jueves, 6 de mayo de 2010

Homilia del VI Domingo de Pascua

C - Domingo VI de Pascua
 
Primera: Hch 15, 1-2, 22-29.
Salmo: 66, 2-8.
Segunda: Ap 21, 10-14, 22-23.
Evangelio: Jn 14, 23-29

Nexo entre las lecturas

En la primera lectura, la comunidad cristiana primitiva se da cuenta de los resultados de discutir acerca de la justificación sin haber consultado con los apóstoles. El Salmo 66 presenta el carácter universal de la alabanza que le debemos a Dios. En la segunda lectura se describe la grandeza de la nueva Jerusalén, fundada sobre doce columnas con los nombres de los doce apóstoles del Cordero. En el Evangelio, Jesús asegura a sus discípulos que les enviará un maestro en el Espíritu Santo y los anima a prepararse para su partida.

Mensaje doctrinal

1. El consuelo de la autoridad. Dios nos ha dado una palabra de autoridad en el mundo para hacer juicios objetivos y resolver disputas: Pedro, la roca sobre la que ha sido edificada la Iglesia contra la que no prevalecerán las puertas del infierno. Él y sus sucesores, los papas, tienen las llaves del Reino. Lo que atan en la tierra es atado en el cielo (Mt 16:18-19). Jesús oró por la Iglesia y especialmente por su jerarquía (ver Juan 17). ¿Podría Cristo orar en vano? Ruega especialmente por Pedro, en la Última Cena, para que una vez vuelto, confirmara a sus hermanos (lc 22, 32)

2. La palabra griega "sterison" significa "confirmar" en el sentido de "consolidación". En el Antiguo Testamento, "sterison" tiene un significado personal profundo: "enfréntate" o "fortalécete" (ver Ezequiel 29,2; o Jueces 19,5). Cada vez que se utiliza esta palabra en el Nuevo Testamento, esta asociada con las anterioriores. A menudo es Dios quien promete fortalecer a alguien. Así en el caso de la Carta de Santiago (5,8), donde está en plural, parece significar "fortalezcanse unos a otros" (cada uno a los demás). Santiago se dirige a los ricos (5,1-8). En el versículo 9, el autor comienza con "amados", significando un cambio de referencia. Es curioso como la palabra "fortalecer" tiene una connotación personal cuando es utilizado en el viejo convenio. El mismo término en el Nuevo Testamento adquiere un contexto verdaderamente cristiano: altruismo y caridad hacia otros.

3. El Señor, luz de la nueva Jerusalén. Jesús había dicho que él es la luz del mundo (Juan 8,12). La luz también simboliza verdad. Nuestra inteligencia percibe la verdad así como nuestros ojos perciben la luz. Dios es la Verdad en sí mismo. Cristo se expresa de sí mismo como "el camino, la verdad y la vida"; nadie va al Padre si no es a través de él (Juan 14,6). Jesús quiere que lo encontremos como la Verdad. "Conocereis la verdad y la verdad os hará libres" (Jn 8,32). Podríamos continuar un rato más evaluándolo. Pero por ahora, vamos a esforzarnos por eadentrarnos un poco en el reino del Magisterio y la verdad:

  • El hombre tiene un intelecto e intenta sobre todo saber. Adán y Eva quisieron ser sabios (GEN 3,6), así que comieron del árbol prohibido. Siendo inteligentes (supuestamente), somos capaces de reflexionar nuestras acciones. Aquí es donde interviene nuestra libertad. Sabemos lo que estamos haciendo, y podemos elegir seguir haciéndolo o parar. Sin embargo, no todo lo que podemos pensar es verdad (una parte de la realidad), y ésto ha hecho que algunos filósofos concluyan que no hay realmente verdad, sólo una serie de convenciones sobre las cosas que nos permiten vivir y trabajar en este mundo en una manera ordenada. Pero no, están equivocados. Hay una verdad y con ella también habrá una comprobación.
  • La Verdad revelada. Más allá de nuestra capacidad natural de saber, Dios ha venido en nuestra ayuda con la Revelación. Por medio de la fe podemos llegar a las verdades que caen más allá de nuestro poder de razonamiento. Pero la dificultad que implica adquirir muchas de estas verdades es tan grande que Dios también nos dio a la Iglesia -un sacramento de salvación para toda la humanidad. Pero la Iglesia está formada por seres humanos, y estaría en peligro del capricho y el error si nuestro Señor no hubiera enviado al Espíritu Santo para guiarnos hacia la plenitud de la verdad (Juan 16,13), si no nos hubiera prometido que Pedro sería la Roca. La Iglesia es un baluarte de la verdad, alentado por el contrafuerte del ministerio Petrino, e irradiando brillantemente certeza y claridad. Todo lo que necesitamos hacer es escuchar la voz del Vaticano. El Papa, como un centinela solitario al servicio de los derechos humanos y de la moralidad, está articulando continuamente lo que es correcto, llamando nuestra atención hacia lo bueno, lo noble, lo que es justo y santo.
  • ¡Qué aflicción si sentimos que no la necesitamos! ¿Esto no sería soberbia? ¿Pienso que puedo salvarme a mí mismo; rechazar al Salvador? La Iglesia es el cuerpo místico de Cristo. Cuando somos miembros verdaderos, integrados interiormente con lo que ella dice y representa, estamos unidos con Dios mismo; la Palabra que se hizo carne, sufrió, murió y resucitó por nosotros; nuestra salvación

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