jueves, 2 de diciembre de 2010

No nos fuimos, estabamos disfrutando los recuerdos del retiro Espiritual !!!!!!!!

Reflexiones de Nuestro Director: El Presbitero Lic. Juan Morre

            La historia de Gillermo se puede escuchar frecuentemente. Es una situación a veces ambigüa, porque algunos jóvenes y niños pretenden unir el ministerio sagrado al matrimonio y de ese modo hacer las dos cosas sin renunciar a nada. En mi opinión toda vocación es personal, única e irrepetible. Esto desde el punto de vista subjetivo.
Objetivamente todo llamado está en función del servicio a la Iglesia y al mundo. Es un llamado para la misión. Ahora bien, todo cristiano está llamado a ser misionero, a anunciar el Evangelio con su propia vida, especialmente en los ambientes de la familia, el trabajo, el barrio... Esos son los primeros lugares a donde el Señor nos envía.
 Luego puede convocarnos para otro servicio especial. En el libro de los Hechos, si tomamos el texto como referencia al diaconado, se habla de una necesidad que surge en la comunidad por la atención de las viudas y huérfanos de los helenistas.
Los Apóstoles se dan cuenta que no pueden hacerlo todo y convocan a siete servidores para que se ocupen. De ningún modo el diaconado puede suplir al sacerdocio, sino en todo caso es un ministerio para el servicio con entidad propia, aunque unida indefectiblemente a los otros grados del sacramento del orden.El error en el que se puede caer es pensar que el diácono es un mini sacerdote o un super laico.
Ni lo uno, ni lo otro. Es un hombre que ha recibido la misión de atender a los pobres, asistir en la celebración de los sacramentos y predicar la Palabra.
Aún falta experiencia para poder sacar de este ministerio toda la riqueza que tiene.