domingo, 9 de mayo de 2010

LECTURAS Y HOMILIAS DE LA SEXTA SEMANA DE PASCUA

La Palabra al día - Semana del 10/5/2010 al 15/5/2010 (Sexta semana de pascua)‏

Si nos atenemos al calendario litúrgico universal sólo celebraríamos en esta semana la fiesta de san Matías, apóstol y la memoria obligatoria de san Isidro Labrador. Si tenemos en cuenta el calendario de la Orden de Predicadores habría que añadir la memoria obligatoria de san Antonio de Florencia, el gran pastor y moralista el lunes. Ese día, sobre todo en España, se celebra la fiesta de san Juan de Ávila, patrono en España de los sacerdotes seculares. Día especial, pues, en este año dedicado al sacerdote, para agradecer a Dios el ministerio sacerdotal y pedir por ellos. Y si consideramos un sentir religioso bastante general el jueves, día 13, habrá que celebrar a Nuestra Señora de Fátima. Existen lugares fuera de España donde ese jueves se celebra la fiesta de la Ascensión, como antes de la reforma litúrgica.
La primera lectura de las eucaristías del día sigue presentando en la primera lectura Hechos de los Apóstoles, las peripecias misionales de Pablo en Filipos, Atenas, Corinto y Éfeso. Los textos evangélicos pertenecen al discurso de Jesús dirigido a sus discípulos en la Última cena, que el evangelista Juan nos ofrece. Va avanzando el tiempo pascual. Es necesario seguir impregnándose de su mensaje alegre y esperanzador, también exigente de coherencia entre lo que celebramos y vivimos para que la Pascua no termine sin haber dejado poso en nuestro interior.


Fray Juan José de León Lastra, OP
Coordinador de "La Palabra al día"
Lunes, 10/5/2010 S. Juan de Ávila
"El Espíritu de la verdad dará testimonio de mí".

I. Contemplamos la Palabra
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 16,11-15

En aquellos días, zarpamos de Troas rumbo a Samotracia; al día siguiente salimos para Neápolis y de allí para Filipos, colonia romana, capital del distrito de Macedonia. Allí nos detuvimos unos días. El sábado salimos de la ciudad y fuimos por la orilla del río a un sitio donde pensábamos que se reunían para orar; nos sentamos y trabamos conversación con las mujeres que habían acudido. Una de ellas, que se llamaba Lidia, natural de Tiatira, vendedora de púrpura, que adoraba al verdadero Dios, estaba escuchando; y el Señor le abrió el corazón para que aceptara lo que decía Pablo. Se bautizó con toda su familia y nos invitó: - «Si estáis convencidos de que creo en el Señor, venid a hospedaros en mi casa.» Y nos obligó a aceptar.
Sal 149, 1-2. 3-4. 5-6a y 9b R. El Señor ama a su pueblo.

Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey. R. Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria avios humildes. R. Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas, con vítores a Dios en la boca; es un honor para todos sus fieles. R.
Lectura del santo evangelio según san Juan 15,26-16,4a

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «Cuando venga el Defensor, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo. Os he hablado de esto, para que no tambaleéis. Os excomulgarán de la sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte pensará que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Os he hablado de esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que yo os lo había dicho.»

II. Compartimos la Palabra
*
La alternativas del apóstol

Podemos decir que no existe demasiada relación entre la primera lectura y el texto evangélico. La lectura de los Hechos relata la buena, cariñosa, acogida que tiene Pablo en Filipos, “obligado” a aceptar la invitación de Lidia. El texto evangélico contiene el aviso de Jesús de las dificultades que encontrarán los discípulos cuando den testimonio de él. Es seguro que los dos episodios expresan las alternativas con las se encuentra quien sea testigo de la fe, y quien la proclame. Ni siquiera la actuación del Espíritu de la verdad conseguirá la buena acogida siempre de ésta. Mas también habrá personas a las que “Dios les abra el corazón”, celebrarán la fe y agradecerán el servicio de quienes se la han mostrado. No podemos cegarnos por el éxito de nuestra confesión de la fe en privado y de la proclamación en público. Pero tampoco desesperanzarnos y acobardarnos porque la confesión y la proclamación no es bien recibida en la sociedad y quienes la confiesan y proclaman tampoco. Lo importantes es que aceptemos al Espíritu Santo, que es espíritu de Verdad, y nos sintamos en comunión con Cristo y con el Padre. Es bastante para que podamos proclamar el festivo salmo responsorial de este día.

De todo esto tienen buena experiencia los sacerdotes. En concreto los que tiene cura inmediata de almas en las parroquias. Los que asumen la responsabilizar de construir comunidad parroquial en torno a la persona de Cristo. ¡Cuántas dificultades!. Pero también ¡Cuántas alegrías por la acogida de los fieles! Que san Juan de Ávila, su patrono, cuya memoria obligatoria hoy celebramos, les ayude a procesar alegrías y dificultades, desde el objetivo irrenunciable de mostrar al Padre y al ser humano, reflejados ambos en Cristo.

Fray Juan José de León LastraFray Juan José de León Lastra
Licenciado en Teología

Martes, 11/5/2010
“La tristeza os ha llenado el corazón”.

I. Contemplamos la Palabra
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 16, 22-34

En aquellos días, la plebe de Filipos se amotinó contra Pablo y Silas, y los magistrados dieron orden de que los desnudaran y los apalearan; después de molerlos a palos, los metieron en la cárcel, encargando al carcelero que los vigilara bien; según la orden recibida, los metió en la mazmorra y les sujetó los pies en el cepo. A eso de media noche, Pablo y Silas oraban cantando himnos a Dios. Los otros presos escuchaban. De repente, vino una sacudida tan violenta que temblaron los cimientos de la cárcel. Las puertas se abrieron de golpe, y a todos se les soltaron las cadenas. El carcelero se despertó y, al ver las puertas de la cárcel de par en par, sacó la espada para suicidarse, imaginando que los presos se habían fugado. Pablo lo llamó a gritos: - «No te hagas nada, que estamos todos aquí.» El carcelero pidió una lámpara, saltó dentro, y se echó temblando a los pies de Pablo y Silas; los sacó y les preguntó: - «Señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme?» Le contestaron: - «Cree en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu familia.» Y le explicaron la palabra del Señor, a él y a todos los de su casa. El carcelero se los llevó a aquellas horas de la noche, les lavó las heridas, y se bautizó en seguida con todos los suyos, los subió a su casa, les preparó la mesa, y celebraron una fiesta de familia por haber creído en Dios.
Sal 137, 1-2a. 2bc y 3. 7c-8 R. Señor, tu derecha me salva

Te doy gracias, Señor, de todo corazón; delante de los ángeles tañeré para ti, me postraré hacia tu santuario. R. Daré gracias a tu nombre por tu misericordia y tu lealtad. Cuando te invoqué, me escuchaste, acreciste el valor en mi alma. R. Tu derecha me salva. El Señor completará sus favores conmigo: Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos. R
Lectura del santo evangelio según san Juan 16, 5-11

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «Ahora me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: "¿Adónde vas?" Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón. Sin embargo, lo que os digo es la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Defensor. En cambio, si me voy, os lo enviaré. Y cuando venga, dejará convicto al mundo con la prueba de un pecado, de una justicia, de una condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis; de una condena, porque el Príncipe de este mundo está condenado.»

II. Compartimos la Palabra
*
“Cree en el Señor Jesús”

En síntesis apretada, y con milagro incluido, la primera lectura nos indica quién es una persona cristiana: la que “cree en el Señor Jesús”. Sabiendo bien que este creer en el Señor Jesús incluye dejar que Él conquiste nuestro corazón, y, a partir de ahí, dejar que Él guíe nuestra vida, guíe nuestros amores, guíe nuestros rechazos, porque hay situaciones y valores que hay que rechazar, guíe nuestros sentimientos, guíe nuestras esperanzas, nos sostenga en nuestros sufrimientos… y que, en cualquier momento, en este continuo proceso de cristificación, pueda decir, sin perder la propia personalidad: “Ya no soy yo quien vive es Cristo quien vive en mí”. En Él encontramos nuestra salvación, nuestra liberación… la vida abundante que nos regala.

*
“La tristeza os ha llenado el corazón”

Seguimos con el discurso de despedida de Jesús. Los apóstoles no pueden menos que entristecerse: “la tristeza os ha llenado el corazón”. De nuevo, Jesús trata de consolarles y darles ánimo. En sus palabras de hoy apela a una razón fuerte: “os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Defensor. En cambio, si me voy, os lo enviaré”. El Defensor, el Espíritu Santo, una de las cosas que va a hacer es argüir al mundo de un pecado. El gran pecado, del cual se lamenta Jesús, es que muchos no han creído en Él. Habiendo hecho Dios el gran prodigio, en favor de la humanidad, de enviarnos a su Hijo, habiendo hecho el Hijo el gran prodigio, como prueba de su gran amor hacia nosotros, de hablarnos, de indicarnos el camino por donde encontrar la vida, la felicidad… muchos le han rechazado, y algunos hasta lo mataron de muerte escandalosa. Pidamos al Defensor, al Espíritu de Jesús, que no nos deje caer en este gran pecado, que aceptemos a Jesús como lo que es, nuestro gran Amigo y Salvador.

Fray Manuel Santos SánchezFray Manuel Santos Sánchez
La Virgen del Camino

Miércoles, 12/5/2010
"Cuando venga el Espíritu de la Verdad, os guiará hasta la verdad plena ".

I. Contemplamos la Palabra
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 17,15.22-18,1

En aquellos días, los que conducían a Pablo lo llevaron hasta Atenas, y se volvieron con encargo de que Silas y Timoteo se reuniesen con Pablo cuanto antes. Pablo, de pie en medio del Areópago, dijo: - «Atenienses, veo que sois casi nimios en lo que toca a religión. Porque, paseándome por ahí y fijándome en vuestros monumentos sagrados, me encontré un altar con esta inscripción: "Al Dios desconocido." Pues eso que veneráis sin conocerlo, os lo anuncio yo. El Dios que hizo el mundo y lo que contiene, él es Señor de cielo y tierra y no habita en templos construidos por hombres, ni lo sirven manos humanas; como si necesitara de alguien, él que a todos da la vida y el aliento, y todo. De un solo hombre sacó todo el género humano para que habitara la tierra entera, determinando las épocas de su historia y las fronteras de sus territorios. Quería que lo buscasen a él, a ver si, al menos a tientas, lo encontraban; aunque no está lejos de ninguno de nosotros, pues en él vivimos, nos movemos y existimos; así lo dicen incluso algunos de vuestros poetas: "Somos estirpe suya." Por tanto, si somos estirpe de Dios, no podemos pensar que la divinidad se parezca a imágenes de oro o de plata o de piedra, esculpidas por la destreza y la fantasía de un hombre. Dios pasa por alto aquellos tiempos de ignorancia, pero ahora manda a todos los hombres en todas partes que se conviertan. Porque tiene señalado un día en que juzgará el universo con justicia, por medio del hombre designado por él; y ha dado a todos la prueba de esto, resucitándolo de entre los muertos.» Al oír «resurrección de muertos" unos lo tomaban a broma, otros dijeron: - «De esto te oiremos hablar en otra ocasión.» Pablo se marchó del grupo. Algunos se le juntaron y creyeron, entre ellos Dionisio el areopagita, una mujer llamada Dámaris y algunos más. Después de esto, dejó Atenas y se fue a Corinto.
Sal 148,1-2.11-12.13.14 R. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

Alabad al Señor en el cielo, alabad al Señor en lo alto. Alabadlo, todos sus ángeles; alabadlo, todos sus ejércitos. R. Reyes y pueblos del orbe, príncipes y jefes del mundo, los jóvenes y también las doncellas, los viejos junto con los niños. R. Alaben el nombre del Señor, el único nombre sublime. Su majestad sobre el cielo y la tierra. R. Él acrece el vigor de su pueblo. Alabanza de todos sus fieles, de Israel, su pueblo escogido. R.
Lectura del santo evangelio según san Juan 16,12-15

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que toma de lo mío y os lo anunciará.»

II. Compartimos la Palabra

Hoy los protagonistas son Pablo, en la primera Lectura y el Espíritu Santo en el Evangelio.
*
El areópago de Atenas y el de Jesucristo

Lo más importante en el apostolado es el testimonio y la coherencia. Pero, no basta. Pablo, además de testigo íntegro y coherente, prepara concienzudamente su presencia en Atenas y su intervención en el Areópago. Eso es ser honrado, responsable y respetuoso. Eso es hacerse griego con los griegos, lo mismo que otras veces se hacía “judío con los judíos y todo para todos”.

¿Cuál es hoy nuestro “areópago” para presentar allí, ante agnósticos, escépticos, practicantes y no practicantes, la opción de Jesús de Nazaret? En un mundo globalizado como el nuestro, areópago es todo lo que hace posible el encuentro. Hoy los libros que merecen la pena se traducen a todos los idiomas; los discursos de Obama en su camino hacia La Casa Blanca se escucharon por todos los medios; los blogs “con gancho” son patrimonio de la humanidad, lo mismo que cualquier página web que atraiga. Necesitamos imitar a Pablo, ser imaginativos, tener ilusión por lo que decimos, creer en lo llevamos entre manos, y, con respeto, coherencia y honradez, hacer presente la opción del Reino. Y no desanimarnos aunque, como en el caso de Pablo, sólo algunos se nos junten y crean.
*
“El Espíritu de la verdad os guiará hasta la verdad plena”

La oferta está hecha en forma de promesa. Y las promesas de Dios no son como las nuestras. En aquéllas se puede creer. Como buen pedagogo, Jesús no nos lo dijo todo, sino sólo lo que necesitábamos para empezar a caminar en la construcción del Reino. El Catecismo nos recuerda que hoy “es el Espíritu quien da la gracia de la fe, la fortalece y la hace crecer en la comunidad” (1102). Más todavía, en la celebración de la Palabra, “el Espíritu Santo es quien da a los lectores y a los oyentes la inteligencia espiritual de la Palabra de Dios” (1101). Y, cuando en el misterio de lo divino prescindimos un tanto del significado, por hipótesis misterioso, para adentrarnos con preferencia en su referencia hacia nosotros, estamos atendiendo al Espíritu que intenta guiarnos hacia la verdad plena.

“El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado” (Rom 5,5). Prueba de que, cuando descubrimos el amor por el Espíritu, ha sido él quien nos ha guiado hacia la verdad plena: el amor de Dios, el amor a Dios y el amor a los demás.

Fray Hermelindo Fernández RodríguezFray Hermelindo Fernández Rodríguez
La Virgen del Camino

Jueves, 13/5/2010
“Vuestra tristeza se convertirá en alegría”.

I. Contemplamos la Palabra
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 18, 1-8

En aquellos días, Pablo dejó Atenas y se fue a Corinto. Allí encontró a un tal Aquila, judío natural del Ponto, y a su mujer Priscila; habían llegado hacía poco de Italia, porque Claudio había decretado que todos los judíos abandonasen Roma. Se juntó con ellos y, como ejercía el mismo oficio, se quedó a trabajar en su casa; eran tejedores de lona. Todos los sábados discutía en la sinagoga, esforzándose por convencer a judíos y griegos. Cuando Silas y Timoteo bajaron de Macedonia, Pablo se dedicó enteramente a predicar, sosteniendo ante los judíos que Jesús es el Mesías. Como ellos se oponían y respondían con insultos, Pablo se sacudió la ropa y les dijo: - «Vosotros sois responsables de lo que os ocurra, yo no tengo culpa. En adelante me voy con los gentiles.» Se marcho de allí y se fue a casa de Ticio justo, hombre temeroso de Dios, que vivía al lado de la sinagoga. Crispo, el jefe de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su familia; también otros muchos corintios que escuchaban creían y se bautizaban.
Sal 97, 1-2ab. 2cd-3ab. 3cd-4 R. El Señor revela a las naciones su victoria.

Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. R. El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia: se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. R. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad. R.
Lectura del santo evangelio según san Juan 16,16-20

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «Dentro de poco ya no me veréis, pero poco más tarde me volveréis a ver.» Comentaron entonces algunos discípulos: - «¿Qué significa eso de "dentro de poco ya no me veréis, pero poco más tarde me volveréis a ver", y eso de "me voy con el Padre"?» Y se preguntaban: - «¿Qué significa ese "poco";? No entendemos lo que dice.» Comprendió Jesús que querían preguntarle y les dijo: - «¿Estáis discutiendo de eso que os he dicho: "Dentro de poco ya no me veréis, pero poco más tarde me volveréis a ver"? Pues sí, os aseguro que lloraréis y os lamentaréis vosotros, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría.»

II. Compartimos la Palabra
*
“Trabajaba y discutía en las sinagogas”

La lectura de hoy, nos presenta nuevamente a Pablo, del cual podemos aprender varias enseñanzas: Hoy que se habla tanto de itinerancia, vemos a Pablo, que no para en su labor apostólica, pasando de ciudad en ciudad y a distintas naciones para anunciar la Buena Nueva del Evangelio.

Esto no le exoneraba del trabajo, lo hacía para ganar el pan de cada día y con razón podía decir que no era gravoso a nadie.

Como buen judío, amaba a su pueblo, por eso su predicación comenzaba en las sinagogas, demostrando como, en Jesús se cumplían las Escrituras, unos lo aceptaban, otros lo rechazaban insultándole. A pesar de ello, no perdía el entusiasmo. “Hay de mi si no evangelizara”, y como la salvación de Cristo es para todos iba a los gentiles, sin dejar el trabajo de las sinagogas, para hacer a todos discípulos de Cristo.

Buen ejemplo para nosotros aprendamos: la itinerancia no solo de lugar sino saliendo de nosotros mismos. Trabajemos para no ser gravosos a los otros,. Amemos, a los de cerca y a los de lejos. Anunciemos la Palabra con entusiasmo, aunque no nos escuchen , nos toca sembrar, el fruto lo dará Dios
*
“Vuestra tristeza se convertirá en alegría”

En algunos lugares, hoy se celebra la fiesta de la Ascensión. Jesús se va al Padre, pero antes se lo comunica a los suyos: “Dentro de poco ya no me veréis, pero poco después me volveréis a ver”.

na vez más, los apóstoles no entienden lo que Jesús les dice: que es el camino, para llegar al Padre ”yo soy el camino la vedad y la vida, nadie va al Padre sino por mi. Camino único para llegar al Padre, Verdad: si me habéis conocido a mi conoceréis también al Padre. Vida: esta es la vida eterna, que te conozcan a ti único Dios verdadero y al que enviaste Jesucristo.
Nuestro peregrinar debe ser por el único camino: Cristo, él nos lleva al encuentro con el Padre. En estos días de Pascua nos hemos encontrado con Cristo resucitado y hemos escuchado su promesa: de que resucitaremos con Él.

Trabajemos incansablemente para llegar al encuentro definitivo, no nos distraigamos de nuestra meta y pidamos que Cristo sea reconocido por todos como el único Camino ,Verdad y Vida.y que nuestra tristeza se convierta en gozo.

Que la Stma. Virgen de Fátima, cuya fiesta celebramos hoy, nos guíe a Jesús.

Hna. Maria Pilar Garrúes El CidHna. Maria Pilar Garrúes El Cid
Misionera Dominica del Rosario

Enviar comentario al autor

Viernes, 14/5/2010 Fiesta de San Matías, apóstol
"Nadie os quitará vuestra alegría".

I. Contemplamos la Palabra
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 1, 15-17. 20-26

Uno de aquellos días, Pedro se puso en pie en medio de los hermanos y dijo (había reunidas unas ciento veinte personas): -«Hermanos, tenía que cumplirse lo que el Espíritu Santo, por boca de David, había predicho, en la Escritura, acerca de Judas, que hizo de guía a los que arrestaron a Jesús. Era uno de nuestro grupo y compartia el mismo ministerio. En el libro de los Salmos está escrito: "Que su morada quede desierta, y que nadie habite en ella", y también: "Que su cargo lo ocupe otro. " Hace falta, por tanto, que uno se asocie a nosotros como testigo de la resurrección de Jesús, uno de los que nos acompañaron mientras convivió con nosotros el Señor Jesús, desde que Juan bautizaba, hasta el día de su ascensión.» Propusieron dos nombres: José, apellidado Barsabá, de sobrenombre Justo, y Matías. Y rezaron así: -«Señor, tú penetras el corazón de todos; muéstranos a cuál de los dos has elegido para que, en este ministerio apostólico, ocupe el puesto que dejó Judas para marcharse al suyo propio.» Echaron suertes, le tocó a Matías, y lo asociaron a los once apóstoles.
Sal 112,1-2.3-4.5-6.7-8 R. El Señor lo sentó con los príncipes de su pueblo.

Alabad, siervos del Señor, alabad el nombre del Señor. Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre. R. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor. El Señor se eleva sobre todos los pueblos, su gloria sobre los cielos. R. ¿Quién como el Señor, Dios nuestro, que se eleva en su trono y se abaja para mirar al cielo y a la tierra? R Levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para sentarlo con los príncipes, los príncipes de su pueblo. R.
Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 9-17

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.»

II. Compartimos la Palabra
*
Yo estoy contigo".

En esta afirmación pudo apoyar S. Pablo toda su actividad misional. Qué seguridad, qué empuje, qué alegría experimentaba el apóstol, aunque fuera acusado ante los tribunales. ¡Jesús interviene siempre!. Y en esta ocasión, pone en el ánimo del procónsul Galión un desinterés y desprecio que desarma a los acusadores. Resultado: Pablo continuó allí explicando la Palabra de Dios. En Corinto nació una comunidad numerosa y ferviente, fruto sin duda de la intervención divina, pues se trataba en verdad de un pueblo escogido por Dios.

También el Señor está con nosotros. Nos lo asegura repetidas veces en su nombre el ministro que preside nuestra Eucaristía. Nuestra madre, la Iglesia, nos congrega como pueblo numeroso, y nos invita a dar un testimonio veraz de la presencia y actuación del Espíritu de Jesucristo en nuestra vida de cada día.
*
"Nadie os quitará vuestra alegría".

Jesús se despide de sus discípulos y, al verles tristes y desorientados, les anuncia: “vuestra tristeza se convertirá en gozo”. Y les pone el ejemplo de la mujer que espera la llegada del hijo. Según la mentalidad judía, es superior el gozo de la vida que nace. Y también hoy, a pesar de la cultura de la muerte que pretende abrirse paso en nuestra sociedad, es mayor la alegría de vivir y disfrutar de la luz, que ser sepultado en la tiniebla del no ser.

La fuente de nuestra alegría está en esta certeza que sostiene nuestra esperanza: la victoria de Cristo sobre la muerte en su resurrección, y la presencia constante del Señor, por medio de su Espíritu.

Somos guiados por este Espíritu, siempre que aceptamos su amor, y respondemos a él con el cumplimiento amoroso de su voluntad en nuestra vida personal, familiar, laboral y cívica. Es preciso abrirnos a Dios y a los demás. Y con ello seremos más persona, según el proyecto que el Señor tiene sobre nosotros.

Cristo es fiel a sus promesas y cambiará nuestra tristeza, nuestro desánimo, en el continuo esfuerzo por permanecer en su amor, en un gozo indestructible. Pidámosle su fuerza, su luz, su alegría, para seguir firmes en la fe hasta el día de Cristo. Y presentemos a nuestro mundo que gime bajo el peso de la increencia y desesperanza. “Dios quiere que todos los hombres se salven, y lleguen al conocimiento de la Verdad”.

MM. Dominicas Monasterio Ntra. Sra. de la PiedadMM. Dominicas Monasterio Ntra. Sra. de la Piedad
Palencia


Sábado, 15/5/2010 S. Isidro Labrador
"El Padre mismo os quiere, porque vosotros me queréis y creéis que yo salí de Dios".

I. Contemplamos la Palabra
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 18,23-28

Pasado algún tiempo en Antioquía, emprendió Pablo otro viaje y recorrió Galacia y Frigia, animando a los discípulos. Llegó a Éfeso un judío llamado Apolo, natural de Alejandría, hombre elocuente y muy versado en la Escritura. Lo habían instruido en el camino del Señor, y era muy entusiasta; aunque no conocía más que el bautismo de Juan, exponía la vida de Jesús con mucha exactitud. Apolo se puso a hablar públicamente en la sinagoga. Cuando lo oyeron Priscila y Aquila, lo tomaron por su cuenta y le explicaron con más detalle el camino de Dios. Decidió pasar a Acaya, y los hermanos lo animaron y escribieron a los discípulos de allí que lo recibieran bien. Su presencia, con la ayuda de la gracia, contribuyó mucho al provecho de los creyentes, pues rebatía vigorosamente en público a los judíos, demostrando con la Escritura que Jesús es el Mesías.
Sal 46,2-18-9.10 R. Dios es el rey del mundo.

Pueblos todos, batid palmas, aclamad a Dios con gritos de júbilo; porque el Señor es sublime y terrible, emperador de toda la tierra. R. Porque Dios es el rey del mundo: tocad con maestría. Dios reina sobre las naciones, Dios se sienta en su trono sagrado. R. Los príncipes de los entiles se reúnen con el pueblo del Ros de Abrahán; porque de Dios son los grandes de la tierra, y él es excelso. R.
Lectura del santo evangelio según san Juan 16, 23b-28

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «Yo os aseguro, si pedís algo al Padre en mi nombre, os lo dará. Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa. Os he hablado de esto en comparaciones; viene la hora en que ya no hablaré en comparaciones, sino que os hablaré del Padre claramente. Aquel día pediréis en mi nombre, y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os quiere, porque vosotros me queréis y creéis que yo salí de Dios. Salí del Padre y he venido al mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al Padre.»

II. Compartimos la Palabra

Nos acercamos al final del tiempo Pascual (mañana celebraremos la Ascensión del Señor y el próximo domingo Pentecostés). La liturgia nos trae en estos días las palabras que el evangelista Juan puso en boca de Jesús a modo de “despedida” en aquella última cena con sus discípulos.

No hemos de olvidar que los evangelios son escritos tras la experiencia de la resurrección y que están marcados por ella. Tras la experiencia de la resurrección, la vida, obra y palabras de Jesús cobran una nueva dimensión. A la luz de la resurrección entendemos las parábolas y acciones de Jesús, que no tienen otra intención sino mostrarnos la naturaleza de Dios, Padre y Madre. Dios que nos ama y nos salva. Por cuyo amor somos capaces de conseguir los mayores logros, cambios y transformaciones.

Creer que Jesús es el Hijo de Dios, que él encarnó el proyecto de Dios para con nosotros y nosotras, proyecto liberador y de amor, es sabernos nosotros mismos hijos e hijas de Dios. Y, como tales, capaces de cambiar el mundo y sus estructuras injustas y opresoras.

La experiencia de resurrección, el saber que Dios, en Jesús, ha vencido a la muerte y a todo lo que ella significa (miedos, inseguridades, injusticia, desigualdades…) nos hace tomar conciencia de que nosotros, como hijos e hijas de Dios que somos, también seremos y somos capaces de vencer y superar todas esas limitaciones.

Pedir a Dios, Padre y Madre, es ponerle palabras y hacernos conscientes de nuestras propias necesidades y las del mundo. Pero no para esperar una “acción milagrosa” por parte de Dios, sino para intervenir y actuar nosotros mismos para superarlas y solucionarlas. Con el convencimiento de que, como hijos e hijas de Dios, seremos capaces de vencer incluso a la muerte.