"No tengáis miedo"
Fueron éstas las primeras palabras que S.S. Juan
Pablo II lanzó al mundo entero desde la Plaza de
San Pedro, en aquella memorable homilía celebrada con ocasión de
la inauguración oficial de su pontificado, el 22 de octubre
de 1978. Y son ciertamente estas mismas palabras las que
ha hecho resonar una y otra vez en los corazones
de innumerables hombres y mujeres de nuestro tiempo, alentándonos -sin
caer en pesimismos ni ingenuidades- a no tener miedo "a
la verdad de nosotros mismos", miedo "del hombre ni de
lo que él ha creado": «¡no tengáis miedo de vosotros
mismos!». Desde el inicio de su pontificado ha sido ésta
su firme exhortación a confiar en el hombre, desde la
humilde aceptación de su contingencia y también de su ser
pecador, pero dirigiendo desde allí la mirada al único horizonte
de esperanza que es el Señor Jesús, vencedor del mal
y del pecado, autor de una nueva creación, de una
humanidad reconciliada por su muerte y resurrección. Su llamado es,
por eso mismo, un llamado a no tener miedo a
abrir de par en par las puertas al Redentor, tanto
de los propios corazones como también de las diversas culturas
y sociedades humanas.
Este llamado que ha dirigido a todos los
hombres de este tiempo, es a la vez una enorme
exigencia que él mismo se ha impuesto amorosamente. En efecto,
«el Papa -dice él de sí mismo-, que comenzó Su
pontificado con las palabras "!No tengáis miedo!", procura ser plenamente
fiel a tal exhortación, y está siempre dispuesto a servir
al hombre, a las naciones, y a la humanidad entera
en el espíritu de esta verdad evangélica».
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