Padre.
Pero, ¿cómo puede Cristo ejercer esta mediación con todos los hombres, con nosotros?. ¿No será su sacerdocio más que un modelo de obediencia que imitar?. La carta no deja de insistir en el cambio radical de nuestra situación. En el sacrificio de Cristo se nos dio ya el perdón, se concluyó ya la nueva alianza (c. 8,9). A diferencia de la primera alianza, ésta se les ofrece a todos los hombres y es interiorizada. Al ofrecerse a sí mismo, Cristo “purifica nuestra conciencia de las obras muertas para servir al Dios vivo” (8-14). Ya no hay en adelante ritos sacrificiales, ni figuras, como en el templo de Jerusalén, puesto que Cristo es la realidad, el templo nuevo.
Pero esta novedad de culto cristiano es tremenda, ya que pone de manifiesto la ambigüedad de todos los ritos; ningún cristiano debería utilizar el sacrificio eucarístico como un sacrificio del templo en el que el corazón puede estar muy alejado de los gestos. Es grande la tentación de seguir concediendo la prioridad a los rituales, de buscarlos por ellos mismos. ¡Qué tranquilizantes pueden parecer a veces los ritos, encerrando el único sacrificio en unos lugares y en unos tiempos sagrados, muy al abrigo de la vida profana!. Pero el culto cristiano, “en espíritu y en verdad”, no tiene más tiempos ni lugares que los de toda la vida, animada por el Espíritu Santo. Los mismos profetas de Israel habían puesto ya en guardia muchas veces contra un culto ritualista y formalista; sus advertencias y sus críticas siguen siendo necesarias, dada la gran novedad del sacerdocio de Cristo. Al darnos la presencia de Cristo, la eucaristía nos arrastra a todos nosotros por entero en su sacrificio, para consagrar en él nuestra existencia y llevar a cabo nuestro paso al Padre.

DOCUMENTOS
- Concilio Vaticano II. Lumen Gentium; Presbyterorum Ordinis; Perfectae Caritatis.
- San Pío X, Haerent animo (4- VII -1908)
- San Pío XI, Ad catholic, sacerdotii (20- XII - 1935)
- Pío XII, Mediator Dei (20- XI- 1942)
- Juan XXIII, Sacerdotii nostri primordia (I – VIII – 1959)
- Juan Pablo II, Novo incipiente (8- IV – 1979)