Fueron ordenados dos sacerdotes para la diócesis de San Justo
San Justo (Buenos Aires), 10 Set. 10 (AICA)
Los obispos de San Justo, Baldomero Martini y Damián Bitar junto a los nuevos sacerdotes
Los obispos de San Justo, Baldomero Martini y Damián Bitar junto a los nuevos sacerdotes
En un templo colmado de fieles, en su mayoria jóvenes, el miércoles 8 de septiembre el obispo de San Justo, monseñor Baldomero Carlos Martini, ordenó sacerdotes a los diáconos Hernán Navarro y Mario Calvani, durante la misa celebrada por la noche en la catedral de los Santos Justo y Pastor.
La misa estuvo concelebrada por el obispo auxiliar, monseñor Damián Bitar, y contó con la participación de sacerdotes y religiosos de las diócesis de San Justo y Gregorio de Laferrère, diáconos permanentes y seminaristas.
Hernán Navarro ejercía su ministerio como diácono en la parroquia San Carlos Borromeo, de Villa Madero, donde fue destinado como vicario parroquial y donde celebrará su primera misa el sábado 11 de septiembre a las 18; Mario Calvani, que se desempeñaba en el santuario de Nuestra Señora de Lourdes, de San Justo, celebrará allí su primera misa, también este sábado a las 18, y será destinado como vicario de la catedral.
Ambos pertenecen a la diócesis de San Justo y provienen de la parroquia San Alberto Magno, de Isidro Casanova. Se formaron en el Seminario de Morón y en la Facultad de Teología de la Universidad Católica Argentina.
Nunca se avergüencen de que les digan padre
El sacerdocio “jamás puede representar un modo para alcanzar la seguridad en la vida o para conquistar una posición social. El que aspira al sacerdocio para aumentar su prestigio personal y su poder, entiende mal en su raíz el sentido de este maravilloso ministerio. Quien quiere sobre todo realizar una ambición propia, alcanzar el éxito personal, siempre será esclavo de sí mismo y de la opinión pública”, dijo monseñor Martini en la homilía.
Subrayó que “el sacerdocio se funda en la valentía de decir sí, a otra voluntad, con la conciencia, que debe crecer cada día, de que precisamente conformándose a la voluntad de Dios, inmersos en esta voluntad, no solo no será cancelada nuestra originalidad, sino que, al contrario entraremos cada vez más en la verdad de nuestro ser y de nuestro ministerio”.
Asimismo, recomendó a los jóvenes ordenados que “nunca se avergüencen de que les digan padre” y los exhortó a vivir “la alegría de ser padres, al bautizar, al absolver los pecados, al predicar la Palabra, al ungir a los enfermos, al gastarse y regastarse por la causa de Cristo y por la realización plena de los demás, especialmente por los más necesitados, pobres y menos amados”.+